‘Tiempos recios’, de Mario Vargas Llosa

¿Quién dijo que la Guerra Fría había terminado?

Frente al Generalísimo Trujillo de Tiempos Recios y La Fiesta del Chivo, Trump es un aprendiz de la propaganda

por Martin Baker

Tiene su gracia que Mario Vargas Llosa publique Tiempos recios en la época de las fake news porque refleja el mismo escenario propagandístico de la Guerra Fría de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado.

El Nobel de Literatura 2010 no tiene complejos en narrar la conexión dominicana en el asesinato de Castillo Armas, el militar guatemalteco puesto a dedo por la CIA para derrocar a Jacobo Árbenz, su compañero en la academia militar.

La historia que nos cuenta Vargas Llosa comienza con una cena multitudinaria en la que intenta escaparse pronto, pero alguien, un periodista – poeta – escritor le agarra del brazo con la consabida frase “Tengo una historia que te encantaría escribir”.

Basta oír esa sugerencia para que casi todos los autores se bloqueen mentalmente contra la historia, pero en este caso, Vargas Llosa se lo pensó dos veces.

Tony Raful le dejó entrever los datos que apuntaban al magnicidio dirigido desde Ciudad Trujillo, y Mario tiró del hilo. Y tiró tanto, que nos rescribió la Historia con letras mayúsculas, esa signatura que la propaganda de United Fruit y la caza de brujas contra el comunismo en Estados Unidos dejaron contada de otra forma para la posteridad.

Así que la historia de la Fiesta del Chivo continúa en Tiempo Recios.

Y como no podía ser menos truculenta de lo que la realidad fue y de lo que ya noveló en la Fiesta del Chivo, Trujillo se convierte en el personaje principal, en la sombra principal de toda la novela, cuyo engranaje se articula en torno a la presencia de Abbes García, el asesino favorito del dictador, un periodista hípico ascendido a agregado militar en la embajada dominicana en Guatemala.

“Estos son los hechos históricos”, dice Vargas Llosa. “Donde había vacíos, he puesto imaginación. Los personajes son históricos, pero usados como ficticios. Hay hechos básicos que es imposible alterar, esos hechos deben ser respetados”, explica en referencia a que Abbes salió de Guatemala la noche del asesinato. Voló en avión privado en compañía de Marta Borrero, la amante de Castillo Armas.

El autor rememora que cuando Árbenz fue depuesto por el golpe de estado de “Cara de Hacha” Castillo Armas, él estaba en la universidad San Marcos y los estudiantes se manifestaron.

“No olvidemos que es un escenario de la Guerra Fría, la CIA lleva el éxito de su operación en Irán y lo replica en Guatemala contra Árbenz. Si Estados Unidos, en lugar de derrocar a Árbenz, hubiera subsidiado las reformas, la historia de América Latina habría sido diferente”, reflexiona el escritor.

La reforma agrícola propuesta por Árbenz tenía un fondo capitalista: aprovechar las tierras “ociosas” para que las cultivaran propietarios privados.

También había, cómo no, los impuestos que durante medio siglo United Fruit no había pagado en Guatemala, y que hicieron saltar la situación con acusaciones de espionaje soviético, intentos de ocupación del Canal de Panamá, …

El ensayo estadounidense Frutos Amargos desveló en los años ochenta los abusos de la CIA en Guatemala. La Agencia desclasificó con posterioridad muchos documentos sobre la muerte de Castillo Armas, demostrando que la versión oficial era falsa.

Sólo quedaba que la pluma de un gran escritor reescribiera la historia como sólo Vargas Llosa puede hacerlo: “No me crean. Lean el libro sin prejuicios”.