‘El italiano’, una obra necesaria

Vivimos en una sociedad donde la masa se dedica a juzgar a los demás por cosas tan idiotas como tuits, comentarios de Facebook o argumentaciones con más lógica que palabras contienen, pero se olvidan de que la base para ser individuos funcionales dentro de la convivencia es algo tan simple como hacer las cosas bien, aportar verdaderamente algo o, sin más, ser sinceros con nosotros mismos.

Ser, en muchos aspectos, como Arturo Pérez-Reverte.

Este periodista que miró dentro de los ojos a la muerte durante 21 años de su vida como periodista es el ejemplo de persona íntegra y libre, con opiniones colocadas por algunos memos en la diana de algo que no debería hacerse, y aunque sólo sea por eso, por lo que representa, es, y del ejemplo que nos da cada día de su vida, todo lo que escribe es de necesaria lectura. TODO. Porque, como leí una vez, los verdaderos escritores vuelcan su alma en cada libro que escribe, en cada personaje protagonista o antagonista, y tras sus líneas debería leerse siempre la sinceridad del que sabe, sin buscar influenciar a nadie en el proceso.

Por eso la literatura actual está muerta desde hace años: sobran panfletarios que llenan sus “obras” de mierda sin sentido que busca solamente influir al personal menos intelectualmente útil con discursos dictados por sus pagadores, en lugar de hacerle pensar a base de talento y verdadera personalidad literaria.

Lo repito: hacer pensar al lector.

El italiano es un ejemplo más de que don Pérez- Reverte no se casa con nadie y jamás le ha temblado, ni le temblará, la pluma a la hora de parir situaciones y discursos, acciones y finales, dignos de la realidad que vivimos día a día llena de personas de una rama y otra, de un extremo y el contrario, donde señalar a alguien como villano, héroe o extra depende de lo abierto de mente que seas y las ganas que tengas (en general poco) de crecer como persona a través de lo que nos muestra este formidable autor.

Hay pocas maneras más sinceras de aportar algo a una sociedad podrida y lenta, aburrida y miedica, que esta novela. Hay innumerables caminos más fáciles que don Pérez-Reverte podría haber tomado, pero como buen marino se deja llevar por sus intuiciones y un valor que muy pocos son capaces siquiera de rozar con sus best-sellers de 500 páginas a letra 15 con doble espacio y márgenes a 25. Y el problema es que estos son los encumbrados y premiados, aplaudidos y seguidos, cuando son simples ejemplos vivientes de un presente muerto y enterrado bajo palas y palas de tierra húmeda de todo lo que nos estamos meando en nuestra cultura.

¿Te gusta vivir en un momento histórico donde los héroes son elegidos por la justicia social en lugar que por tu libre elección o comprensión de lo que pasa a tu alrededor?, entonces no leas El italiano: no te lo mereces.

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