Un resumen «totalmente personal» del mejor cine de 2022

Como cada año, aquí va mi lista personal de favoritas visionadas y fechadas durante este año.

Mi favorita absoluta del año sigue siendo La Abuela de Paco Plaza, el problema es que siendo una película que se ha estrenado comercialmente a principios de año, tuve la suerte de visionarla en octubre del 2021 en el Festival de Sitges y por ello ocupó mi primer puesto del pasado año.

Aclarado esto, que me parecía importante para justificar su falta en la lista de este año, la recopilación anual con mis favoritas ha vuelto a ser complicada. Reducir a 13 la lista se convierte en algo todavía más difícil que confeccionarla y por ello voy a mencionar algunas que se han quedado en el tintero pero que no por ello han sido menos importantes este año.

El regreso por todo lo alto de Roland Emerich y su última chaladura extrema en el campo de la ciencia ficción con Moonfall, ha sido uno de los momentos más memorables del año, de la misma manera que lo ha sido el Dr. Extraño de Sam Raimi, lo único interesante que ha salido del MCU este año.

Dentro del cine de superhéroes también hemos gozado con la vuelta de tuerca que le ha dado Matt Reeves a The Batman, con sus tres horas de puro amor al hombre murciélago. Pero tampoco me gustaría obviar la última aventura de nuestro querido Ghostface, un divertimento que supera con creces algunas de las últimas entregas de la saga Scream. Curiosamente todas ellas adscritas de alguna manera al mainstream cinematográfico actual.

Por el contrario, y ya en el estrato más underground y humilde, nos encontramos con películas tan destacables como Grimcutty, una pequeña joya del terror actual que pasó sin pena ni gloria por la plataforma Hulu, o Significant Other, una carta de amor al género realizada con una frescura y un ritmo impresionantes.

Eso sin olvidarme del que, para mi, ha sido el found footage del año. Dashcam, la segunda película pandémica de Rob Savage después de la muy celebrada Host, es tan delirante, desfasada e incorrecta que no puedo más que abrazarla con todas mis fuerzas. Tampoco podemos obviar el retorno del maestro del giallo Dario Argento y sus Occhiali Neri, una vuelta de tuerca al género que él mismo desarrolló y popularizó de la manera más enfermiza y cuestionable, pero con una libertad y una capacidad para alucinar descomunales.

En otro orden de cosas y entrando en el apartado serial, uno de los eventos más maravillosos, gloriosos y emocionantes del año, en cuanto al género se refiere, ha sido El Gabinete de Curiosidades de Guillermo Del Toro. Una serie que nos ha dejado un poso de amor incondicional al género tan exquisito como necesario y en el que ha contado con algun@s de l@s director@s más en forma de la actualidad. No voy a poner mis favoritos porque todos y cada uno de ellos (excepto uno) me han llegado al corazón sin concesiones, pero si las tuviéramos que contar como películas (que al fin y al cabo es lo que son), varias de ellas ocuparían puestos en la lista.

Y sin extenderme más, que creo que ya es suficiente para la previa a la lista, aquí mi personal lista de predilectas.

Lo realizado por Andrew Dominik con Blonde es algo parecido a lo que hizo Pablo Larraín con Spencer el año pasado, coger a una celebridad de la cultura pop y pasarla por el tamiz de una película de terror. Hay muchas cosas que están muy bien en Blonde y, por supuesto, la actuación de la Armas está entre lo mejor del pack. Con una dirección que transita entre el color y el blanco y negro de la misma manera que lo hace entre el cine convencional y el independiente, está claro que Blonde tiene mucho de autor y así lo quiere mostrar Dominik.

Quizás lo de tener que ver a Ana de Armas semidesnuda, llorando, gritando, siendo abusada y maltratada durante casi tres horas de película, no sea ni lo esperado, ni plato de buen gusto para la mayoría, pero hay que tener en cuenta que la novela en la que se basa la película no es otra cosa que una ficción sobre la realidad de Norma Jean (Marilyn).Como valor artístico tiene mucho, como valor histórico menos y como biopic, posiblemente casi nada, pero si nos centramos en la dirección, las actuaciones, el montaje, la música y la calidad, indiscutiblemente estamos ante una gran película.

