Nintendo Switch:
el nuevo de la clase
Nintenderos, a las almenas. Xboxeros y Playeros, dejad de lado un momento vuestras eternas rencillas, a las armas, ¡una nueva consola se vislumbra por el horizonte!.
Nintendo Switch está al salir y, como no podía ser de otra forma, se ha vuelto a disparar la polémica. Ya tenemos otra vez a todos aquellos que no esperan ni un instante para criticar, aunque sea por el más nimio motivo, esta última consola; y, como no, también los fanáticos acérrimos cuyo criterio muchas veces se tambalea por culpa de su devoción a Nintendo.
El nuevo retoño de Nintendo trae al mercado algo con lo que muchos han soñado: poder jugar a un juego dentro y fuera de casa sin necesidad de cambiar de consola. Es una novedad de peso en lo que respecta a diferenciarse de sus competidoras más directas, PS4 y Xbox One. Pero claro, entre los no tan fieles a la compañía surgen las primeras dudas: ¿Qué autonomía tendrá el formato portátil de la consola? ¿Acabaremos con calambres en los dedos con esos manditos tan pequeños y estrechos? ¿Tendremos que volver a comprar todos los títulos de las anteriores consolas para poder volver a jugarlos, o podré descargar de nuevo todo aquello que ya había comprado de forma digital? Desde Nintendo, aunque no con aclaraciones del todo precisas, nos tranquilizan diciendo que todos esos aspectos y más han sido tenidos en cuenta ya y están bajo control; pero las pequeñas “meteduras de pata” de la compañía en consolas anteriores generan inevitablemente dudas. Quizá no haya sido del todo acertada la decisión de Nintendo de sumarse al carro del online de pago o de impedir la retrocompatibilidad física -la digital aún es una incógnita por desvelar-, pero no podemos negar que esta vez han hecho un esfuerzo por crear una nueva consola que suponga un verdadero cambio respecto a su antecesora; no creo que pudiera decirse del paso de Wii a Wii-U. Y, aunque algunas de sus características puedan ser objeto de crítica en estos momentos, hasta el momento en el que llegue a las manos de todos los consumidores y después de unas cuantas horas de juego no podemos hacerlo con hechos constatados.
Esto no es una guerra. Es evidente que la rivalidad entre Microsoft, Sony y Nintendo es legendaria y a lo largo de los años han conseguido crear legiones de fieles defensores; casi como si de una religión se tratara. Pero tenemos que ir más allá de eso. Cada uno de estos gigantes de los videojuegos ha tenido sus aciertos y sus fallos a lo largo de la historia, su éxito o su desgracia no se puede medir a nivel mundial -sino por países, regiones o zonas- y uno no tiene mejores juegos exclusivos que otros. Estoy más que segura que de tener la suficiente disponibilidad económica, todos tendríamos en nuestras casas las consolas de cada una de estas empresas, y un buen ordenador.
Nunca va a existir la plataforma perfecta, porque siempre le faltará algún aspecto que otra puede desempeñar de mejor forma. Somos libres de comprar y jugar a la o las que queramos, o las que no podamos permitir. Pero no perdamos el horizonte, porque nuestra elección siempre tendrá ventajas respecto a la de los demás, pero también taras.
