Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Nuevas elecciones, mismos payasos

Lo bueno de las elecciones, y al mismo tiempo lo malo, es que cada día hay una noticia nueva, una mentira más, y diferentes actos o declaraciones o payasos que se suben a la tarima y hacen su espectáculo de turno. Y sí, me he declarado apolítico y he animado a todo el que me habla del tema a no votar debido al panorama de aborregamiento severo y estupidez bovina que nos está invadiendo en esta ocasión (y porque no hay un puto partido que esta vez tenga un mínimo de interés o de transparencia como para que le entreguemos el voto), pero una cosa es que sea un nihilista profundo en este tema, que me la sople por completo, a que no tenga los ojos abiertos y me hagáis entre todos alucinar con vuestras pocas ganas de evolucionar y preferir quedaros quietos mientras día tras día asistimos a esta fila india de tonterías que invaden nuestras noticias (y lo peor es que da igual el medio, porque ahí solo cambia el tono, pero el fondo si se sabe mirar está ahí).

Así que, más o menos obligado porque en realidad hablar de estos asuntos es casi llegar a mi nivel máximo de cabreo, voy a tocar tres temas que a lunes 1 de abril (ya veremos cuál habrá nuevo para el viernes cuando se publiquen estas líneas) que me parecen de obligado análisis (breve) por mi persona.

Vamos allá; y ya sabéis que si os ofendéis, aquí estoy para charlar del tema. Sin problemas.

Las disculpas caducas que no miran al futuro.

Un gran hombre ha dicho estos días que mirar el pasado con ojos presentes es una barbaridad, y estoy con él al 100%. En mi opinión no hay peor forma que evolucionar que no saber mirar atrás y solamente aprender, porque aquellos que se dedican a remover la mierda, o en el peor de los casos simplemente los hechos, y tratar de sacar tajada de ello y la anormalidad de aquellos que les siguen, son la peor clase de persona que existe, y no por retrasados u oportunistas, sino por la manipulación descarada y ruin que se hace de la historia. Y sí, estoy hablando de la “gran idea” de que pidamos disculpas los españoles por lo que Hernán Cortés “hizo” en su día, porque solo alguien con en encefalograma plano, o que quiere rascar algunos votos y escoge el camino fácil en lugar del que todo político debería escoger: trabajar duro (todo apunta a que es esto último lo que mueve al intelectual de turno), es capaz de coger algo situado en un marco cultural distinto al nuestro y aplicar las reglas del presente, sin tener en cuenta la motivaciones de aquella época, de sus protagonistas y de lo que sintieron. Porque si nos ponemos así me da que la mitad del planeta estaría pidiendo disculpas a la otra mitad por lo que nuestros antepasados defendieron con más o menos acierto, y el rencor por eso nos llevaría finalmente a un enfrentamiento que, a éstas alturas, yo creía que estaba más que superado.

¿O es que somos todos gilipollas y no sabemos vivir nuestras vidas sin odiar a los demás por el dónde vienen o qué nos hizo su religión, raza, nacionalidad? Quizá si somos algo gilipollas…

Cuando la paz se consigue impidiendo a los demás ser libres.

Este va a ser algo breve, porque si de verdad necesitáis mucho análisis para lo que pasó este pasado sábado en Barcelona, la verdad, no vale la pena conversar mucho.

Dejando de lado qué partido estaba en un lado o en el otro (pero haciéndonos fríamente una pregunta: ¿qué hubiese pasado si se hubieran cambiado las tornas en Madrid cuando los pasmados estuvieron haciendo su circo en Cibeles?), está claro que hay un sector de mi ciudad y mi provincia que tienen eso de las definiciones de las cosas un poco tergiversada. Porque, según parece, la libertad de expresión de ellos no vale cuando se aplica a los demás (como la libertad de manifestación política), y porque si para alguien solamente porque una persona lleve una bandera con un dibujo u otro ya es un fascista y merece recibir una paliza, pues entonces está claro que la evolución humana y la manipulación de los débiles que necesitan una lucha (aunque esta sea falsa y sin sentido) para sentirse realizados, ha llegado en un caso a lo más bajo y en otro a cotas difícilmente imaginables hasta para los que llevan la batuta.

