El maravilloso y nada tóxico “fandom” literario

Un escritor es una persona (aunque a veces no lo parezca) que se mueve entre la soberbia y el complejo de inferioridad, un drogadicto que busca su dosis diaria de halagos.

Hay de todo en la viña del Señor, pero por norma general pintores y escritores suelen ser los más vanidosos hijos de puta que existen en el mundo del artisteo. (En este grupo incluyo con mención de honor a los poetas trágicos, aunque estos se podrían incluir en un mundo aparte: el suyo).

El mundillo literario es como un lavabo masculino lleno de hombres orinando. (Nada de erotismo bizarro por favor). En ese lavabo todos están mas pendientes de ver la polla del de al lado que en centrarse en la suya y compiten para ver quien la tiene más grande. (Por favor que nadie se ofenda por lo del lavabo masculino, ya que no me imagino esa competición de tamaño de órganos sexuales en un lavabo de mujeres).

Yo publiqué mi primera novela en el año 2015 en una editorial de medio pelo y ahí empecé mi “carrerilla” de obstáculos en este mundillo. He de decir que pertenezco al gremio de escritores “currantes y pringados”, uno de esos que se alegra cuando vende un solo ejemplar a un desconocido en alguna presentación o feria. Por esa razón cuando, poco a poco, fui introduciéndome en esta absurda competición empecé a ver la luz y me sorprendió, pero para mal, claro está.

Una de las cosas que mas me chocó fue ver a esos escritores que se las dan con los mismos aires de superioridad que Superman tras echar un polvo con Wonder Woman. Pero, a ver hijo de mi vida… Un Pérez-Reverte o un Vargas Llosa pueden permitirse el lujo de ser unos gilipollas (que no lo digo que lo sean, bueno el segundo un poco sí), pero han vendido millones de libros y escriben muy bien.

Esos aires de grandeza en estos ambientes son tan patéticos que dan ganas de reírse porque no deja de ser una competición de pobres para ver quién es menos pobre.

Como he dicho, y menos mal que así es, hay de todo. También puedes encontrar a gente de puta madre que ha conseguido cosas y no va “salvando la vida” con su mirada al resto. (Como por ejemplo mis compañeros de la PAE donde, pese a nuestras diferencias intentamos que prevalezca el buen rollo entre sus miembros).

Pero como los humanos somos seres sociales nos asociamos, creando “clanes” de escritores “afines” a algunas editoriales o incluso tendencias políticas.

Clanes que, en vez de luchar por un objetivo común, se enzarzan en peleas absurdas para ver (como he dicho antes) “quien la tiene más grande”, entorpeciendo el diálogo entre diferentes posturas que son necesarias para una mayor pluralidad.

¿No estaría bien dejar de tirarse mierda y unir esfuerzos para conseguir que las pequeñas editoriales (que son las más pelean por sus autores y que más se arriesgan) puedan conseguir más lectores y sobrevivan?

Recuerdo una cena en la Hispacon en la que me sentí bastante abochornado. Era la entrega de los premios Ignotus (algún día hablaré largo y tendido de estos premios y su forma tan “justa” de votación donde puede ganar el premio una novela que no la haya leído ni una persona que la haya votado) y aluciné cuando un grupo empezó a aporrear la mesa y gritar cuando nominaban a los “suyos” siendo bastante maleducados porque no dejaban hablar a los presentadores e interrumpían constantemente como un grupo de hooligans. (A lo mejor habían consumido mucho alcohol o alguna droga, no lo sé). Ahí me di cuenta de que incluso en este mundillo cada grupo persigue el poder como una versión marca Hacendado de Juego de Tronos.

Y digo yo… ¿no se puede trabajar en equipo para conseguir fortalecer el panorama y dejar los putos egos a un lado?

Puedes tener diferencias con el resto, pero se ha demostrado que siempre que el ser humano ha trabajado en equipo, superando las diferencias con los otros ha conseguido grandes cosas. Estaría bien dejar de lado la cuarentena de nuestras ideas (de las que hablé la semana pasada) y abrir la mente, aunque creas que eres el ojete del mundo.

Yo siempre he pasado de polémicas absurdas en redes sociales (que es donde más disfrutan algunos/as mostrando su ira). Si puedo evitar una discusión, la evito a no ser que considere que algo es injusto o necesite expresarme. Tampoco me gustan las faltas de respeto ni los ataques personales cuando te quedas sin argumentos, pero tampoco me gusta callarme las cosas si pienso que algo está mal (siempre bajo mi punto de vista).

Si esto pasa en pequeña escala, no me quiero imaginar lo que ocurrirá tras las bambalinas de los más famosos…