Sónar 2023: El plato fuerte para el final

Para el último día había varios platos gordos que degustar. Para empezar la tarde fui directo al Sonar Park dispuesto a disfrutar de un trío de actuaciones a cual más esperada.

La primera era la de Leïti, quien después de haber encabezado el primer día de festival haciendo una charla de música avanzada, llevaba preparadas varias sorpresas para convertir su show en algo especial y único para el Sónar.

Empiezan a sonar las primeras bases de Bexnil y acto seguido aparecen dos bailarinas que van encadenadas a las correas de dos acróbatas subidos a unos zancos de dos metros creando una imagen entre grotesca y de fantasía que casaba a la perfección con la imaginería apocalíptica de Leïti.

Contando con más de un colaborador para algunos de los temas, Sam Davis pasó por allí entre otros, resultó curioso que tanto La Zowi como Sticky, que actuaban ese mismo día en el festival, no hicieran parada en el escenario de Leïti para subirse en los temas que sí que cantó el catalán, pero no con ellos.

La muestra de nivel, calidad y profesionalización que va tomando la carrera de Leïti se vió claramente expuesta en el concierto del Sónar. Cada vez suena mejor (Bexnil mediante), su espectáculo es más completo y más complejo con cada nuevo disco, su voz tiene unos ritmos y cadencias imposibles que en directo ejecuta prácticamente a la perfección, sus habilidades como comunicador (aún con mensajes confusos) son evidentes y no podemos obviar sus bailes, esos movimientos rápidos y rítmicos de los pies que caracteriza también su música y sus raíces de manera inequívoca.

De nuevo los temas que mejor sonaron fueron los de su debut largo Apocalipsi, ese disco tiene algo especial dentro que en directo muta a algo bastante más orgánico y cercano, pero tampoco faltaron sus hits de siempre para contentar al público más fanático.

La Flaca cumplió todas las expectativas

Sin moverme del sitio, esperé diez minutos a que la DJ argentina afincada en España llamada  La Flaca hiciera acto de presencia y nos pusiera a todos en modo éxtasis con una sesión escandalosamente disfrutable y bailable.

Con un set de DJ plagado de clase, su mezcla de reggaeton más clásico con los hits del momento, de la misma manera que lo hacía con el dembow y el pop clásico, no tiene fisuras.

La Flaca se atreve con todo lo que huela a latino, Tokischa, Daddy Yankee, El Alfa, Bad Bunny, Don Omar, pero tampoco obvia rompepistas como Bad Gyal, Shakira, Spice Girls, 50 Cent o cualquier fantasía que se le ponga por delante. Eso sí, todo metido en una batidora de ritmos extremos, perreables a más no poder y con un carácter festivo inequívoco que casan a la perfección con la cultura de club y el concepto de la pista de baile.

Su entrega, sus bailes y sus emociones a flor de piel con las mezclas, hacían que la gente todavía subiera más y la vitoreara sin descanso. Sin duda la sesión más divertida del festival.

Sticky M.A. cierra en el Sónar su gira

Para cerrar la tarde seguí anclado a la primera fila del Sónar Park para ver a Sticky M.A.. Un mc de lo más peculiar salido del colectivo AGZ y que después de varias mixtapes que lo han encumbrado como uno de los más originales de la escena actual, recae en el Sónar para cerrar su exitoso tour Corazón Verde.

Personalmente le puedo poner como fallo que era la tercera vez que lo veía con el mismo show y ya sabía todo lo que iba a ocurrir, incluso salió Leïti a cantar con él las dos mismas canciones de siempre. Pero también tengo que decir que aún con el poco interés que me podía generar su concierto, fue una de las mejores actuaciones que ha dado el madrileño en mucho tiempo.

Cantando prácticamente todo y con la voz pre-grabada muy por debajo de lo normal, desgañitándose con los gritos a más no poder y saltando y botando como nunca, la ventaja de realizar un concierto de 45 minutos jugó a su favor aguantándole  la voz lo justo para cumplir hasta el final, algo de lo que normalmente suele sufrir bastante. A los mandos estaba Royce Rolo, como no podía ser de otra manera, garantía de calidad asegurada.

Eric Prydz demostró su bien ganada fama con HOLO

Ya en el recinto nocturno del Sónar, la estrella de la noche era Eric Prydz con la presentación de su espectáculo HOLO. Si el día anterior tuvimos a uno de los padres de la electrónica moderna, el sábado tocaba acercarse al jefe supremo del house progresivo, y el dj y productor sueco no defraudó lo más mínimo.

Montado en el escenario en la parte de atrás con su platos y sus artilugios, la parte frontal del escenario quedó completamente cerrada por ese tipo de vallas metálicas reflectantes en las que ahora se reproducen muchas de las visuales vanguardistas que llevan preparadas los artistas.

