Se suele decir que un mal guion difícilmente lo salva una buena dirección. La guerra del mañana tiene un poco de ambos, y si bien Amazon nos da un blockbuster bastante decente, para disfrutarlo debes aceptar cenicero cómo animal de compañía.
La guerra del mañana nos trae una premisa dramática, a priori, interesante. Gente del futuro que viaja a nuestra época para decirnos que en unos años una amenaza alienígena va a llevarnos al borde de la extinción.
La guerra está a punto de acabar y no pinta bien para nuestra especie. Así que necesitan “voluntarios” a los que enviar al futuro para que luchen las últimas batallas de la humanidad.
Esto nos lleva a seguir el punto de vista de Dan Forester (Chris Pratt), que acudirá a esas misiones suicidas tratando de conseguir un mundo mejor para su hija pequeña; y cómo luchar por el mañana queda “más mejor” en pantalla a base de tiros contra ratas alienígenas que con sesudas cumbres del cambio climático, pues al lio.
Luego seguiré con el argumento, pero vayamos a la parte técnica.
La guerra del mañana viene dirigida por Chris Mckay, el mismo que nos trajo alguna de las entregas más divertidas de la franquicia cinematográfica de Lego, y digamos que cumple con lo que quiere conseguir la película.
El resultado es pintón; un entretenimiento bastante divertido que solo quiere que pases un par de horas con el cerebro apagado y disfrutando de unas escenas de acción que están bastante bien rodadas.
La música y la fotografía igual; por la parte técnica poco tengo que decir salvo que cómo mínimo sabe cumplir con el propósito de la cinta: una vez más; hacerte pasar un rato entretenido.
Ahora, donde tenemos problemas por todos lados es en el guion. Considero que una película no se distancia mucho de un truco de ilusionismo (Y si no, que se lo digan a Méliès). Un buen truco asombra al espectador, y no deja de ser un engaño, pero implica inteligencia en la mentira. No lo pienses, solo disfruta, y eso está bien.
Ahora… Sí el ilusionista te dice que va a hacer desaparecer la pelotita de su mano, y te pide cómo espectador que cierres los ojos con mucha fuerza mientras lo hace… Mal vamos.
Y La guerra del mañana tiene un argumento que parte de una premisa muy chula para luego hacer derrapes sin sentido y acabar con uno de las mayores cagadas del mal guionista: hacer entender al espectador que todo lo que ha visto no ha servido para nada.
SPOILERS a partir de aquí. ¡Avisado estás!
Malo es que vengan del futuro para pedirnos que vayamos allí a luchar batallas difíciles.
Malo es que, además, vengan sin avisar que tipo de amenaza se encuentra allí (la excusa es que si lo dicen, sería tan horrible que nadie se apuntaría; algo que es tan estúpido que se contradice consigo mismo cuando ves que obligan a la gente a “apuntarse” igualmente).
Malo es que además mandes a civiles sin ningún tipo de formación en armas o procesos militares, y que probablemente se acaben matando entre ellos antes que a los “bichos en cuestión”.
Malo es que se lleven a científicos al futuro (cómo es el caso de uno de los secundarios que acaba en poco más que alivio cómico) y en vez de ponerle a investigar, le des un rifle y le digas: los bichos están por allí.
Malo es que no traigas el cadáver de algún bicho para investigar mejor (usando la infraestructura completa de una sociedad que sigue en paz) lo que en el futuro; diezmados y ajados; no podéis…
Y una larga lista más de “Malo es que…”, pero ¡oye! Cenicero cómo animal de compañía. La cinta no quiere que hagas un master en física cuántica.
Quiere que te diviertas, así que no lo pienses demasiado. ¡Y fijaos que no estoy soltando chorradas de paradojas temporales!
El problema viene cuando descubres que toda esa misión de mandar al prota al futuro para conseguir una toxina que acabe con los bichos NO SIRVE ABSOLUTAMENTE DE NADA.
Al final, incluso con la toxina, tan solo hace falta investigar una garra de los bichos para saber donde van a salir antes de que lo hagan (¡Ains! Si los llegados del futuro se hubieran traído el cadáver de unos de esos aliens en vez de llevarse a panaderos para luchar en el futuro), para luego ir allí con la toxina y… tampoco usarla; es más espectacular reventarlo todo con C4 y con una batalla final contra la matriarca alien en el que hay hasta puñetazos y patadas.
¿Y la toxina? De recuerdo. La premisa de 2 horas de cinta para acabarla a puñetazos. ¡Con un par!
Y en conclusión
El problema de La guerra del mañana es su mal equilibrio entre defectos y virtudes.
Por un lado una película muy divertida que te recordará a productos emblemáticos cómo Aliens o Starship Troopers, pero por otro lado, le falta el carisma que tenían esas cintas, y un guion que no te tome por idiota.
Uno que debes aceptar y tragar sin masticar si quieres disfrutar dos horas de momentos de buena tensión y acción. Si pasas por el aro, la película es disfrutable.
No es una mala película, pero le ha faltado “esto” para ser una buena.