La vida de Lenny Bruce

En YellowBreak nos gustan los libros y eso se nota. Novedades editoriales, o títulos que nos encantaron en su momento, pueden ser una estupenda excusa para ofrecer a nuestros lectores la historia detrás de la historia. Y este es el caso de ‘Cómo ser grosero e influir a los demás. Memorias de un bocazas’ de Lenny Bruce (Malpaso) que José Luis del Río rescata para nosotros de su biblioteca de imprescindibles ¡Toma nota!

Hace poco llegó a mis manos, gracias a la editorial Malpaso, la biografía de uno de los genios desconocidos del siglo XX, el gran Lenny Bruce. Su libro Cómo ser grosero e influir a los demás es un compendio de los artículos publicados por el cómico en Playboy y fue instigado por el propio Hugh Hefner.

A mediados de los años sesenta, Lenny Bruce consiguió irritar a toda la corriente conservadora de los EE.UU. Se subía al escenario y comenzaba a despotricar sobre el racismo, los derechos civiles, las drogas, el jazz, la religión y todo aquello que se le pasase por la cabeza. Muchos de los cómicos de hoy en día tendrían que aprender de este humorista que logró irritar a todo el mundo y ser censurado en sus intervenciones televisivas. Además, curiosamente, tras ser condenado por obscenidad en un juicio celebrado en 1964, recibió el perdón a título póstumo, el primero ocurrido en la historia del estado de Nueva York. Por cierto, en este juicio testificaron a su favor gente como Woody Allen, Norman Mailer o Allen Ginsberg, este último además fue inculpado por su poema Aullido.

Como muchos chicos de su generación, utilizó la armada para fugarse de casa y pudo viajar y conocer mundo gracias a sus servicios en el USS Brooklyn. Incluso llegó a combatir en la II Guerra Mundial en el frente del norte de África. El fin de la guerra lo llevó al aburrimiento y decidió que ya era hora de salir del ejército. Él había oído que muchos de sus compañeros habían desertado durante el combate y los consideraba cobardes, pero hacerlo después de la guerra para él no era un acto de cobardía. También había oído que muchos homosexuales habían sido expulsados con deshonor pero declararse homosexual suponía caer en el escarnio y, sobre todo, tener que estar más de seis meses en prisión. Lenny necesitaba salir inmediatamente, para él la vida era intensa y había que vivirla. De esta manera, pensó en que para que le expulsasen debían considerarle “rarito” y a eso se dedicó. Convenció a un compañero para que le cosiese un traje de mujer y se paseó de esa guisa por la fragata. Muchos de sus compañeros pensaban, incluso, que se trataba de una mujer y trataron de violarla. Sus gritos alarmaron a los soldados de guardia y evitaron la violación pero pillaron a Lenny vestido de mujer. El ejército norteamericano no podía tener en sus filas a un travestido así que propusieron una licenciamiento deshonroso del que salió indemne al probar su virilidad.

Primer oficial: Lenny, ¿ha tomado usted parte activa en alguna práctica homosexual?

Lenny: No, señor.

Segundo oficial: ¿Te gusta la compañía femenina?

Lenny: Sí, señor.

Tercer oficial: ¿Te gusta practicar el coito con mujeres?

Lenny: Sí, señor.

Cuarto oficial: ¿Te gusta vestirte con ropa de mujer?

Lenny: A veces, señor.

Los cuatro: ¿Cuándo?

Lenny: Cuando me queda bien.

 

Gracias a un abogado quedó bien probada su virilidad y además no había cargo alguno en su contra así que cambiaron la sentencia por “licenciado bajo condiciones honorables… en razón de falta de idoneidad para el servicio naval”.

Al licenciarse volvió a los EE.UU., donde retomó su carrera en el mundo del espectáculo en un espectáculo de burlesque protagonizado por su mujer y su propia madre. En el show, presentaba a las chicas del espectáculo e intercalaba chistes entre ellos, comenzando a encontrar su propio humor negro que oscilaba entre el absurdo y la crítica social hacia todo aquel que se le pasase por la cabeza. “Deberíamos fomentar el uso de la marihuana porque no produce cáncer de pulmón. Los niños deberían ver películas pornográficas: es mejor que aprender sobre el sexo con películas de Hollywood. Las enfermedades venéreas sólo son noticia cuando las padecen los pobres. La publicidad es más fuerte que la cordura: con el relaciones públicas correcto, el pelo axilar en las cantantes podría volverse un fetiche nacional. El fascismo en América es solvente gracias al apetito de las izquierdas por la persecución.” Frases de este tipo hicieron que entrase en la lista negra de la televisión norteamericana, lo cual no evitó que tuviese fans acérrimos como Hugh Hefner o Steve Allen que se encargaron de incrementar su fama. Así, en 1961 pudo actuar en el Carnegie Hall de Nueva York. Su biógrafo oficial, Albert Goldman cuenta así su magnífica performance.

