Pearl Jam: los últimos héroes

La banda de Seattle presentó en Madrid y Barcelona su World Jam Tour y nosotros fuimos testigos de su concierto en la Ciudad Condal

Recuerdo un tiempo en el que era casi obligatorio meter un solo de guitarra en cada tema, una época en que la responsabilidad del tempo y la consistencia de una canción recaía en los hombros del baterista y del bajista, esa era en el que los cantantes se erigían líderes supremos ante los ojos del público durante su concierto. Aquel periodo de esplendor musical, por desgracia, ha llegado a su ocaso. Salvo en contadísimas excepciones, los artistas referencia del nuevo siglo han sustituido las guitarras por efectos y loops, los bajos por sintetizadores y las baterías por claquetas. Los cantantes ya no cantan lo que sienten, sino lo que les conviene para salir en tal medio o en tal cadena y el contenido de la letra es, cuando menos, supérfluo. Pero en todo periodo oscuro, siempre habrá heroes que nos arrojen algo de luz. Y en estos tiempos de miseria musical, nuestros héroes se hacen llamar Pearl Jam. Vinieron de Seattle, sobrevivieron a la última gran década de la música y ahora se han erigido embajadores del grunge y el rock alternativo. Con su World Jam Tour recorren el planeta con la esperanza de que, algún día, los rockeros volvamos a reinar.

Pearl Jam ha pasado por nuestro país y nosotros queríamos formar parte de la historia de una de las mejores bandas que ha parido nuestro planeta. El Palau Sant Jordi de Barcelona y el Mad Cool Festival de Madrid se antojaban perfectos para albergar a los de Seattle. En Barcelona, un concierto de estadio; de los que te hacen vibrar, no perderte ningún detalle y disfrutar de la esencia del original y genuino sonido grunge de los noventa. En Madrid, un concierto lleno de adrenalina, hordas de fans enfervorizados y pogos, muchos pogos. Conciertos diferentes, pero la esencia es la misma: disfrutar de la última superbanda que ha dado el rock. Los últimos embajadores del grunge: Eddie, Stone, Jeff, Mike y Matt. Los grandes Pearl Jam atesoran todas las cualidades para llegar al Olimpo del rock: Baladas y medios tiempos sentidos, pildorazos cortos y distorsionados, estribillos inmortales y solos liberadores. Nosotros, fuimos testigos de su paso por Barcelona.

Sin apenas iluminación saltaron los músicos al escenario del Palau Sant Jordi y sonó la balada Long Road y, empalmada, la acústica Elderly Woman Behind the Counter in a Small TownDos medios tiempos para empezar el concierto; ya asumimos que sería un concierto largo. Por fin, llegó la primera bomba de la noche: Corduroy. Menudo riff y menuda línea vocal la de Eddie Vedder. En la tercera canción, Pearl Jam ya tenía al respetable comiendo de su mano. Se iluminó el escenario y así pudimos admirar toda la escenografía de los de Seattle. Nada pretencioso: unas pequeñas bolas colgantes que recordaban planetas y enmedio una gran bola, que podría ser el Sol. Iluminación justa, pero perfecta tratándose de un grupo cuyo mensaje es simple pero rotundo: música. Tratándose de un concierto de rock a la vieja usanza, lo más impresionante a nivel visual era la cantidad y el tamaño de los amplificadores que la banda atesora. Un auténtico muro de sonido que cubría las espaldas de los músicos. También era impresionante ver la variedad de guitarras y bajos de la banda. Pearl Jam tiene muy claro a qué quiere sonar. El apoteosis llegó con el primer gran solo de guitarra del señor Mike McCready. El mundo necesita más solos de guitarra. Por favor, ya está bien de tanto sintetizador y de tanto autotune. Las diferentes guitarras y bajos desfilaban por el escenario como si de un pase de modelos se tratara mientras Pearl Jam seguía disparando balazos del calibre de: Hail HailMind your Manners y, apretando un poco más las tuercas, Do the Evolution y Ghost. El inicio del concierto fue digno de estudio: Dos baladas para caldear el ambiente (lujo que solo se pueden permitir los grupos que llenan estadios) y, de repente, el festival de la distorsión para poner Barcelona patas arriba.

Tras la tanda de temazos grunge llegaron tres temas de esos que mejoran tocados delante de una audiencia tan numerosa como la del Sant Jordi: Nothing as It SeemsSetting Forth (canción de Eddie Vedder en solitario para la banda sonora de la película Into The Wild, 2007) y Given to Fly. Tanto el público de las gradas como el de la pista emitíamos una sola voz que sonaba potente, tanto como la de Vedder, que nos orquestaba cual director. Vaya tablas, qué carisma y, por encima de todo, qué voz que tiene. Atrás queda la desafortunada afonía del cantante que les obligó a suspender su concierto en Londres el pasado 19 de junio. Escuchar en directo a Eddie Vedder debería ser asignatura en todos los conservatorios. Gracias a su timbre y su energía, el californiano ha conseguido lo que está a la altura de muy pocos cantantes y que hace que su banda llegue al Olimpo del rock: a la primera frase, a la primera nota, aunque no sepas qué canción es, ya sabes qué es una canción de Pearl Jam. Y por si aún no nos había quedado claro el pontencial de Vedder, éste dio otro golpe en la mesa interpretando con maestría Even Flow OceansCostó, pero la espera para escuchar temas del primer álbum de la banda, Ten, mereció la pena. Historiadores y musicólogos deberían estudiar cómo es posible que el disco debut de una banda sea tan excelso. No me atrevo a catalogarlo como el mejor, pues para gustos colores, pero qué duda cabe que el Ten es el mejor disco debut que una banda de rock podía grabar. Riffs por doquier, afiladísimos solos, rítmicas contudentes y letras y voces que ya en su día crearon escuela. Ten lo tiene todo y así lo corroboramos en directo.

