Tras veinte años al frente de la banda Mishima, Dani Vega se atreve a explorar su lado más personal en su primer álbum en solitario, Así de frágil es.
Este trabajo marca una pausa en su carrera para detenerse y abordar cuestiones personales y emocionales, realizando una catarsis a través de su música. Con un lenguaje confesional similar al de artistas como The Flaming Lips, Pale Saints, alt-J o The National, Dani crea un disco lleno de matices que oscila entre el pop optimista y un territorio más oscuro y vulnerable donde se encuentra consigo mismo.
Un viaje introspectivo y emocional
Así de frágil es surge como una reflexión profunda sobre la vulnerabilidad y el paso del tiempo. A través de sus canciones, Dani nos muestra su reverso más frágil, alejándose de la luz para adentrarse en zonas de sombra y complejidad emocional. Como dice él mismo, el proceso de creación fue intenso: “disfruté, sufrí, lloré y grité de felicidad”. Este viaje musical le permitió entablar un diálogo honesto consigo mismo, una especie de terapia que se plasma en cada nota y letra de su debut.
«Por todo»: un respiro entre sombras
Pero no todo es miedo y ausencia. A mitad del disco, Dani Vega encuentra un momento para detenerse y respirar con la canción Por todo. En este tema, con un ligero toque funk y glam, Dani saca pecho y reconoce que alguien ilumina su camino: su hijo. La canción, dedicada a la madre de su hijo, brilla como un faro de orgullo y gratitud en medio de tanta introspección. Es un respiro necesario en este viaje oscuro y autoexploratorio, casi como un punto de justificación y fuerza que le permite adentrarse nuevamente, con seguridad, en los rincones sombríos de sus miedos.
Oscuridad y catarsis en la segunda mitad del disco
La segunda parte de Así de frágil es abre con Algo ha ido mal. Inténtelo de nuevo, un tema que recuerda al ambiente sombrío de Amnesiac de Radiohead. La canción marca el regreso a temas más oscuros, donde Vega continúa explorando el miedo desde diferentes ángulos: la adicción en Untitled_42, una “ciénaga sonora” que, pese a su densidad, deja entrever un rayo de esperanza al final, y la culpa, esa otra forma de miedo.
Con Se acabó la fiesta (parte I) y Se acabó la fiesta (parte II), Dani lleva esta introspección a su punto máximo, presentando un acto final de catarsis. En la primera parte, inspirada en alt-J, plantea la culpa por la autodestrucción del planeta a causa de la vida egoísta que llevamos; mientras que la segunda parte se convierte en un clímax apocalíptico de purificación, con una instrumentación envolvente y gloriosa. Es un final arrasador que bien podría haber sido firmado por Colin Self y Radiohead en colaboración, un acto de liberación total que simboliza la paz que Dani finalmente ha hecho consigo mismo.
Un cierre en paz consigo mismo
Este “fuego” final en Se acabó la fiesta (parte II) es el testimonio de un artista que ha logrado liberarse, dejar atrás sus cargas y reconciliarse con su propio ser. En Así de frágil es, Dani Vega encuentra, a través de la música, la paz que buscaba, convirtiendo sus miedos y vulnerabilidad en una obra de profundidad y belleza liberadora.