por Elena Rubio Viagel
Querido vacío, querido precipicio, que me dejaste caer y sentir el vértigo. Sin límite alguno a despeinarme el pelo y a alborotarme los sentimientos.
Vértigo que me ha hecho amar las alturas.
Las alturas, las caídas y el no volver a empezar.
Que quiero verte desde un rascacielos y gritar a pleno pulmón que ahora sí.
Que no sé bien cuando se empezó a abrir esa ventana, ni en qué momento se hizo debajo una red. Una red que me deja siempre disfrutar la caída.
Y que sí, que ahora sí, que me encantan las caídas.
Y que me lanzaría una y mil veces al precipicio mientras sea contigo.