Sónar 2023: segundo día con altos y bajos

Segundo día: 16 de junio 2023

Lo primero que pisé el segundo día de festival fue el Sónar Park. De nuevo allí en primera fila esperando a que Alejandro Silva, a.k.a. Merca Bae, nos soltara en toda la cara su primer trabajo en directo. Para un productor como él, curtido en Londres y con una mente privilegiada para el club, crear un proyecto de la envergadura de 2048, así bautizó al set, hay que tener mucha confianza en uno mismo y ser capaz de elevar tus habilidades varios niveles por encima de la media. Con ese carácter futurista, industrial y de ciencia ficción que siempre ha llevado como estandarte en su estilo, Merca Bae desplegaba sus habilidades a los mandos lanzando todos los sonidos en directo sin necesidad de pre-grabados.

Separando el set por canciones de manera clara, con su comienzo, nudo y desenlace, todo en 2048 estaba pensado y medido al milímetro por un genio que no salía de su concentración a la hora de despachar su personal visión del perreo industrial. Con influencias tan variopintas como el techno berlinés, el poki, el trance, la mákina, el breakbeat, el jungle, el indutrial o el drum n’ bass, 2048 se impregnaba de bocinas y pitidos, scanners y radares, vigas y cemento, para ofrecer una de las experiencias tecnológicas más bailables y avanzadas del panorama actual. Los mejores graves del festival sin ninguna duda.

La decepción del Sónar 2023

Qué Albany es la reina del sad-trap en España, es algo que no se puede poner en duda. Pero también hay que decir que sus dos últimas mixtapes, Lágrimas De Un G y XXX, están plagadas de hyper-pop y glitch hasta rebosar. Siendo lo fan que soy de ella en estudio y de su capacidad creativa, su directo siempre me ha resultado algo justo y poco preparado. Vestida para la ocasión con camisa y corbata incluida, unas visuales de infarto que llenaban de colorido el escenario y un sonido atronador que hacía las delicias de las allí presentes, con Albany pidiendo en repetidas ocasiones que le bajaran el micro, el directo lo tenía todo para ser memorable, pero no fue así.

Una Albany poco inspirada que incluso llegó a cortar un tema a la mitad por no saberlo, vino a cantar sus hits de siempre, sobre todo los más bailables y accesibles, y se dejó en el tintero la traca de canciones glitch que tan buen resultado le han dado últimamente. Sí que se acercó un poco más a los temas de XXX, pero de su última mixtape tocó sólo Scort. Tan pocas ganas le puso al concierto que incluso se fue antes de cumplir su tiempo, que no eran más que 45 minutos.

Y llegó la noche…

Llegar al Sónar de noche y penetrar en sus enormes naves industriales es siempre una sensación única e incomparable. Si no fuera por lo problemático de sus accesos, esas justas puertas laterales siempre se agolpan excesivamente de gente, la grandiosidad de sus espacios es uno de sus fuertes. Llegando justo para ver terminar el ataque hardcore de Cardopusher, a las 22.00 salía a escena en el Sónar Club el maestro Richard D. James bajo su mítico alter-ego Aphex Twin, sin duda alguna, uno de los precursores de la electrónica moderna y uno de los maestros indiscutibles del género. Encapsulado en una cabina metálica en la que se proyectaba el logo clásico de Aphex Twin y algunas de las visuales que también salían por las pantallas instaladas en el recinto, además del cubo central que presidia las alturas del escenario.

Resultaba irónico ver a una bestia salvaje como Richard enjaulado para ejecutar su directo. Su entrada fue dura y densa, con mucha distorsión y sumamente corrosiva.

Pero como no solo de barbarie vive el maestro, al poco empezó a cautivarnos con su vertiente más delicada y ambiental, sin dejar de lado nunca sus roturas extrasensoriales y sus espacios minados de efectos futuristas.

El caos y la violencia se apoderan de la sesión y entonces nos damos cuenta de la verdad más evidente, Richard D. James no hace música para las masas, ni tan siquiera hace música para sus seguidores, Aphex Twin hace música para su propio deleite, para su peculiar universo, y el resto se la suda.

A medida que avanzamos el set se vuelve bastante más bailable y accesible, pero no nos engañemos, Richard es un apasionado del desfase ruidista y rupturista, y a eso no le gana nadie, o mejor dicho, no hay nadie que se atreva a hacerle sombra en ese sentido.

La paranoia electrónica exclusiva para paladares exquisitos y bien formados, fue llevándonos a un final excesivo, monumental y salvaje. Más de hora y media de set extremo en todos los sentidos. Gracias Richard, tenemos para cuatro años más de sequía, pero no más.

Fever Ray cerró el día con su espectáculo

Y para redondear la noche nos acercamos hasta el Sónar Pub para gozar hasta la saciedad con el espectáculo de Fever Ray, la artista sueca Karin Dreijer que explota al máximo en su faceta artística como Fever Ray. Es un proyecto personal, que congrega a toda una banda al completo a la hora de exponerlo sobre las tablas de un escenario. Vestida con traje traje y camisa y rodeada de una banda tan compacta y versátil que asustaba, el show que ofreció Karin Dreijer superó con creces cualquier expectativa preconcebida.

Con un sonido abrumador en todos los sentidos, la voz de Karin es una de los protagonistas absolutas del conjunto, ya sea susurrada, sensual o gritada, su registro tiene una capacidad extrema para captar tu atención y crear una emoción poco definida que va desde el deseo hasta la adicción sin pasar por alto la calidad y la interpretación.

Otro de los factores más acentuados en sus actuaciones es precisamente la interpretación. Más allá de estar absolutamente compenetradas y sonar de lo más sólidas y profesionales, varias de las componentes se unían a las minimalistas coreografías que Karin ejecutaba en algunos de los temas de su más reciente Radical Romantics, del que cayeron prácticamente la mayoría en su set-list con el añadido de finalizar el bolo con su clásico If I Had A Heart de su primer disco. Una hora de calidad musical incuestionable y de pasión desmedida por las artes escénicas.