‘Después’, de Stephen King

Después de King no hay ningún rey

por Manuel Gris.

Decir que sin Stephen King la literatura universal no sería la misma es una obviedad, como lo sería decir también que por su culpa año tras año tenemos que soportar a miles de millones de junta letras sin talento dándoselas de escritores emulando cada una de las características que han hecho de este genial autor una leyenda viva.

Así que una cosa por la otra; sobre todo cuando la segunda con un poco de práctica te acabas ahorrando millones de euros en libros que no sirven para nada.

Ahora hablemos de la última novela corta del inimitable King del terror (sí, haré muchas más veces juegos con su apellido, así que prepárate).

Tengo que reconocer que a primera vista la extensión de la obra (no llega a las 250 páginas) me hizo pensar que el pobre anciano de 73 años ya no daba más de sí, que no volverían nunca más esos tochos enormes llenos de terror y de locura donde demuestra su talento; y me declaro oficialmente un idiota por pensar eso.

Hay escritores a los que les das 10 páginas y te destrozan el alma, igual que hay otros que se creen que por publicar una basura de 50 minúsculas hojas y venderlo a 5 euros les convierte en “escritores”, pero es que en este caso el maestro logra dejarnos sin habla y enganchados a la historia solo con las dos primeras frases (y que no copiaré aquí por no fastidiaros la sorpresa).

Es realmente fascinante como nadie, y repito NADIE, excepto Stephen King es capaz de llevarte por la cotidianeidad de una forma tan pegajosa y llena de talento, de acrobacias verbales y argumentales que te detallan como alguien come cereales a verdaderas escenas de terror, y todo mientras le da voz a un chaval de 22 años explicándote algo que le pasó cuando tenía entre 10 y 15 años; ¡y con un lenguaje y tono que te hace amar a ese puto crío y que lo convierte en real!

No voy a daros el argumento ni la trama, no hablaré de más personajes o de la magia que envuelve toda la historia. Os estoy haciendo un favor.

Esta novela corta, que para muchos “escritores” sería algo inalcanzable tanto en extensión como en calidad, hay que descubrirla sin saber nada de ella, solo desde la sorpresa; igual que el protagonista describe sus aventuras sobrenaturales.

¿Y el final del libro?, porque todos sabemos que ahí está el talón de Aquiles del rey. Pues, la verdad, no esta nada mal. Sí, peca de velocidad. Sí, quizá un par de decenas de páginas más hubiesen sido mejor, pero es Stephen King, joder: ¿podrías hacerlo tú mejor?

Leelé y, si tienes valor, lee a todos los superventas españoles que hay, o aquellos autores que recomiendan los cheff televisivos o las modelos/presentadoras convertidas en escritoras, y compara.

Solo compara.

El rey sigue vivo y demostrando porque es el King (esta es la última, prometido), así que no os dejéis engañar: nadie, nunca, va a poder superarle. Y el que lo niegue que se dedique a juntar letras, que en poco más va a parecerse al genio de Maine.

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