‘Suspiria’, Festival de Sitges

Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges

Suspiria: Notable alto

por Àlex Caballero

Presentándola como uno de los platos fuertes del Festival, tanto es así que ha sido la encargada de inaugurar esta 51ª edición del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges, el remake de Suspiria firmado por Guadagnino era uno de los trabajos más esperados y que ha creado mayores expectativas  entre crítica y público en el certamen de este 2018, todo ello con el permiso del reboot de la saga de Halloween que es la que oficiará la gala de cierre el próximo día 12 con la culminación del concierto de John Carpenter y su banda al día siguiente en el Auditori del Melies con todas las entradas vendidas desde hace semanas. 

Teniendo en cuenta que la película de Guadagnino lo tenía prácticamente imposible a la hora de superar o incluso igualar la magistral y referencial obra del maestro italiano del terror Dario Argento, hay que admitir que Guadagnino ha sabido crear su propia narrativa y estilo ayudado por la base construida por Dario Argento y Daria Nicolodi hace 40 años con un resultado más que notable, destacable e interesante. Vayamos primero a por sus partes más débiles para más tarde centrarnos en sus grandes logros, pero tranquilos, tampoco es que es que hayamos encontrado muchos contras.

Empezaremos por el más evidente, su duración. Teniendo en cuenta que a mi no se me ha hecho pesada ni tampoco me parece excesiva su duración, entiendo que una película que dura 152 minutos, se le puede hacer bastante cuesta arriba a mucha gente. Y como segundo y último punto débil nos encontramos con una banda sonora compuesta por Thom York que en muy pocas ocasiones, quizás una únicamente, es capaz de copar la calidad, el nerviosismo, el misterio y la belleza que Goblin consiguió parir para esa magistral primera versión de Argento. Hasta aquí lo poco flojo que he podido extraer de su visionado.

Y ahora vamos con sus puntos fuertes. El primero que nos encontramos es la localización, el marco histórico y la clara ambientación europea del filme. Guadagnino nos posiciona en el Berlín de finales de los 70 en una Alemania separada por el muro y a uno de sus personajes principales marcado por la desgracia de la Segunda Guerra Mundial y la desaparición de su mujer. A priori no debería de convertirse en un punto fuerte, pero hay que admitir que el contraste que supone la narrativa fantástica del filme contra la real que nos encontramos con el  marco histórico en el que nos coloca Guadagnino,se convierte en el perfecta representación del enfrentamiento entre los dos mundos que perciben sus personajes. Otro de sus puntos fuertes es claramente el desplazamiento consciente que hace David Kajganich con respecto al libreto firmado por Argento Nicolodi en su versión original. Kajganich no esconde, hace saber al espectador desde un primer momento que estamos hablando de una situación extraña, paranormal incluso, en la que brujas y aquelarres están presentes en la cabeza y la boca del primer personaje que aparece en pantalla, una Chloe Grace Moretz absolutamente desquiciada y con los nervios a flor de piel. Si seguimos ahondando en su metraje nos daremos cuenta de que tanto las texturas, como la ambientación del filme oscila entre entre la deprimente oscuridad y el preciosismo grandilocuente, algo que tiene su máxima expresión en los exteriores e interiores del edificio en el que está situada la academia de baile de Helena Markos y en el diseño de producción y de vestuario que tiene la película, enamorado hasta las trancas de esa actuación con los vestidos de tiras rojos para bailar el Volk. En cuanto a las actuaciones se refiere, Tilda Swinton como Madame Blanc resulta en el mayor de los logros actorales del filme siendo la mejor con diferencia. Tilda es un animal ante la cámara, un animal que utiliza su cuerpo, su mente y sus ojos de manera prodigiosa para elevar cualquier producto en el que participa a niveles de calidad extremos. El resto de casting es más que correcto destacando sobremanera la etérea actuación de una Dakota Johnson en su mejor trabajo hasta la fecha. Y continuando con el apartado técnico tenemos que decir que el filme de Guadagnino está plagado de imágenes de una fuerza estremecedora y varias secuencias para el recuerdo. Entre ellas cabría destacar la primera muerte de la película, montada en un set-piece magistral, y el posterior tratamiento del cuerpo por parte de las profesoras de la academia, una secuencia que pondrá tus pelos como escarpias. Probablemente uno de los trozos de celuloide más potentes, incómodos, dolorosos y crudos que he visto en un cine desde hace bastante tiempo. También están en lo más alto del podio las escenas de danza, explotadas, compuestas y montadas con sumo cuidado, entusiasmo y emoción, hasta conseguir llevar al público casi al mismo centro de la sala donde está ocurriendo la acción transmitiendo al espectador la pasión, el esfuerzo, el sacrificio y el dolor que sufre la Johnson para llegar a lo más alto. Y para finalizar me gustaría destacar ese clímax final del que tanto se ha hablado y del que tanta gente ha renegado, para mí es una auténtica orgía de sangre dotada de un carácter excesivo e incluso granguiñolesco que hace estallar toda la contención que se crea durante el metraje de manera magistral.

El tiempo lo dirá, pero bajo mi punto de vista estamos ante la revisión de uno de los clásicos intocables más digna y notable de nuestros días.

Puntuación 9