Recuperar al Adrian Lyne más corrosivo, visceral e incorrecto 22 años después de su última película me ha parecido, con diferencia, la jugada más sobresaliente que ha hecho la plataforma de Amazon Prime este año. Puede que a día de hoy no sea una película tan celebrada como Atracción Fatal, 9 Semanas y ½ , Lolita o Una Proposición Indecente, muchas de ellas cancelables a día de hoy por esos a los que todo les ofende (hasta una película de ficción rodada 30 años atrás), pero para los que seguimos celebrando ese tipo de thriller erótico enfermizo y atractivo de la década de los 90, Deep Water es uno de los ejercicios más destacables dentro de ese subgénero, por otra parte bastante denostado y olvidado en nuestros días. Ben Affleck y Ana De Armas encarnan a una pareja de nuevos ricos, él es un coqueras tecnológico que ha conseguido vender un programa armamentístico al gobierno para vivir de las rentas el resto de su vida, y ella una vividora que aprovecha cualquier oportunidad que le brinda la vida para disfrutar y joder, todo al mismo nivel. Oscura, psicólogica y física, Deep Water nos muestra la toxicidad de una pareja y hasta dónde puede llegar dicha toxicidad en dos personas para las que la única motivación en la vida, es la de joder al otro desde la vertiente más dolorosa. Una maravilla desproporcionada y excesiva tan sólo al alcance del Adrian Lyne más despreocupado, valiente y guerrillero, y que lo haga a sus 80 tiene todavía mayor mérito.

Resurrection es una de las películas más aterradoras, grotescas y macabras que puedas ver este año en relación a la violencia ejercida sobre las muejres. Resurrection nos presenta a una Rebecca Hall triunfadora en la vida, en su trabajo y en su casa. Una mujer empoderada, emprendedora, inteligente y valiosa. Todo bastante idílico, incluso demasiado. Toda esa vida de ensueño, seguridad y dinero  se empieza a enturbiar, complicar y desvanecer en cuanto vuelve a entrar en su día a día Tim Roth. Un artista de carácter hedonista, egocéntrico, controlador, perturbado y violento con el que el personaje de la Hall tuvo una relación tóxica cuando ella tenía tan sólo 20 años y él le doblaba la edad. Un matrimonio del que nació un hijo con el que, al parecer, algo ocurrió durante esa relación tóxica que acabó con la muerte del niño. Semans se esfuerza en contarlo todo desde el prisma de un thriller de terror opresivo, desolador y enfermizo hasta el punto de convertirlo todo en un doloroso e incómodo pasaje en el que te vas adentrando cada vez más en la repulsiva mente del abusador (interpretado por un Tim Roth en uno de los mejores papeles de su carrera), a la vez que vas sufriendo en tus carnes el descenso a los infiernos de su víctima (una Rebecca Hall estelar). Pero no contento con eso, es en su tramo final donde nos abre las puertas del fantástico más imprevisible para abrazarlo de la manera más psicológica, destructiva y sorprendente que te puedas imaginar. Incómoda al nivel de no querer mirar y mucho menos analizar.

Jordan Peele sigue añadiendo triunfos indiscutibles a su filmografía. Nope es una película capaz de mezclar géneros tan dispares como el thriller, la ciencia ficción, las aventuras, el western y la comedia sin que por ello se resienta una historia que nos habla de indeseables, egoístas y buscavidas, la moral de los dos hermanos es bastante cuestionable durante toda la película. Pero la particularidad de Peele nos presenta a unos personajes que, por muy reprobables que sean sus ideas, acabas queriéndolos hasta la médula gracias al dibujo que hace de sus vidas desde el punto de vista más irónico, actual y sarcástico. Componentes de los que siempre han disfrutado sus películas y que aquí, salen a la luz con mayor convicción y fuerza. Rodada con un nivel extraplanetario, desarrollada con un poso de misterio que atrae tu interés desde el minuto cero y resuelta de la manera más disparatada y desbocada, todo el tramo final es una fiesta de máximo nivel, Peele vuelve a remover el baúl de sus recuerdos de infancia para construir una película tan disfrutable como memorable.