Siguió el concierto con Light Years, la exquisita Daughter, que Vedder dedicó a la lucha por la igualdad de las mujeres, y Jeremy, otra joya de Ten. Bendito disco. GoState of Love and Trust Porch, con el enésimo solo asolador de McCready, sirvió para cerrar la primera parte del concierto. Los Pearl Jam abandonaron el escenario y las luces se apagaron. Nos quedamos expectantes, intentando asimiliar el momento. Estábamos saboreando un pedazo suculento de historia musical: Pearl Jam, los últimos supervivientes del grunge, las leyendas del Seattle de los 90, estaban en el Palau Sant Jordi de Barcelona vivos y coleando. Pese al tiempo pasado, el chorro de voz de Eddie Vedder sigue sonando tan imponente como antaño, las guitarras de Mike McCready y Stone Gossard y el bajo de Jeff Ament manufacturan riffs de alta orfebrería y Matt Cameron nunca desfallece a la batería.

Tampoco desfallecían los ánimos de un público que no paraba de animar y cantar hasta que los músicos regresaron al escenario. Vedder, ukelele en mano, y el resto de Pearl Jam interpretó Sleeping by Myself y, tras ésta, la lenta Come Back, de su disco homónimo de 2006. Lightning Bolt, Black, Once y Rearviewmirror, con un estruendo final que hizo temblar los cimientos del Palau, anunciaban que el concierto estaba en las últimas. Como antes, se fueron sin despedirse y eso nos dio alas. Pearl Jam no se va sin agradacer nuestra presencia, no es de esos. Suponíamos que iban a disparar su tiro de gracia y nosotros lo recibiríamos a pecho descubierto. Y así fue. Los americanos volvieron a saltar al escenario del Palau Sant Jordi y Eddie Vedder empuñaba  esta vez una armónica, signo inéquivoco de que el tema que iba a caer era Smile, perla de No code, su cuarto disco de 1996. Hacía calor en el Sant Jordi, músicos, técnicos y público transpirábamos al unísono, pero aún quedaba tela por cortar y la cortísima Wasted Reprise sirvió de introducción a la magnífica Better Man que literalmente nos quitó el cansancio y el sudor de un plumazo. No sé podia cantar más alto. ¿O sí? Qué demonios, claro que sí.

No habíamos caído en la cuenta de que les faltaba un clásico atemporal, un clásico no ya de Pearl Jam, si no de la historia de la música moderna. Por descontado, hablamos de la mágica AliveEsta canción tiene el poder de hacerte cantar a pleno pulmón su estribillo, sin importar donde te encuentres o qué estés haciendo. Por eso es mágica. De sorpresa, todo el Palau Sant Jordi se iluminó; no para indicar que se acababa el concierto, que también, sino para realzar aún más si cabe su dichoso estribillo. Banda y público nos fundimos en una voz que se alzó al cielo de Barcelona y del mundo: “Oh, I, I’m still alive, yeah”. Y, espera, que aún hay más, faltaba el tremendo solo final del maestro McReady al más puro estilo Hendrix (recordemos que el genio Jimi también era de Seattle). Cuando se alcance la paz mundial, Alive será el tema que anunciará la noticia. El final del concierto de Pearl Jam estaba siendo colosal y aún iba a crecer más. Después del clímax que había supuesto Alive, corría el peligro de empañar el concierto si el siguiente tema no estaba a la altura. Pero nunca subestimes a Pearl Jam. Por sus covers les juzgaréis. A falta de temas propios que lleguen a la altura del Alive, nuestros héroes se sacaron de la chistera una tremenda version: Baba O’Riley de The Who. Cuando, en el momento final del concierto y tras su tema bandera, unas ya de por sí leyendas del rock como son Pearl Jam interpretan una de las mejores canciones de otra banda legendaria como The Who, sólo puedes emocionarte, alzar los brazos y celebrar que tu corazón sigue latiendo y te queda la suficiente voz para cantar “It’s only teenage wasteland, Oh, Teenage wasteland, they’re all wasted!!”. Viva la música. 

A modo de despedida y para bajar a la tierra, Pearl Jam interpretó su medio tiempo Yellow Leadbetter y Eddie, esta vez sí, se despidió visiblemente agradecido. Qué final. desfilábamos la salida con una amplia sonrisa en el rostro deseando que en el Mad Cool de Madrid Pearl Jam diera un espectáculo de la talla del que acabábamos de presenciar. La gira World Jam no es nada pretenciosa. No hay espectáculos de fuego ni neón ni nada que se le parezca. Sólo rock, sólo grunge, la voz de Eddie Vedder, los instrumentos del resto de la banda, sus himnos y alguna sorpresa en forma de versión. Te lo aseguro, no hay nada más efectivo que eso para salir del recinto y pensar en lo bonita que es la vida si se vive con música y en qué hicimos mal para nacer tan tarde. Por suerte, Pearl Jam conservan su sonido y la fuerza de su directo sigue siendo arrasadora. Nuestros héroes nos dieron esperanza: creemos en la buena música.

Imágenes: Pearl Jam.