‘Entre rosas’, flores para apreciar el JOMO

Entre rosas no es cine obrero, aunque bien podría encuadrarse en la integración de los que han salido de la rueda educativa o laboral y no pueden ingresar en el sistema productivo.

Entre rosas parece una película JOMO (joy of missing out), para aquellos que quieren disfrutar de la vida real más que de su alter ego virtual.

La conexión entre la naturaleza y la reinserción laboral, amén de una idea empresarial plantada y florecida justo a tiempo, desvelan la importancia de los vínculos humanos más allá de las pantallas.

Se disfruta en esta narración de la vida artesanal. Frente al cultivo industrial, más desangelado y nada solidario, la artesanía de la horticultura nos zambulle en la búsqueda de olores, texturas y colores.

La próxima vez que te pares ante una floristería, te preguntarás cuánta investigación hay plantada en el invernadero del que procedan las flores. Visto el mundo desde dentro del invernadero, los precios no parecen tan caros. Sobre todo, si el cultivo es manual, en plantaciones familiares y con medios precarios.

También se permiten otras artes que no sean exclusivamente de cultivo para competir con el enemigo industrial, sin olvidarse de que los “nez” de los perfumes, “las narices” que crean esos aromas que desfilarán en anuncios esta navidades, son personas con un don excepcional.

Los dones se manifiestan en personas con independencia de su condición social, sólo hay que encontrar el entorno adecuado para cultivar esa nariz y darle una oportunidad. La tolerancia entre unos y otros puede crear grandes equipos que salven el partido cuando suena la campana.

Nada como una historia sin teléfonos móviles para apreciar los perfumes de la vida.