Me ha resultado extraño volver a tener en pantalla grande al Cronenberg más tecnológico, más críptico, más crudo y más crítico, y que el resultado entre sus fans y la prensa especializada haya sido el de criticar o incluso obviar su película. Volver al Cronenberg de Crash, de Existenz, de Videodrome, no es algo que se haya de tomar a la ligera, sino más bien un motivo de celebración exagerado y sonado. Bajo mi punto de vista, hemos vuelto al Cronenberg que más nos sorprende, que más nos gusta, que más nos interpela, aunque su idea original salga de uno de sus cortos primigenios, la actualidad y la vigencia de su crítica, es aplastante. Crimes of the Future es un retorno al  mejor Cronenberg, obviamente no estamos ante su mejor película, pero eso no quita que esté firmada por un Cronenberg en muy buena forma y todavía con mucha mala leche.

Otro de los regresos más celebrados del año (aunque nunca se fue) ha sido el de nuestro amado Jaume Balagueró con Venus. Una propuesta claramente anclada en el horror, o deberíamos decir en el cine de género ya que aquí se tocan varios palos, con la que Balagueró nos ha hecho disfrutar de nuevo gracias  a su amplia mezcla conceptos como el terror brujil, el horror cósmico, la ciencia ficción, el thriller urbano y la violencia explícita, formando un mejunje plagado de sangre y terror en el que no hay demasiadas repeticiones, se masca la tensión de principio a fin y nos acaba llevando a un clímax final de los más impactante y ambiguo. Rodada con esa malsana atmósfera marca de la casa del catalán y un ritmo endiablado en las escenas más activas, Balagueró vuelve a coronarse sin problemas como lo que es, un referente internacional del cine de género.  Poniendo en valor películas como La Semilla del Diablo, Lords Of Salem, The Sentinel o incluso Suspiria, Venus nos lleva a las afueras de Madrid donde se encuentra el siniestro y ruinoso edificio Venus. Un edificio en el que vive la hermana de la protagonista con su hija y en el que algo siniestro y oculto habita en él. Con esa premisa arranca el tren de la bruja más destacado del año.

Después de bajarse del carro de la nueva entrega de Doctor Extraño por la clásica excusa de las diferencias creativas, por suerte para caer en manos de nuestro querido Sam Raimi que ha realizado algo más que notable con el mago más famoso de Nueva York, Black Phone nace de un proceso personal, y en parte autobiográfico, resultando en una de las películas de género con mayúsculas de este 2022. Prácticamente todo en ella me ha parecido perfecto. The Black Phone es una de esas películas que respira cine en pantalla grande. Estamos ante mi favorita de Derrickson (y también creo que es su mejor película), se coloca entre lo más selecto que nos ha dado la factoría BlumHouse hasta la fecha (algo que era de esperar viniendo de quien viene), y de regalo nos llevamos a uno de los villanos más memorables de los últimos años (Ethan Hawke lo borda a niveles extremos).  Basada en un relato de Joe Hill y adaptado a la pantalla por el propio Derrickson y Robert Cargill, The Black Phone es tan rotunda, perversa y juguetona, que no podemos más que celebrarla, quererla y comentarla de la manera más intensa y efusiva.

