Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

¿Hola?, ¿hay alguien tras esa pancarta?

En mis oídos hoy suena metalcore del bueno, de ese que estás más atento de los solos y los dobles bombos que por entender la letra (ya que a veces lo importante en estos casos es el sentimiento que transmite el animal que se está dejando la voz a cada berrido), y dejo que entre toda esa rabia, todo ese odio y frustración para que, de algún modo, la que tengo dentro se quede bien quietecita. Bien tranquila.

Que encuentre la paz.

Y es que, viendo hacia dónde vamos como sociedad, como país, como planeta, la verdad es que casi prefiero que explote todo ya de una vez que seguir aguantando como un pequeño grupo (porque es muuuuuuy pequeño) se empeña en comernos la cabeza con gilipolleces sin sentido que defienden como si les fuera la vida en ello, cuando en realidad solo son sus carteras las que sufrirían si se descubre la verdad.

Porque, sinceramente, ¿a estas alturas alguien se creen a todos estos defensores de la moral/medio ambiente/”feminismo”/justicia que salen en la tele?, ya sabéis, esos que un día aplauden porque meten a unos blanquitos en prisión y al otro ni salen de casa cuando son de color marrón los que han hecho exactamente lo mismo, o peor.

O los que te señalan/atacan por decir que se están pasando con sus reglas sobre el medio ambiente, o te insultan porque no reciclas o investigas con animales, y después cogen su coche todoterreno o se compran cinturones de cuero, o corren al hospital y lloran cuando les sale una mancha en el antebrazo o sus parientes cercanos tienen cáncer y piden una solución que, según ellos, debemos sacarnos de la punta de la polla sin que ningún animal sufra.

Ya sabéis, sin duda, a quienes me refiero, y son fáciles de reconocer porque te dicen qué tienes que hacer y cómo y cuándo, pero ellos no predican con el ejemplo.

Me encanta, lo juro, verlos con sus cochazos y aviones y barcos privados llegando a cumbres del medio ambiente, insultar a todo el mundo, y salir corriendo a sus casas donde lo que gastan en aire acondicionado podría dar electricidad a toda una aldea de esos niños negros muertos de hambre que llevan en sus banderas.

Adoro observarlos, porque me hace sentir mejor. Más inteligente.

Menos hipócrita.

Pero debo ser un poco más blando con estos gilipollas, un poquito, porque en realidad la mayoría de ellos no son malas personas.

Solo son imbéciles. Necesitan tener una causa para luchar y, como buenos borregos, las encuentran en la televisión o los discursos de esos genios de la lámpara que les prometen todo el oro del mundo mientras cruzan los dedos detrás de la espalda.

Y es que nadie nace gilipollas, no hay un gen que te convierta en un descerebrado lame culos y mama pollas de líderes, o como los asesinos en serie no siempre es así, sino que se crea porque al sistema le interesa que estén ahí, que griten y protejan los intereses de los marionetistas cogiendo de los pelos a los que tienen que arden y haciéndose los sordos y ciegos cuando es otro el que hace cosas peores o igual de despreciables.

Y pobre de ti que les digas que están siendo guiados o que no usan algo tan fácil de entrenar como el raciocinio (¿sabrán lo que significa leer y estudiar?), porque a todos, a estas alturas, nos han llamado fascistas o machistas o “inteligente” (con esas graciosas comillas), o mil cosas más, solo porque dices que se lean una puta sentencia antes de opinar o que recuerden lo que pasó hace unos años/meses/días.

Ya se sabe que memorizar cosas y mantenerlas en letargo para usarlas más adelante y que no te la metan hasta el fondo, es agotador, casi digno de un sacrifico medieval, como un boomerang que va directo a tu cabeza al cabo de un tiempo y que muy pocos, poquísimos, son capaces de coger sin que les revienten los sesos.

Así que se agachan, sonriendo, y con una pancarta bien bonita en la mano, dispuestos a morir por su salvador, por su líder; por aquel que no hará nada por ellos a parte de darles una causa para que lleguen a sus tumbas creyendo que toda su mierda de existencia sirvió para algo.

Y posiblemente con solo un ojo. Seguramente.

Así que voy a poner bien fuerte el nuevo disco de As I Lay Dying y seguiré con lo mío, alejado de los gilipollas pero, con poco tacto por falta de paciencia, dispuesto a ponerles delante de sus narices todos los memes, artículos, links, videos y demás pruebas de que la lucha que mueve su existencia solo les va a dar un par de cosas en el futuro: una vergüenza inmensa, y la sensación de que malgastaron algo tan importante como su propio tiempo.

¿Creéis que reaccionarán?

Voy a poner el volumen a 99%.