UMBERTO ECO, EL MAESTRO INCONTESTABLE

El 19 de febrero moría en Milán (Italia) el gran maestro de las letras Umberto Eco. Hombre de pocas palabras, pero muy acertadas, el escritor italiano tenía la capacidad de hacernos pensar con cada una de sus frases. En los tiempos que corren, bastante inciertos, parece todavía más necesario volver la cabeza (y la mente) hacia las palabras, llenas de sabiduría, que nos proporcionaba este gran maestro.

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Hace mucho tiempo que la figura de Umberto Eco traspasó el mundo literario y, con sus acertadas opiniones sobre política, medios de comunicación, cultura o internet, se convirtió en una de las voces más críticas con la sociedad actual. Hombre de palabras justas, pero atinadas, siempre tenía una frase perfecta para callar al conversador más avezado.

Umberto Eco recibió, a lo largo de su vida, muchas de las más importantes distinciones culturales, entre las que destacó el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (2000). Con estos premios se honraba, no solo su figura como representante del mundo de las letras, sino también, su actitud vital.

Influenciado por Arthur Conan Doyle, Charles Baudelaire, Emilio Salgari, Franz Kafka, Immanuel Kant, Italo Calvino, James Joyce o Jorge Luis Borges, entre otros, era un conocido crítico literario, semiólogo y comunicólogo. La publicación de El Nombre de la Rosa (1980) le proporcionó un reconocimiento internacional, que se hizo viral cuando la novela fue llevada al cine por el director francés Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Sean Connery. “Hay libros que son para el público y libros que hacen su propio público”, con esta frase Umberto Eco mostraba su sorpresa por el recibimiento de su primera novela.

Este éxito editorial permitió que su obra, anterior y posterior a este título, comenzó a conocerse mundialmente, siendo ratificada con la posterior publicación de El péndulo de Foucault (1988).

eco2Pero Umberto Eco no solo pasará a la posteridad por sus éxitos literarios. Sus críticas opiniones sobre la sociedad actual quedaban clararamente expuestas cada vez que se le preguntaba. La poca paciencia de Umberto Eco con las masas se reflejaba en sus comentarios sobre Internet y el abuso tecnológico. Frases como “internet es como un gran inventario (de información), pero no constituye en sí misma la memoria“ o “el drama de internet es que ha promovido al tonto del pueblo como el portador de la verdad”, dan una pista sobre la pobre opinión que le merecían estos tiempos en los que prima la inmediatez sobre la contrastación de los hechos.

La situación que vive el mundo del periodismo en general era algo que le preocupaba especialmente. En sus últimas entrevistas concedidas con motivo de la presentación de su libro Número Cero(2015), explicaba su gran preocupación por nuestra profesión y la manipulación a la que ha sido sometida desde los poderes políticos y económicos. La consideración del público como prisionero de los medios de comunicación de masas le llevo a considerar la cultura como la única forma de salvación. Por ejemplo, el maestro Eco consideraba la televisión uno de los peores males del mundo y lo reflejaba diciendo “hoy no salir en televisión es un signo de elegancia”.

Severo observador de la realidad que le rodeaba tenía una opinión muy clara sobre la situación mundial, lo que también le llevó a reflexionar sobre los sistemas políticos. “La democracia también es tolerante en aceptar una dosis de injusticia para evitar nuevas injusticias”, palabras duras que no siempre fueron bien recibidas por los poderosos pero que no hicieron callar al gran Eco. La aparición de líderes políticos, propios o ajenos, que surgían de la nada y llegaban para resolver los problemas del mundo (¿os suena?) también era objeto de su afilada lengua, “sabiduría no es destruir ídolos, sino no crearlos nunca” o “los intelectuales no resuelven las crisis, más bien las crean”.

Pensamientos estos que demuestran como la mente de Umberto Eco era capaz de analizar y opinar hacia donde iba el mundo porque“¿cómo no caer de rodillas ante el altar de la certeza?”. Lo dicho, un maestro incontestable.