Caos, viento y drama: MotoGP estalla en Silverstone

Ni el viento británico ni la bandera roja pudieron con Marc Márquez, que se llevó un podio de oro mientras el resto se deshacía en errores, caídas y decepciones. 

Cuando caerse no significa perder

Silverstone nos regaló uno de los grandes premios más imprevisibles del calendario. En condiciones traicioneras, con viento racheado y asfalto traicionero, Marc Márquez volvió a demostrar que sabe sobrevivir al caos. Tras una caída temprana cuando lideraba la carrera con solvencia, una bandera roja provocada por un derrame de aceite tras el accidente entre Morbidelli y Aleix Espargaró le devolvió al juego.

«No estoy contento, porque he fallado y me han salvado», confesaba Márquez en DAZN con una honestidad que le honra. Sin embargo, el piloto de Cervera volvió a sacar garra en la segunda salida y se aseguró el tercer escalón del podio. Su recompensa: 24 puntos de ventaja sobre su hermano Álex y 72 sobre un Bagnaia que no encuentra el rumbo.

Ducati en crisis y el resurgir de Aprilia

La gran historia del día fue la inesperada victoria de Marco Bezzecchi con una Aprilia, cerrando un silencio de 609 días sin ganar. Detrás, Zarco firmó otro podio memorable con Honda tras su victoria en Le Mans. Y mientras Ducati se quedaba fuera del podio por segunda carrera consecutiva, las dudas comenzaban a cundir.

Bagnaia volvió a caerse, acumulando su segundo cero reciente. Desconcertado, frustrado y sin explicaciones, el tricampeón se lamentó: «No tengo feeling con el tren delantero. No sé qué más hacer». El contraste con los Márquez y con Morbidelli —que voló sobre la pista— fue evidente. Incluso Álex, que cayó en la primera salida y no logró recuperar su ritmo, admitió que habría ganado de no ser por la bandera roja.

Quartararo, lágrimas desde lo más alto

El otro gran drama fue el de Fabio Quartararo. Había tomado la delantera tras la segunda salida y parecía tener la victoria asegurada… hasta que el sistema de suspensión trasera de su Yamaha se bloqueó. El francés terminó llorando en boxes: su carrera, literalmente, se rompió bajo sus pies.

Silverstone fue ese tipo de carreras donde todo puede pasar, y pasó. Caídas, resurrecciones, luchas cuerpo a cuerpo y lágrimas en cada rincón del paddock. Entre tanto desastre, Marc Márquez sigue sonriendo desde lo más alto. Y ahora, más líder que nunca.