Esto es más un artículo de opinión que otra cosa, claro está. Pero puesto a empezar con obviedades, debería empezar diciendo que los videojuegos no son una primera necesidad. Y no hay forma de refutar esto. Comer y beber son primeras necesidades, y muy hecho polvo en hierro tienes que estar para comenzar a comer componentes electrónicos de nueva generación.
Y bueno, digo nueva generación porque así es como se venden las consolas que están por llegar. PS5 y Xbox Series S son dos bestias pardas en términos de calidad/precio entre lo que ofertan y lo que cuestan. De eso tampoco tengo duda.
Pero volvamos a la importancia de una consola.
Creo haber dejado claro que no hablamos de productos de primera necesidad ni de lejos. Y si estás pensando “¡Obvio, tío! No estás descubriendo nada” te felicito, eres un ser que no abunda; inteligente.
La importancia de una consola se mide en la felicidad o la estimulación mental que te pueden ofertar SUS JUEGOS. Los habrá que te hagan pasar el rato, los habrá que te enamoren, y los habrá que te aburran. Eso también es normal, (y obvio) pues hablamos de representaciones lúdicas y artísticas cuyos conceptos nacen de la imaginación humana, y del negocio que se establezcan por un rédito económico y artístico. Tanto Sony, como Nintendo, y Microsoft son empresas que buscan mantener, no solo los sueldos de sus altos directivos, también el de sus empleados base. Y es que unas instalaciones no funcionan sin un limpiador. Una infraestructura tecnológica no sirve de nada sin gente encargada de su ciberseguridad. Y no hay juegos sin un hardware, que previamente, ha sido desarrollado por una plantilla de trabajadores.
Y por supuesto, como empresas necesitan de sus consumidores. Es decir, a ti, colega. Y si una no hace las cosas bien, tu no tienes por que renunciar a tu hobbie cuando hay más empresas distintas que ofertan propuestas similares. Renuncias a la empresa, a la consola, al cacharro, y te pivotas hacia la de al lado.
¿Y se traduce esto en que debería reinar una armonía dentro del consumidor, alentando la competencia por un trato mejor?
MP: es decir, Mis Pelotas.
Y no me canso de decir que la industria necesita madurar. Me canso de dicha realidad cuando veo el mal fario que se desean unos y otros.
Con estas nuevas propuestas en forma de consolas de nueva generación a la vuelta de la esquina, solo hace falta mirar en cualquier red social para ver la amalgama de burlas que se procesan los “hinchas”.
Me produce un pelín de asco el fanatismo, que se le va hacer…
Malo me parece que tengamos el fanatismo en la política. Un sectarismo ideológico. Malo me parece que los de un equipo de futbol se partan la cara con los del contrario. Y en términos de consolas, no iba a ser menos.
Por que no hablamos de patatas, tomates, o respiradores ¡Hablamos de consolas! ¡De objetos que deberían ser capaces de crear reproducciones artísticas de alto nivel! Y nos quedamos en la superficie golpeando con un palo al que opine distinto a nosotros.
Aquí va la última obviedad de todo este texto: somos demasiado humanos.
Así que, ¿Por qué no disfrutar, llanamente?
Tenemos una consola portentosa como es Xbox Series X, con unos servicios que ya los hubiera querido yo en los noventa. Cientos de juegos a tu alcance por una suscripción, permitiéndote jugar como un loco. Microsoft parece haber comprendido sus errores, y ha potenciado sus ventajas a la par que a la compra de estudios. A estas alturas tienen incluso a la enorme Bethesda entre sus filas, ocasionando una de las compra-ventas más locas que hemos podido ver en toda la historia de la industria por la friolera de 7.500 millones de dólares. Una cifra desorbitada que trata de paliar la ausencia de exclusivos, y que promete no cerrar sus juegos a su sistema, permitiendo disfrutarse a los que tenemos un PC, y dejando aún al aire su salida en la mismísima competencia.
Tenemos a una más modesta PS5, pero que suple su falta de “poder bruto” con el innegable talento de los estudios de Sony. Naugthy Dog, Santa Mónica, Bend Studios, Insomniac, Sucker Punch… Yo aún estoy flipando con lo que han conseguido en un hardware de hace siete años con The Last Of Us Part 2, God of War, o Ghost of Tsushima.
Hablamos de que ambas consolas ofrecen muchísimo, ¡y por supuesto que puede haber preferencias! Cada uno su burra, eso no lo discuto; aunque vea completamente innecesario utilizar las redes sociales (las armas del idiota medio) para vomitar miserias sobre los que no coincidan con las nuestras.
Y las mismas redes se llenan de rumores tales como que “Sony esconde algo por que no dejan tocar su PS5” (En serio, ¿en plena pandemia vírica esto?) o que “La consola de Microsoft se calienta como una estufa” (Y por eso se la envía a medios e influencers un mes antes de que salga; todo muy lógico).
Y leñe, que no es que esto sean bulos nacidos de un subforo de 4chan. Es que salen de boca de medios (supuestamente) especializados. Y ya no entro en el carro de maletines por aquí, o por allí… Si hay putrefacción en los valores deontológicos de cosas más importantes, como puede ser la política, ni hablemos de productos cuyas casas desean vender por encima de la competencia.
Y volvemos a lo de arriba. Son empresas. Tu eres el consumidor, el máximo aspirante a votar con tu cartera, bajo tu criterio.
Esta sarta de obviedades viene por un simple hecho. Para que no olvides que lo son. Si lo haces, corres el riesgo de dejar de pensar por ti mismo, y hacerlo por una marca.
Disfruta de Xbox Series X.
Disfruta de tu PS5.
Disfruta de los videojuegos y no de una maldita marca.