‘Climax’, Festival de Sitges

Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges

Climax: La paranoia de Noé elevada a la enésima fiesta rave

por Àlex Caballero

Previo al pase del nuevo artefacto confeccionado por Gaspar Noé, tuvimos la suerte de presenciar la entrega del Premio Màquina del Temps otorgado a Pam Grier en reconocimiento a una carrera que se compone ya de varias décadas. Muy amable, atenta, simpática y graciosa la Grier dio las efusivas gracias al Festival y a sus asistententes por tan distinguido premio, sin olvidarse de mencionar la necesaria función que desempeña  en varias ONG’s para la recuperación y la vida de animales en condiciones adversas. Una crack vamos. 

Pero el espectáculo en vivo no acababa aquí, Gaspar Noé y todo el reparto de la película aparecieron por el pasillo del Auditori del Melià en formación de a uno bailando como posesos al ritmo de uno de los temas de la película realizando una performance de baile de lo más sorprendente y entretenida con un Gaspar Noé jaleándolos como un histérico y haciendo aspavientos como un descosido. Épico es decir poco. Performance a la que posteriormente le siguió una breve presentación oral al micro de la película articulada por  Gaspar Noé en su español natal (argentino de nacimiento). Momento del cual quiero extraer una frase concreta que dijo  Gaspar Noé: –Clímax es mi primera película “casi” para todos los públicos-. Algo que podremos afirmar más tarde, con muchos matices y enfatizando ese “CASI” hasta las mayúsculas si hiciera falta.

Qué Clímax es la película más accesible (sin serlo) de este incómodo director, es bien cierto, pero que la película sea para todos los públicos (sexo, drogas, perversión y música disco a raudales), tampoco es así, por ello lo de enfatizar el CASI al máximo. Estamos ante un filme que provoca ansiedad, claustrofobia y desasosiego gracias a una única localización, un club privado en el que un grupo de bailarines se han congregado para disfrutar de un fiestón todos juntos, y que acaba convirtiéndose en un psicodrama de aúpa después de que uno de ellos (toda la película estarán buscando al culpable del hecho) pusiera LSD en la bebida. Dato que ocasiona un crecimiento paranóico y desaforado en todos ellos y que acabará apuntando a un final en el que prácticamente todo queda patas arriba (esa secuencia final de 15 minutos es un reto al equilibrio cerebral humano de escándalo y medio).

Lo primero que me gustaría agradecerle a Noé es la duración, sobretodo sabiendo que estamos en un año en el que en el Festival de Sitges hay muy pocas películas que no pasen de las dos horas de duración, lo segundo es el diseño de la película (todo el tema de los créditos pasados antes de que comenzara el filme, los nombres de los actores en neón fluorescente y el de los artistas a los que ha acudido Noé para confeccionar la banda sonora de la misma guisa), lo tercero es ese rocambolesco compendio de referencias y citas cinematográficas que ha utilizado para componer la historia (ese principio con las declaraciones de todos los bailarines en formato entrevista pasadas por una tele de tubo rodeada de todo tipo de VHS es una muy buena definición de lo que está por venir) y por último la selección de los actores, el apartado técnico (iluminación, planos, confección de las escenas…) y las secuencias de baile, una verdadera maravilla que te dejará  con unas ganas locas de volver a los 90 y petarlo bien fuerte en una de esas raves de la época en las que TODO estaba permitido. 

En mi ranking personal del director argentino Clímax se situaría a la par de Enter The Void y por debajo de su triada insuperable compuesta por Seul Contre TousIrreversible Love 3D. Es por eso que Clímax se lleva un notable alto, un sólido ocho es su puntuación, y no llega a las excelencias (9-10) de su triada ya nombrada. Eso sí, Clímax es un excesivo y desbordante cebatil de droga, perversión, odio, paranoia, frustración y música disco, elevado a la categoría de arte cinematográfico, que te dejará noqueado durante días.

Puntuación 8