‘MONKEY MAN’, ¿el nuevo John Wick de Bollywood? Ejem, ejem…

Lo honesto para empezar esta crítica es decir que gané las entradas en un sorteo junto con una sudadera, que debo decir que a nivel arte está bastante conseguida. Por esa parte, creo que empezar agradeciendo es lo correcto.

También quiero darle la enhorabuena a Dev Patel, que después de películas tan memorables como Slumdog Millionaire o una que me gusta mucho a mí, Chappie, se ha atrevido a dirigir y a protagonizar su propia película. Cabe destacar que fue producido por Jordan Peele, el motivo por el cual yo tenía ganas de verla. Luego supe que solo era un reclamo, picó.

Mostrando mi parte bondadosa hacia la película, debo sentenciar, antes de extender mi crítica, que la película no me gusta nada. Les presento de qué trata y les cuento.

Indian Fight Night

En las vibrantes, pero implacables calles de la India, Kid emerge de las sombras de su pasado criminal. Recién liberado de los barrotes que lo confinaron, se encuentra en un mundo que apenas reconoce, uno que ha sido moldeado y distorsionado por la avaricia desenfrenada y una alarmante ausencia de principios espirituales.

Con la memoria de su madre como guía constante, Kid se embarca en una cruzada personal: buscar justicia por su trágica muerte y ser la voz de los oprimidos. En su corazón arde el deseo de venganza, pero también una esperanza tenaz de restaurar un sentido de moralidad en un lugar donde parece haberse perdido.

A través de actos de valentía y compasión, Kid se enfrentará a los poderosos y corruptos, defendiendo a aquellos que la sociedad ha dejado atrás, mientras lucha por encontrar su propio camino hacia la redención y el propósito en un mundo que parece haber olvidado la importancia de ambos.

Lo siento, no eres John Wick

Me había propuesto no mencionar tal comparación, pero es imposible ya que la misma película se encarga de que los amantes de Wick hagamos memoria. El momento cuando compra el arma, la escena con el perro, el outfit del protagonista y seguramente, alguna parte que se me pase.

Esta comparación queda muy lejos de ser apropiada. Sin desmerecer el trabajo de rodar una película de Dev Patel, este género no le viene bien al actor y ahora director. Les explico por qué. En primer lugar, el estilo propio y, a mi parecer, no adecuado, que le quiere impregnar al rodaje. El uso de tantos primeros planos con encuadres cerrados y constantes desenfoques solo consiguen demostrar la falta de tacto espacial respecto a la acción y un vaivén estilístico que no sabe cómo tratar.

Entiendo que al ser su primera película quiera impregnar un estilo, pero claro, un estilo se sostiene respecto a lo que se quiere representar. Ahí tienes a Tarantino haciendo una película de artes marciales al estilo de un western o Guy Ritchie haciendo una versión del rey Arturo al estilo de un gánster inglés. Esta última referencia no es del agrado de todos.

Leña al mono

Mi crítica no reside únicamente en la elección de este tipo de planos para narrar la película. Ojalá fuera solo eso. Es necesario sumarle la narrativa y los elementos que la quieren componer.

Empezaré por lo más flagrante, su estructura. El ritmo presentado se va tropezando sin llegar a ganar fuerza o a conseguir la empatía rítmica con el espectador. Dicho de otra manera, cuando lleva al éxtasis, donde la acción debería persistir o desarrollarse, te meten un chute de opio y dejan alrededor de media hora dando tumbos en un falso relajo que no acaba de cuajar. Es en ese viaje de raíz de planta india, donde se intenta introducir un misticismo que a ritmo de bongo hacen que un tirillas se convierte en la versión bollywoodiense de Van Damme. ¿Estamos ante la nueva disciplina deportiva del Bongofit?

El problema es que el ritmo narrativo no se sostiene con lo que se cuenta, ni con lo narrado y menos aún con los recursos empleados.

Luego otro punto que a mí como espectador me ofende. Un punto que marca la diferencia entre directores, que por ejemplo, su productor Jordan Peele no comete. Es la constante tendencia de repetirte mil veces los mismos datos narrativos. Esto lo que hace es demostrar que no confía en la inteligencia del espectador y muestra con ello, la falta de continuidad en su propuesta de historia filmada. En esta película, sobra media hora de recursos narrativos repetitivos y muchos otros innecesarios.

En definitiva, le pongo como mucho un 6. Tiene muy buenas intenciones, pero le ha faltado madurez en la dirección. Una película que no te va a hacer pasar un mal rato, pero de esas que su campaña de marketing siempre suena mejor que el resultado final. Una propuesta a medio camino entre algo místico introspectivo y un filme de acción. En ese caso, les recomiendo Ong Bak o Thai Dragon.

Eso sí…¡Id al cine siempre!