por Elena Rubio Viagel
Cambiamos de año, y estos últimos días se me han mezclado las ideas y las emociones.
Hecho la vista atrás, y no sé qué me ha faltado, a parte de ti.
Sé que me dejo partes de mí en el trayecto. Y también, que la ruta ha ido dando giros bruscos, que nos hemos metido en mil callejones, pero hemos sabido girar y seguir.
Sé que lo malo se va quedando atrás, sé que este año va a ser diferente. Que estarás a mi lado y con eso, ya me puedo comer el mundo.
Ojalá pronto estemos donde siempre hemos querido estar. Que parece que, de momento, la corriente va a mi favor.
Que no puedes tenerlo todo, pero voy formando mi puzzle.
Y tal vez dejar partes sin las piezas no esté mal. Que los huecos vacíos son necesarios. Que no todo tiene que estar bien encajado. Que necesitas improvisar más. Y pensar menos.
Querido 2019, que ya casi no lo eres, gracias por estos últimos meses. Queridos 16, que me trajeron todo lo que enero no supo, todo lo que agosto sí y aquello que me hizo ver noviembre.
Querido 2019, que ahora sí, por fin, te puedo decir que ya no. Que todo lo que me ahogaba se ha ido.
Que respiro diferente y tu color es mejor.
Que todo aquello que se mantenía igual, ya no, nunca.
Que todo lo que he dejado atrás, no lo iré a buscar.
Que ojalá estés tú aquí para ver cómo ahora sí. Que ojalá tú.
Allá vamos, con más fuerza que nunca, 2020.