Mi ciudad está rota, y lo peor es que los que deberían hacer algo, que suelen ser unos señores sentados en sofás de madera y otros con porras, no hacen nada para evitarlo aparte de mirar hacia otro lado y mostrar así el favoritismo, esta vez sí, nazi que hace que el totalitarismo llegue a donde jamás debería volver.

¿Y si, ahora me pongo optimista, lo de desenterrar a Franco es solo para dejar espacio a los nuevos fascistas que van con el amarillo como símbolo que señala quién es de su bando y a quién se debería atacar? En tal caso, por favor, saquen los huesos y entierren al nuevo dictador, por favor.

Cuando algo importa solo porque hace ruido.

Acabo con lo más reciente y, al mismo tiempo, importante por su gravedad y cara dura por parte de los que quieren llegar a lo más alto, porque ya estamos todos muy acostumbrados a que los nuevos candidatos se dediquen a sacarse de la chistera temas olvidados durante años solo para rascar votos y conseguir mejores puestos en la cumbre, pero si este comodín es la gente de los pueblos pequeños, y por lo tanto lo que llevan a cuestas la gran mayoría del trabajo que hace que la sociedad se mantenga, es más grave e insultante de lo que normalmente es.

El domingo se unieron todos los que durante años han visto cómo sus queridos pueblos eran abandonados por los de arriba, obligando a los más jóvenes a irse y vivir en otras ciudades más respetadas por los que no les hacen caso o les ayudan, y eso no es tampoco evolución ni hacer que la vida de tus ciudadanos mejores. Eso es destruir algo que hace que nuestro país sea bello, que le da vida y nos debería enorgullecer y hacernos de verdad luchar por lo que importa: los lugares de donde vienen la mayoría, por no decir todos, nuestros antepasados o incluso padres. Abandonar los pueblos agrícolas, las pequeñas comunidades, y no hacer nada para que sigan adelante y hasta crezcan si los de allí lo quieren, es posiblemente la mayor injusticia que estamos viviendo en nuestra actualidad. Olvídate de los desahucios de personas que no supieron leer con calma el contrato del banco, de los desempleados que apoyan a los mismos que después destruyen sus puestos de trabajo, o los abusos y la educación precaria y neandertal de nuestro jóvenes que no tienen en casa una figura culturalmente inspiradora, lo que de verdad debería avergonzarnos es que esos pequeños, pero con personalidades mil veces superiores a nuestras “modernas ciudades”, pueblos se estén cayendo a cachos y nadie haga nada por remediarlo, que no tengas hospitales ni colegios como es debido, y que se acaben abandonando a su suerte igual que hacéis algunos con vuestros padres o abuelos mayores.

¿No os preocupa tanto el pasado, ese que no dejáis de tener en vuestras dormidas lenguas, a la hora de hablar de política y odiar a unos o a otros?, pues empezad por el que veis en vuestro espejo, porque me da que debería tener más claras sus prioridades y empezar a pensar antes de seguir al líder de turno y sus eslóganes panfletarios sin fondo ni verdadera utilidad.

He sonado muy cabreado, ¿verdad? Bueno, quizá sea porque estamos viviendo demasiadas cosas a la vez, la mayoría cubiertas por una inutilidad que me hace dudar sobre si merecemos de verdad ser salvados, si de verdad nos hemos ganado que alguien nos ayude a volver a levantarnos. Y, sinceramente, si yo fuera aquel al que le pedís que os de la mano, que tiré de vosotros para que volváis a estar en pie, creo que os daría una patada en la boca sin dudarlo.

¿Para qué sirve hacer que alguien se levante si, a los dos pasos, va a caer de nuevo en el mismo agujero? Supongo que solamente para que alguien como yo, y muchos más, escribamos y sintamos que hagamos lo que hagamos, nada va a servir para una mierda.

Buenas elecciones tengáis, amigos.

Os las merecéis.