Eduardo tenía complicado volver a remover estómagos de la misma manera que lo hizo con Pieles, pero hay que decir que lo ha vuelto a hacer, con mejor pulso, una estructura más normalizada y una temática mucho más dura y polémica. Con una personalidad arrolladora plasmada a fuego en su estilo, sus formas y su estética, La Piedad es de una brutalidad monstruosa. Transformar un drama familiar en una película de terror tan potente y sincera no es fácil, pero gracias a la capacidad que tiene Eduardo para exponer los desequilibrios humanos desde un prisma cómico (aunque la comedia sea muy muy negra), resulta en un ejercicio altamente creativo y atractivo. Rodada con una intención artística palpable en el vestuario, la música y el diseño de producción, La Piedad es una película única, incomparable, catártica y tan personal que resulta intransferible o intercambiable. La maternidad tóxica, la querencia, la necesidad, la identificación y los roles familiares planteados desde un prisma de autor que necesita provocar, remover y reconstruir dichas convenciones a modo de terapia, tanto individual como colectiva.

Todavía no ha llegado la película de Ti West que no me guste, considere fallida o incluso floja, pero lo conseguido con X ha excedido totalmente mis expectativas. Más allá de formar parte de una trilogía que todavía está por completar, aunque este mismo año ya presentó la precuela en Sitges con mucha expectación y celebración, X sigue siendo mi favorita hasta el momento. De Pearl, su precuela, también podría hablar maravillas, sobre todo por lo estelar de su dirección y ese personaje interpretado por Mia Goth que se ha convertido ya en icónico, pero el claro homenaje a La Matanza de Texas que nos plantea West en X, es de una exquisitez desmesurada. Ese ritmo pausado y decisivo que ya forma parte de su estilo, esa ambientación tan minimalista y cuidada tanto dentro de la casa con la iluminación y la estética, como con la música y los exteriores, un casting que funciona de maravilla en todas sus representaciones, siendo la Goth nuevamente la jefa absoluta, una construcción de la historia sumamente creíble, con la excepción de los maquillajes de los abuelos, y esa capacidad que tiene West para homenajear sin copiar ni repetirse, así es como se manejan las influencias, demuestra un crecimiento como cineasta evidente y una habilidad extrema para incomodar y perturbar.

El concepto que nos desarrolla Garland en Men trata de la culpabilidad que los hombres han cargado sobre las mujeres a lo largo de siglos y siglos de odio y desprecio implantado a través del castigo emocional y físico. Ganando por goleada al machismo exacerbado y dejando al género masculino a la altura del betún, representado en la película por hombres de lo más retrógrados, subdesarrollados y totalmente carentes de sensibilidad emocional, Men es un puñetazo sobre la mesa de lo más contundente, incómodo y visceral. Como siempre, Garland vuelve a ofrecer un punto de vista intelectualizado y crítico construyendo un filme que podría recordar por momentos a un cruce imposible entre Perros De Paja, todo el desarrollo en el pueblo y la manera que tienen de relacionarse sus habitantes con la recién llegada es tan enfermiza y despreciable como la de los habitantes del pueblo al que llegan Hoffman y la George en la película de Peckinpah, y la descocada locura a niveles extremos de la fantástica Gozu, es en el tramo final cuando sabréis el momento en el que Alex Garland toma el relevo de Takashi Miike para rizar el rizo hasta un extremo, que ni el japonés más loco de la actualidad se hubiera atrevido a llegar. Más allá de lo potente de su narrativa, nos encontramos nuevamente con un producto humilde, filmado con un mimo y una dedicación en todos los apartados descomunales. Como siempre, la firma de Garland implica un nivel de calidad muy alto para los estándares del cine independiente y Men no defrauda en ese sentido, ni en ningún otro.

