La contaminación no solo es culpa de los coches

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La contaminación no solo es culpa de los coches diésel 

Para luchar contra la contaminación, el Ayuntamiento de Madrid va a prohibir la circulación de los modelos con motor diésel por el centro de la capital. Bueno, no le vamos a poner peros a una medida que sí que podría aliviar algo el manido aire de la capital española. Sin embargo, junto a esta medida habría que implementar otras tantas que también ayudarían mucho a limpiar el aire que respiramos, que no siempre los coches tienen la culpa.

Y entre ellas, por ejemplo, la penalización o prohibición de las calderas de carbón, que aún hay muchas por el centro de Madrid, o el control de las calefacciones centrales, como se hace con el aire acondicionado en verano en muchos sitios. No hace falta encender las calefacciones todo el día para caldear las casas. Igual vale con abrigarse más.

Y, por supuesto, también ayudaría mucho a disminuir la contaminación en Madrid un transporte público más ecológico, más autobuses eléctricos, híbridos o, por qué no, de hidrógeno. Hace unos años, Mercedes Benz cedió al Ayuntamiento madrileño un autobús propulsado por hidrógeno, un combustible que solo emite vapor de agua, el autobús en cuestión rodó por algún tiempo por las calles de la capital hasta que se acabó su periodo de pruebas. Después nadie quiso saber nada más sobre este nuevo modelo de combustible tan limpio.

Pero si esto es así, lo de la prohibición de los vehículos diésel en el centro de la ciudad, el 80% de los automóviles y todas las furgonetas por no hablar de camiones tendrán que dejar de circular por el centro, con lo cual el conductor de un coche de gasolina (en 2015 solo el 35% de los coches que se vendieron llevaba este combustible) será un gran afortunado.

Quizá habría que hacer recapacitar al Ayuntamiento madrileño haciéndole ver que contaminan más los coches viejos –gasolina y diésel- que los modernos y que en nuestro país todavía circulan por nuestras carreteras y ciudades un parque muy envejecido. (Según la DGT, el 30% de los coches tiene más de 16 años y la media del parque de coches español es de más de 11 años). Con ello, más valdría prohibir la entrada a las ciudades a los coches de más de 10 años, sean de gasolina o de gasóleo, que a los diésel actuales. Lo contrario sería lo de pagar justos por pecadores.

Además, si se prohíbe la entrada de los coches diésel en el centro de Madrid, habrá que potenciar el transporte público, (¿con esos autobuses diésel que a veces echan un humo irrespirable por lo viejos que están? ¿O es que la medida trae consigo la renovación de la flota? Seguro que no). Y no solo el transporte de la ciudad sino también los que llevan al centro desde la periferia a miles de madrileños todos los días. ¡Vaya follón que se puede armar! Todo el mundo intentando dejar su diésel a las afueras de la ciudad en un descampado cualquiera porque, claro, de lo de los aparcamientos disuasorios ni hablamos. 

Y ¿qué pasará con las furgonetas y camiones de reparto? ¿Y los taxis? Claro, todos estos sí podrán entrar, porque si no la que se puede liar. Pero que alquien mire antes lo que contaminan.

O sea que, de nuevo, el particular, el ciudadano de a pie (la ciudadanía, que se dice ahora), vuelve a ser el más débil, y en este caso el ‘pobre’ que optó en su día por comprar un coche diésel, mucho más caro que un gasolina similar pero menos consumidor. Y, además, que con esta medida se le va a depreciar muy pronto un modelo que antes, antes de la prohibición, siempre se vendía bien. 

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