‘Alegría’, de Manuel Vilas

Ordesa, segunda parte

por Manuel Gris

Hay escritores a los que, de un modo completamente ciego y sin cuartel, defiendo cada vez que sacan un libro. Siempre.

Ya sea porque me marcaron en su día, porque el primer libro me lo regaló alguien muy especial, o porque compré una obra suya durante el día de mi boda (sí, este es el caso), estos autores tienen mi respeto de una forma parecida a la de los soldados llanos que, dirigidos por sus generales, se lanzan de cabeza a misiones suicidas con la seguridad de que morirán, pero lo harán con una sonrisa en la cara.

Salvando las distancias, porque no soy de los que mata sin algo de razonamiento en la ecuación (me refiero a en el caso de que algún día toque, se entiende), esto es exactamente lo que me pasa con Manuel Vilas.

Un hombre nacido en Barbastro y que, sin haberle, por desgracia, conocido en persona más allá de dos frases o tres a las que podríamos llamar conversación, tiene todo mi cariño y respeto, y le leeré siempre, publique lo que publique.

Sea bueno, malo, una obra maestra, o un truño de proporciones bíblicas.

Y esta vez, con Alegría, me ha vuelto a ganar.

Aunque era relativamente sencillo, porque no es más que la segunda parte de una de las obras más profundas y directas, más duras y al mismo tiempo divertidas (sí, es que este hombre es la hostia), que leí en 2019: Ordesa (publicada por Alfaguara).

El motivo por el que Alegría ha sido ganadora de este premio es, sin más, lógica hasta para los menos inteligentes, porque retoma ese tono sincero y puro, lleno de esperanza, que ya nos regaló el señor Vilas en su anterior obra.

Pero (sabíais que iba a haber un pero) la semifinalista del premio Planeta, siendo más buena y poseyendo mejor calidad que algunos de los vergonzosos BestSellers que nos ha escupido este año que acaba, no deja de ser una segunda parte, un apéndice, de lo que habíamos disfrutado durante su anterior novela, pero llevado al momento personal e intenso que puede dar el vivir con esa mochila a cuestas y asimilar todo lo que está llamando a tu puerta.

Sus frases directas como una bala y que te dejan pensando, están ahí, igual que ese pasado que se mezcla con el presente y crea la personalidad única del protagonista, pero hay sorpresas que solo pueden hacernos saltar una vez en la vida.

Celebro poder volver a este tipo de historia, a esa poesía lírica que usa en todo momento y que forma parte de su sello (uno muy claro y que nadie puede igualar), pero a todos los que hayan entrado en Alegría les invito, sin duda alguna, a hacerse con Ordesa; porque hay segundas partes que igualan o superan (no es el caso) a su antecesor, pero hay que tener claro que sin este, de ninguna de las maneras, podríamos tener nada.

¿Un consejo para estas fiestas?

Coged un bolígrafo y apuntad en la carta de los Reyes algo tan sencillo como: LO QUE SEA DE MANUEL VILAS.

Es una apuesta segura.