Con el cine de Carlos Vermut tengo una relación especial. Me llega de maneras que ningún otro lo consigue. Ya sea por su intensidad emocional, por su abrumadora honestidad, por su calidad como narrador, por su arrolladora personalidad, por su capacidad para embrujar y encandilar con las imágenes o por su empeño de desentrañar la psique humana y sus más oscuros recovecos de las maneras más irracionales posibles, Vermut es un genio indiscutible. Mantícora toca varios temas, pero uno de ellos es uno de los tabúes más grandes que existen en nuestra sociedad. ¿Es la falta de amor y comprensión una de las razones por las que existen los monstruos?. ¿Se podrían aplacar las fantasías sexuales amorales a través de la ficción y la fantasía?. ¿Podría un asesino copar sus ansias de matar en la realidad virtual?. Puede que muy pocas personas se quieran hacer estas preguntas, pero eso es lo que nos plantea Vermut en Mantícora, preguntas que la sociedad no está preparada para preguntarse o simplemente no quiere hacerse. En Mantícora nada es explícito, todo es sugerido, dándole un valor enorme a los silencios, a los espacios, presentado con un ritmo pausado, casi terrorífico, en el que la tensión se va construyendo de manera magistral con detalles puntuales. Conocer, entender y controlar la parte más oscura e irracional de su personalidad es algo con lo que tiene que lidiar Julián, un diseñador de criaturas monstruosas para videojuegos que cree encontrar su equilibrio a través de la relación que entabla con Diana, una estudiante de historia del arte que ocupa sus días cuidando de un padre agonizante inmovilizado en la cama de su habitación.

Les Cinq Diables sigue resonando en mi cabeza de manera persistente e irremediable desde que la vi hace un par de meses en una sala de cine de Barcelona. La necesidad que tengo de seguir hablando de ella, recomendarla, recomponerla y ordenarla, es una constante ineludible dentro de mi ser. Pero lo que sigo necesitando sobremanera es volver a verla y volver a sentirla de la misma manera. Cuando una película te deja un poso tan duradero y adictivo, es que ya forma parte de ti, se ha instaurado en tu ADN de manera que pocas pueden hacerlo. Les Cinq Diables nos habla de la culpabilidad, de la responsabilidad de nuestros actos y de cómo estos marcan nuestra vida y la de otros. Nos habla de la identidad sexual, de la identidad familiar, de la identidad racial, y de cómo eso rige nuestra vida y la de los que nos rodean. Les Cinq Diables es preciosa, misteriosa, vital, emotiva, natural y sobrenatural. Y en ese carácter sobrenatural es dónde reside su magia, porque la magia está presente en la vida de nuestra protagonista de una manera tan natural y evidente, que es imposible pasarla por alto y definir Les Cinq Diables simplemente como un drama familiar. Les Cinq Diables es fantástica en su concepción, fantástica en su ejecución y fantástica en su definición, pero sobre todo, fantástica en el sentido más amplio de la palabra.

Guadanigno ya me atrapó a niveles extremos con su remake de Suspiria, muy discutido por otra parte, pero tengo que admitir que esa es la única razón que me llevó a ver Bones And All. Sin haber visto nada más suyo que la revisión del clásico de Argento, lo que me ha hecho vivir el cineasta italiano con Bones And All me confirma, sin género de dudas, que estamos ante uno de los directores más efectivos, disfrutables, arriesgados y valientes de la actualidad. Dotada de una sensibilidad especial para el romanticismo de la misma manera que la tiene para la crudeza más expeditiva, Bones And All es la historia de una búsqueda, o deberíamos decir de varias de ellas, plasmadas a través de una road-movie de clara intención independiente, en la que Maren y Lee coinciden de manera accidental uniendo sus caminos para aprender y disfrutar de la vida bajo su propia naturaleza. Ecos a películas como Trouble Every Day o Near Dark resuenan en varios momentos, pero lo que Guadagnino ha conseguido plasmar en una película de estudio de este nivel es prácticamente inaudito. Hay que tener muy presente que un filme de estas características, la temática que presenta y el cómo de explícita la expone, conlleva un riesgo muy alto a la hora de amortizarse, pero lo que me parece más valiente y heroico de todo es que Guadagnino la haya podido sacar adelante sin concesiones. Intensa, preciosa, dura y devastadora, Bones And All ha llegado la última para ponerse la primera.