¿Stranger Things viene a salvar Netflix?

Seamos sinceros: Netflix no está pasando por sus mejores momentos. Entre la caída de usuarios, la excesiva cancelación de series así como ideas tan cojonudas como reventar el sistema de cuentas compartidas le está pasando facturas a la gran N. La calidad de su contenido ha ido decreciendo en los últimos años (Algunos como Elon Musk tienen claro el porqué). Sabiendo de este panorama… ¿Qué tal la última temporada de Stranger Things?

Partamos de que Stranger Things puede ser la serie bandera de Netflix. Su servicio de streaming no era nuevo, pero cuando la serie de los hermanos Duffer salió a escena, catapultó la popularidad de la compañía hasta la estratosfera.

Su primera temporada era un genial pastiche de nostalgia ochentera y una trama que orbitaba entre lo oscuro y lo juvenil. Sus tramas recogían el interés de lo sobrenatural, ciencia ficción, experimentos, superpoderes y un grupo de jóvenes carismáticos que llevaban con ritmo la historia.

A lo largo de sus tres temporadas, la serie ha sabido mantener la atención en sus más y menos, a la vez que completaba una mitología propia. Sus monstruos, el mundo al revés, los experimentos… Todo creaba una esencia pura a una serie que surgió de referenciar a otras producciones de la cultura popular ochentera.

¿Y esta cuarta temporada? ¿Merece la pena?

A poco de la recta final de esta temporada (recordemos que los episodios que contienen el climax no aparecerán hasta el 1 de julio), he de decir que he acabado gratamente sorprendido.

La temporada 2 y 3, sin ser malas o mediocres, tenían demasiados rodeos para llegar a la conclusión. Se hacían pesadas y eso bajaba el interés y se centraban demasiado en intereses menores… Porque oye, saber a quién puñetas le gusta al adolescente de turno es un interés menor cuando hay un monstruo desguazando al personal.

Sin embargo, esta cuarta temporada parece haber aprendido y encauza su argumento con muchísima más precisión.

La historia se divide en tres ramificaciones que van ganando presencia a medida que se suceden los capítulos. Y os aseguro que los siete capítulos disponibles en la plataforma, actualmente, tienen un ritmo endiablado. Algunos bastante más largos de lo habitual en la serie, pero cuya duración no pesa ni un gramo; todo lo contrario.

Una gran apartado técnico

Se nota el empeño de sus directores por crear, con cada plano, un cuadro tan bello como temible. La serie cuenta con una fotografía realmente buena que se mezcla con una realización ágil, produciendo un cojonudo sentido del ritmo.

Los hermanos Duffer han dirigido la gran mayoría de capítulos, como es costumbre. También repite Shawn Levy a la dirección de la cámara.

La música sigue manteniendo el ritmo; mezclando una ost sacada de un salto temporal a los ochenta, con esas piezas propias creadas para la ocasión. Algunos momentos musicales convierten en épicas las escenas que estás viendo.

Una Stranger Thing más oscura

Stranger Thing puede ir de niños, pero nunca se ha preocupado en exceso a la hora de buscar un impacto visual. En esta temporada, todo se siente un paso más allá. Cuenta con algunas de las muertes más espectaculares (y desagradables) de su recorrido. No esperes que esto sea The Boys, pero contiene un pre-gore que, lejos de ser un reclamo gratuito, sabe hacer sentir al espectador que los personajes están en grave peligro.

Es un sentimiento muy bien logrado; mucho mejor que en temporadas previas. Y es que si hay algo que me ha transmitido esta nueva tanda de capítulos es la sensación de que no solo los personajes han crecido; también la misma serie.

Hay un aire más maduro, que en contextos peliagudos hace que la tensión suba. Los mismos guionistas ya dejaron claro que cualquiera podría morir en esta nueva temporada y eso se palpa en el ambiente.

En contrapunto, están las chorradas “bienqueda” que Netflix (Chorradas que hace una década se habrían considerado “puritanas”) arrastra desde hace unos años.

Es gracioso ver un 1985 donde todos son sanos sanísimos. No veras a nadie fumándose un cigarrillo; algo curioso en una serie donde podemos ver como a alguien le quiebran la cabeza a dentelladas, y que roza el ridículo con dos personajes porreros que no salen fumando NI UNA SOLA VEZ. Eso sí, se pasan media temporada “fumaos” aunque será del aire, supongo.

Temas de control de sustancias por parte de Netflix, que parece que tiene como plan B ser una ramificación de la DEA si eso del servicio streaming se le va al traste.

En fin…

En conclusión

Stranger Things 4 es una vuelta cojonuda a los orígenes. Probablemente sea la mejor temporada junto a la primera y el producto más salvable de Netflix en años. La compañía debería mimar con fuerza esta producción y usarla de ejemplo a la hora de encarar nuevas.

No basta con tener doscientas series mediocres que cancelar a mitad de recorrido, cuando puedes valerte de material de calidad, aunque sea menos.