“Ese fue el momento en que un joven y desconocido comediante llamado Lenny Bruce eligió para dar una de las mejores actuaciones de su carrera… Lenny adoraba a los dioses de la espontaneidad, la sinceridad y la libre asociación. Se creía un jazzman oral. Su ideal era caminar por ahí como Charlie Parker, tomar el micrófono con la mano y soltar todo lo que le venía a la cabeza sin censura, sin traducción, enviaba sus ondas cerebrales como ondas de radio a la cabeza de cada hombre y mujer sentados en la sala. Ya no era un artista, sino un medio de transmisión de los mensajes que le llegaban a través de la memoria, la fantasía, la profecía.

Un punto en el que, al igual que los profesionales de la escritura automática, la lengua corría más rápido que su mente y él estaba diciendo cosas que no planeaba decir, cosas que sorprendían al público y él estaba encantado.”

Los shows de Lenny Bruce solían acabar como los conciertos de The Doors y él, al igual que Jim Morrison, solía ser detenido por la utilización de un lenguaje obsceno. Los que actualmente critican al concejal Zapata debido a sus chistes en Twitter encenderían una hoguera y bailarían alrededor del cuerpo de Lenny Bruce. Su humor revolvía e incomodaba a las clases dirigentes de las que se declaraba enemigo acérrimo y, por tanto, debía ser neutralizado con el ostracismo. Evidentemente, este arma del establishment norteamericano se volvió en su contra y el cómico paso a formar parte de la cultura pop.

Decía Woody Allen que “la comedia es igual a tragedia más tiempo” y Lenny lo supo mucho antes que el cómico de Nueva York, al reírse de sus orígenes judíos lanzándonos frases pronunciadas en boca del personaje Eichman, al que a veces interpretaba en sus actuaciones, “La gente dice que deberían colgarme, pero ¿no os dáis cuenta de que vosotros hubierais hecho lo mismo de estar en mi lugar?… ¿Os creéis mejor que yo sólo porque quemáis a vuestros enemigos desde la distancia, con misiles, sin tener que ver de cerca lo que les habéis hecho?”. Evidentemente, al final del show fue detenido.

Otra de sus anécdotas más conocidas se refiere a su visita en 1962 a Inglaterra donde le ficharon para actuar durante un par de noches en The Establishment. Habló sobre las relaciones interraciales y cómo los blancos que dicen amar a los negros nunca les invitan a cenar, sobre la masturbación y la culpa, sobre las relaciones con prostitutas y la duplicidad psicológica que se produce durante esta breve relación, sobre la falsedad de la izquierda norteamericana y su dependencia del fascismo, sobre el cáncer y el tabaco, en fin, no dejó títere con cabeza. El resultado: le nombraron persona non grata en Reino Unido.

Su última actuación tuvo lugar el 25 de junio de 1966 en el The Fillmore Auditorium de San Francisco, compartiendo cartel nada menos que con Frank Zappa y The Mothers of Invention. Pero antes, a petición de Hugh Hefner, y con la ayuda de Paul Krassner, Bruce escribió una autobiografía que se publicó serializada en la revista Playboy entre 1964 y 1965. Este es el libro que Malpaso publica bajo el título Cómo ser grosero e influir a los demás. Memorias de un bocazas.

Sus últimos años estuvieron marcados por su progresiva adicción a la morfina y por sus problemas con la ley. A pesar de recibir el apoyo de personalidades como Woody Allen, Bob Dylan, Allen Ginsberg, Norman Mailer, William Styron o James Baldwin, fue condenado a cuatro meses de trabajo en un correccional.

En agosto de 1966, Bruce fue encontrado muerto en el cuarto de baño de su domicilio en Hollywood Hills. La causa oficial de su muerte fue “envenenamiento por morfina a causa de una sobredosis accidental” pero su amigo el productor Phil Spector aseguró que “Lenny Bruce murió por una sobredosis de policía”. Así a los cuarenta años moría un icono de la cultura popular norteamericana que fue inmortalizado por The Beatles en la portada de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band y cuya vida fue objeto de un biopic protagonizado por Dustin Hoffman y dirigido por Bob Fosse.

Actualmente, pocos cómicos siguen la estela de Lenny Bruce, solo Billy Hicks o Louis C.K. logran irritar e incomodar al público norteamericano en la stand up comedy. En el ámbito cinematográfico quizás el humor de Seth Rogen o Sacha Baron Cohen pueden equipararse a la incomodidad de Bruce. Lamentablemente, en España no podemos encontrar ningún referente ni cómico equiparable al talento del norteamericano.

“Si Jesús hubiera sido ejecutado hace veinte años, los niños cristianos no llevarían cruces en el cuello sino sillitas eléctricas”