Pero HOLO es algo más (o bastante más) que simples visuales hipnóticas e impactantes, HOLO explica algo en cada canción, son imágenes en movimientos que generan ciertas respuestas en el público y a la hora de visionarlas tiene esa característica de volúmen que hace que sean casi en 3D. La primera imagen era una mano con un móvil que hacía fotos al público justo en el momento en el que todo el mundo alzaba su móvil para grabar el comienzo del concierto sin que éste hubiera empezado todavía, llámalo ironía.

Las secuencias de imágenes se sucedían y entre las más destacables estaban la de un astronauta mirándonos a todos, un equipo de desinfección que descarga sus químicos sobre el público, unos buzos que bajaban a las profundidades para encontrarse con una ballena, o ese cielo completamente cabreado soltando rayos y relámpagos sobre un público alucinado por completo.

Pero la maravilla no consistía solamente en eso, la sesión de house que llevaba preparada Eric puso el Sónar Club a bailar como posesos entregados a los subidones y a los cambios de ritmo como si de una religión se tratase. Un espectáculo único que el que no ha pasado por el Sónar, difícilmente va a poder disfrutar alguna vez en su vida.

Bad Gyal, una calidad muy por encima de las expectativas

Cambiando completamente de tercio, me fui directo al Sónar Pub para ver (por tercera vez en un año) a Bad Gyal. Habiéndola visto en el Primavera Sound del año pasado y de nuevo a los pocos meses en el Palau Sant Jordi, mis expectativas no estaban por las nubes. Había disfrutado de ambos conciertos, pero ninguno de los dos me parecía que estaban a la altura de lo esperado.

Decidido a tomar posición en las primeras filas, la tercera fue la elegida, y centrando lo que pude mi perspectiva del escenario, fue empezar el primer tema de la catalana y temerme lo peor. Una vez más no se la oía lo suficiente y su entrega estaba más en el lado del pasotismo que en el de la emoción.

Pero nada más lejos de la realidad, fue retomar el segundo tema, creo que fue Blin Blin, y venirse todo arriba. Con un volúmen mucho más alto y una voz más consistente, Alba Farelo firmó un espectáculo plagado de hits, momentos estelares y una calidad muy por encima de las expectativas. Lo más destacado fueron los temas nuevos (ya no tan inéditos) del álbum que está apunto de sacar.

Está claro que cuando Alba se sube a los ritmos y los fraseos de sus temas nuevos es cuando más disfruta y más se esfuerza. Por decir algo negativo, su peluca medio despeinada no me gustaba nada, y Bad Gyal siempre mejor sin gafas de sol. Momentos como Iconic, Gasto, Sin carné, Su Payita, Flow 2000, Nueva York o las clásicas La Prendo y Yo Sigo Igual, se bailaron hasta la extenuación, pero de nuevo su esperado final con Fiebre fue el mejor cierre de concierto del día.

Un fin de fiesta con regusto amargo

Para finalizar mi noche y mi festival, escogí el escenario Sónar Car, donde teníamos nada menos que al dúo Parkineos y a La Zowi, una detrás de los otros. Lo de Parkineos fue directamente de otro planeta. Pudiendo rivalizar con la fiesta y la intensidad que La Flaca nos había regalado hacía tan solo unas horas, y sin tener nada que ver el estilo de ella con el de Parkineos, la sesión que se marcaron estos dos llegó a unos niveles de locura y bpms más allá de lo humano.

Tomando su nombre en referencia a las bacanales musicales que se montaban en los parkings de las discotecas hace un par de décadas, la cultura pokera y bacala, el carácter hardcore y gabber, y esa sensación continua de rave interminable y terrorismo sonoro que ejercen sobre su público, convirtió la forma circular del recinto del Sónar Car en uno de los nueve círculos del infierno de La Divina Comedia de Dante. Mezclando Shakira de la manera más irreverente posible y poniendo a Ben Yart en el lugar que le corresponde (la pista de baile), los remixes pasados de vueltas de Parkineos se convierten en himnos inmortales en la mente de los irreductibles e incansables que nos encontrábamos en las primeras filas de aquel espectáculo único e irrepetible, al menos al nivel de volúmen que lo pudieron hacer allí.

De La Zowi poco voy a destacar más que su imponente presencia, su estética de diva perdonavidas, los perreos esculturales que se marcó con el cuadro de bailarinas y su actitud pasota y altiva.

Todo eso en una estrella es muy bueno, y ella lo tiene todo, un empaque brutal, una imagen icónica y unos temas que pueden escandalizar al más expuesto. Por todo ello, y porqué además venía a presentar su mejor trabajo hasta la fecha titulado La Reina Del Sur, me sentó fatal que lo hiciera todo desde el playback.

Obviamente estamos muy acostumbrados a que la voz de fondo funcione como apoyo para muchos de los artistas de la escena urbana actual, ok. Pero yo he visto varias veces a La Zowi y sé que tiene la capacidad de hacerlo muy sobrado en directo como demostró con la gira de su anterior largo, Élite.

Me agarré tal cabreo con el tema, que diez minutos antes de acabar el concierto ya estaba tirando para casa. Una pena acabar con un regusto algo amargo después de esa desilusión, pero las cosas no siempre salen como uno espera.