Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

Los niños son lo que son

¿Sí?, ¿de momento bien?

Genial.

Ahora llega el punto en el que las cosas se complican, porque conllevarán usar un poco la memoria y entender un par de cosas antes de comenzar a señalar algunos aspectos de nuestra estúpida sociedad. Y como no hay mejor forma de dar ejemplo que abriendo el corazón, empezaré por mí: sí, cuando estaba en el colegio fui diana de algunos abusones. Lo sé, lo sé, queréis abrazarme y meterme en un rincón seguro para decirme que vais a mejorar el mundo, y tal y cual, y que vais a luchar para que los chavales de ahora no repitan nuestros errores, y pascual y menganito, pero, esperad, porque lo divertido viene cuando digo que yo también fui un abusón con otro chico, creando lo que se denomina (y cuyo término me acabo de inventar) La Rueda del Abusón (LRA).

¿Os explotó la cabeza justo antes de veros también vosotros en la tesitura que estuve yo, o seguís queriendo llenarme de besitos falsos y rodearme de proclamas repetitivas?

Entiendo…

Esta rueda, y pido, por favor, que uséis vuestra memoria para visualizar esa época de vuestra vida y ser conscientes de que también la vivisteis en primera persona (aunque vuestra ideología o estatus social de personaje brillante os obligue a taparlo con todo lo que se os ponga a mano), es lo que hace que una personita entienda los recovecos de las relaciones sociales del mundo, que por desgracia suele estar lleno de hijos de puta que te dan una patada y tú tragas, hasta que algunos, incapaces de devolverla por el motivo que sea, a veces toman la vía rápida, y la LRA vuelve.

El problema viene cuando los “intelectuales” de las “élites” creen que tratando de romper la rueda desde pequeños, metiéndoles en la cabeza a los niños que joder al prójimo está mal, va a hacer que nuestra realidad se vuelva sabor piruleta y que haya arco iris en lugar de nubes; porque nunca será así. No, amigüitos, esto no funciona así, porque alguien que llega a convertirse en un mamón que solo le llena su existencia el joder al próximo, por mucho que de pequeño le digas que pare, que eso está mal, en realidad es cuando crece que elige ese camino, que escoge que esa será su finalidad en la vida.

Es el adulto el que escoge el camino a seguir, y no un niño que apenas sabe para qué sirve su entrepierna.

Los niños son unos malos patológicos, son pequeños anarquistas antisistema que en cuanto tengan la oportunidad prenderán fuego la caseta del perro (a poder ser con el perro dentro), y que cuando alguien extraño o diferente se pone delante optará por dos caminos: quedarse parado y analizar, o lanzarle piedras.

¿Habéis visto alguna vez a un anarquista antisistema aborregado (hay alguno que no lo está, pero vamos a jugar a generalizar un poco) analizar lo que tiene delante antes de atacar?

Pues eso.

Por muchas tonterías que queráis meterles en la cabeza a los niños, por muchos embudos de acero al rojo que traten de incrustarles por el oído, nunca tendrán la suerte de hacerles ver el mundo de un modo distinto a un enorme patio de recreo donde las reglas de los demás son poco menos que un pañuelo usado.

A menos que mamá o papá se pongan de pie. Entonces ya os aseguro que paran, y aprenden.

El problema de la sociedad actual es que se creen que los niños son como los perros, que con repetirles tres trucos una y otra vez, al final actúan sin pensar llevados por la confianza. Y para nada. Si fuera así, si repetirles mil veces lo mismo para ponerlos en tu bando, funcionase, toda la generación de mis padres deberían ser fervientes religiosos gracias a los rezos y misas, del colegio y de casa, que vivieron.

¿Entendéis ahora por qué nunca hay que olvidar el pasado?

Pero ahora, antes de acabar, vamos a hacer un par de ejercicios.

Primero, volved a recordar cuándo erais pequeños, esos recreos donde le dabais balonazos al idiota que le tocaba ser portero, como os reíais de las niñas simplemente por serlo, o del chico que le gustaba más jugar a los cromos o leer que ponerse hasta el culo de barro. Recordad cómo hacíais el gamberro y llamabais a uno mariquita, a otro gordo, al de allá guarro, al del fondo pobre, y como excluíais a las chicas de vuestro grupo, y ellas hacían lo mismo del suyo.

Ahora a por el segundo ejercicio: miraros al espejo, mirad la persona que sois y cómo respetáis a los demás (en caso de que seáis personas normales, y no completos idiotas que anteponen las etiquetas al interior de alguien… en ese caso ¡fuera de mi artículo, anormal!), sin que el sexo, la ideología o el físico sea algo relevante a la hora de llamarlo amigo o respetar su libertad. Recordad cómo todo lo que hacíais de niños os enseñó que eso estaba mal, que menudo hijo de puta era, y cómo crecer con eso en la mochila ha sido más una bendición que una tortura.

Y ahora el tercero y último: pensad en vuestros padres, en cómo os educaron (que no formaron), en como os inculcaron ser buenas personas y portaros bien, ¡pero eran los padres!, ¡¿quién le hace caso a los padres?!, ¡YO NO! ¿Y los profes?, ¿esos inútiles que te tenían manía? ¡Venga ya! Vosotros hicisteis lo que quisisteis, y ellos, como debería haber sido, os pusieron en vuestro sitio cuando tocaba del modo que creyeran oportuno (¿que nunca os dieron un bofetón o un mal grito? No seáis mentirosos, por favor…).

Nadie va a poder quitarle nunca a un niño el que sea un mamón, y eso vale para todo el mundo: sea gay, hetero, negro, blanco, gitano, moro, lo que sea: si es un niño va a ser un cabrón en toda regla en algún momento, y por mucha mierda que les queramos hacer tragar por la fuerza no va a cambiar eso.

Como despedida me gustaría mandar un saludo a Frederic, el chaval que se burlaba de mí en E.G.B. y me cantaba la canción de la telenovela Manuela una y otra vez, tratándome como una niña por mi pelo largo y mis pocas ganas de jugar al futbol, animando a los demás a hacer lo mismo que él. Frederic, espero que con tu novio vaya todo bien, y que, igual que yo, nunca te hayas podido olvidar de lo mucho que me ayudaste a formar mi carácter, a saber aceptar los golpes, levantarme, y tirarme de cabeza a por el siguiente muro que vencer sin necesitar que nadie me ayude o me proteja del próximo moratón si no es totalmente necesario; que es el modo en que se debería enfrentar todo el mundo a los problemas.

Estuvo muy bien tu intervención en el Diario de Patricia, por cierto.

Muy divertida.