`Titane´, la excesiva casuística de no saber qué ser

A pesar de lo muy bizarro del subtítulo, la película que fui a ver me encantó. Si me leéis desde hace tiempo, ya sabréis que todo lo gore y pasado de vueltas, se podría decir, que me excita.

Tanto es así, que una de las películas que suelo recomendar es Taxidermia, aquellos que la hayan visto sabrán de qué les hablo.

La cosa es que esta vez, la película Titane me revolvió por dentro y no me dejo frio. Causó en mi sensaciones, aunque la mayoría fueran de risa. Una película, no apta para mentes obtusas y de facilidad para alarmarse.

Es que hay que ser cautos y saber, que lo que se ve en el cine, es ficción. Una representación, de algún delirio artístico. Así que no os sobresaltéis tanto, que si no se puede ser incorrecto en el cine ¿Dónde si no?

Titane para tu ane

Lo que la directora, en su segunda película, nos quiere contar, es un misterio cargado de significantes e intratextos. Aunque a pesar de ello, la película va de lo siguiente.

La protagonista, siendo niña sufre un accidente de coche. A raíz de aquello, le colocan una placa de titanio en la cabeza. Desde ese momento, empieza rechazar cosas cotidianas y abraza otras, un tanto perturbadoras. Tras tener problemas con su sexualidad, decide dejar todo atrás y huir en busca de una nueva identidad. Con la cara magullada y casi irreconocible, es descubierta en un aeropuerto. Ahora dice llamarse Adrien, suplantando la identidad de un niño desparecido hace diez años. Ahora su nuevo padre Vincent lo lleva a casa. A partir de ahí, suceden una serie de horribles acontecimientos.

Como podéis leer, esta película no da giros argumentales, pega trompo bruscos por encima de las rotondas. Fruto de ello, deja pasar posibilidades excepcionales, las cuales no llega a desarrollar o darles un sentido claro.

Enseguida salta el airbag

Desde un inicio, el gusto de la directora por presentarte la película, te hace caer preso de la curiosidad por ver como evolucionará. Con un uso óptimo de la iluminación, que mediante las combinaciones cromáticas nos introduce al conflicto y la música, que intriga y nos tensa a partes iguales, hace que la peli estalle en nuestra cara con rabia y vehemencia. En ese momento, donde tú como espectador logras una leve pero certera vinculación con la protagonista.

Todo lo creado en apenas veinte minutos, se va a pique o mejor dicho, echa a volar sin saber por dónde. Es ahí, cuando la prota hace de las formas fálicas de un coche, su satisfayer personal y por ende, el padre de su hijo.

Ahí es cuando dejas de tomártela enserio. En ese preciso momento, es cuando de forma casi poética, la película empieza a perder sentido y ganar en entretenimiento. Ya no sabes que puede pasar, ya estás dentro de un mundo fantástico arraigado en la cotidianidad que todo espectador conoce. Así volantazo argumental, tras volantazo argumental la pregunta que se te pasa por la cabeza según vas viendo es ¿por qué no?

 

¿Me das el número de tu camello Julia Ducournau?

Poca broma, no estoy diciendo que lo que fume es malo. Todo lo contrario. Esta directora condensa tanto en tan poco tiempo, que es muy complicado seguir todos los mensajes que lanza. Anclada en las ganas excesivas de generar algo en el espectador, se vicia y se ceba en conseguirlo.

Desde el momento del marketing, hasta el último segundo de película. No deja ningún clímax, de ninguna secuencia sin obligar al espectador a sentirse cómplice de algo. Ya sea doloroso, como el arrancar de cuajo un piercing del pezón o como el beso con lengua de un padre a su hijo.

Aunque en su propia virtud de querer despertar algo, es donde cae presa de su propia trampa. Con un personaje luchando por ser robomadre, incómoda en cualquier sexualidad y sin un lugar donde esconderse, la directora pasa de todo ello y sigue a la suya.

Es por ello, que lo emocional que te puede causar lo narrado, paso a un plano visceral. Un plano que se sobresatura y acaba siendo una risa, dejando las impactantes imágenes, a la altura de una comedia de serie b. Es así como lo que debería ser gore, es solamente un motivo de carcajada cómplice de una directora, con ganas de demostrar muchas filias y solo quedarse, en traumas superficiales.

De esta forma, sin dudarlo la directora coge el delirio de Kronenberg en Crash y le de unas pasadas de pintura moderna, con matices de problemas contemporáneos y estira el chicle, que el director no estiró.

Cambio de aceite y a casa.

 Como decía al principio, no es una película que no me haya gustado. No salí del cine indiferente, como me estaba soliendo pasar. Esta película francesa, lucha fotograma a fotograma por ser original y no caer en lo banal de la cartelera, consiguiéndolo.

Con muchísimos matices, intratextos metafóricos sobre la transexualidad y un montón de roturas de estereotipos de género, Titane se vuelve cruda y difícil de soportar si te la tomas enserio. Por el contrario si dejas de tomártela enserio, se vuelve muy disfrutable y si mi apuras, muy graciosa.