Kyle Giersdorf, alias Bugha, levanta el trofeo de la Copa del Mundo de Fortnite en Nueva York

Elegir ‘Gamer’ de profesión

Papá, soy ‘gamer’

¿Quieres ser como Bugha en Fortnite y ganar tres millones de dólares?

Hace unos días las redes sociales se hacían eco de que Kyle Giersdorf, un joven estadounidense de 16 años acababa de ganar la friolera de tres millones de dólares al vencer en la primera Copa del Mundo de Fortnite. Con Bugha otros tres adolescentes de EE.UU., Salmo, Epikwhale y Kreo, se convirtieron en millonarios, y Thiago Lapp (alias King), fue a sus 13 años el quinto mejor jugador, lo que le ha rentado 900.000 dólares. Quién diría que las tartas de cumpleaños de Fortnite darían más aguinaldo que la abuela.

De Press Start a la gente que aún no termina de entender la industria del videojuego. No amigos… Ni los tiempos cambian, ni nos hacemos mayores. “Gamer” como profesión arrastra la marca pintada con rotuladores carioca de que los juegos son para niños, y a alguno les explota la cabeza cuando leen cosas como las que voy a exponer a continuación:

Hace unos días los informativos (Y no los del mundillo precisamente) se hacían eco de que un joven de 16 años acababa de ganar la friolera de tres millones de dólares al quedar primero en un torneo oficial de Fortnite. Claro, puedo entender que esto pille de nuevas a mucha gente que aún sigue creyendo que los videojuegos son juguetes “caros” de una moda venida a menos (No va con acritud, no todos tienen los mismos intereses), pero lo cierto es que los E-sport (Deportes electrónicos) mueven cada día más y más pasta, por mucho que le pese a los padres.

Esta es una de las noticias más famosas, pero y si os cuento que el californiano Joseph Saelee, también de 16 años, consiguió 1.000 dólares en concepto de premio al ser campeón mundial de Tetris, o que Thiago Lapp de 13 años, sacó unos 900.000 dólares por quedar entre los 5 primeros del mundial de Fortnite en una competición.

No es que sean nuevos tiempos, la pasta sigue siendo pasta. Lo único que han cambiado son los intereses. La gente se pasa el día viendo partidas competitivas de League of Legends, Fortnite, Counter Strike – Global Ofensive, Rainbow Six, y un larguísimo etcétera. Canales como Twitch o Youtube han proliferado este tipo de eventos, en el que la gente puede ver en directo las distintas partidas, e incluso recibir donaciones.

Luego en los torneos no hablamos de “partiditas”. Para que os hagáis una idea, ya se ha declarado que Madrid será la sede oficial de los “Cuartos de final” y “Semifinales” en el mundial de League of Legends, en Vistalegre el 26 y 27 de octubre y el 2 y 3 de noviembre y el despliegue de medios pinta a ser espectacular, de película de ciencia ficción.

Los jugadores que consiguen destacar por su habilidad y carisma acaban siendo fichados por equipos y/o son patrocinados por marcas “gaming”, algunos acaban metiéndose en polémicas (Jóvenes que mienten sobre su mayoría de edad para poder entrar a un equipo, declaraciones desafortunadas en las redes sociales, achaques de rabia cuando pierden un partido, etc.), y otros acaban vistiendo los colores de su país o su equipo con los que representan cada partida mientras van recibiendo órdenes del entrenador.

Espera… ¿A que os suena esto? ¿Acaso esto es un…. deporte?

Efectivamente. No os creáis que el que se hace famoso en esto lo hace por que juega tres partiditas. Hablamos de gente que come, bebe, respira y duerme pensando en el juego. Los equipos entrenan a diario y buscan nuevas alineaciones y tácticas para hacerse imbatibles. Para el que siga considerando “juguete” a un videojuego, le puede estallar la cabeza, pero os aseguro que el entrenamiento es tan duro como el que puede acometer un deportista de élite. Y no es nuevo ¿Eh? Yo llevo conociendo gente que “trabaja” de esto desde hace más de diez años.

De hecho, podría dejar caer sin despeinarme que al COI (Comité Olímpico) le van haciendo cada vez más argumentos de peso para evitar que los E-Sport acaben en las olimpiadas…

¿Y que trae esto consigo?

¿Los E-Sport en las olimpiadas?

Lo mismo que cualquier deporte y lo mismo que trae la fama. Cuando hablamos de jugadores “profesionales” (Que no es lo mismo que un Youtuber o un streamer de Twitch, cuya gracia es el concepto “Showman” más que la “competición”) hablamos de gente joven, y esto abre la veda a todos los problemas que el dinero y la fama puedan traer a mentes más inmaduras, pero tampoco es algo nuevo, y seguro que si digo nombres al azar como “Macaulay Cuklin” o “Michael Jackson” esto se explica por sí mismo. Tampoco son niños, ya que según los reglamentos competitivos hace falta la mayoría de edad para participar (Aunque eso no quite que muchos entrenen desde antes de los 15 años para prepararse).

Cada deporte tiene sus riesgos, por supuesto. Los E-sport tienen también lo suyo, con chavales que pueden dar jornadas de hasta 24 horas delante de una pantalla para mejorar su técnica.

Pero paraos a pensar un poco ¿Qué tiene realmente de nuevo esto?

La respuesta es “Nada”, solo tienes que quitar “pantalla” y “juguete” para darte cuenta de que la ecuación es igual a cualquier deporte que requiera un sacrificio. Esto sin contar que la novedad de este “deporte” juega con patrocinadores de mucho, muchísimo dinero, y solo con ver la forma en la que se exhiben las partidas, uno puede entender la cantidad de pasta que se mueve en estos entornos.

En el videojuego DOTA 2 hablamos de jugadores que llegan a ganancias de tres millones de dólares, como es el caso de Kuro Takhasomi (Alemania). Jugadores como el español Alfonso Aguirre Rodriguez ha registrado ganancias de 161.000€ estando en el puesto 41 de los mejores pagados según los datos de la web eSport Earnings.

Padres y madres, por favor, esto no indica que el tiempo jugado de vuestro retoño esté desperdiciado. El sacrificio que requiere entrar en una de estas ligas juveniles puede llegar ser abrumador. Podríamos recordar a las niñas de gimnasia rítmica de las Olimpiadas, muchachas que siegan sus estudios y su futuro en ofrenda al Dios de la cosecha a cambio de ganar una medalla. Pocas lo consiguen y muchas, a poco que envejecen, acaban siendo inútiles para dicho deporte (Elasticidad, peso, altura, etc..) acabando con una mano delante y otra detrás.

Lo único que ha cambiado en el mundo actualmente es que antes un niño quería ser actor, futbolista, rockero… y ahora a esa lista de deseos utópicos se le suma la profesión “gamer”.

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