¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si mezclaras UFC, un bar de carretera, y un poco de drama al estilo de Florida? Bueno, parece que Doug Liman lo hizo por ti, trayéndonos el remake de Road House (Amazon Prime Video), protagonizado por Jake Gyllenhaal, quien aparentemente decidió que golpear gente en pantalla era el siguiente paso lógico en su carrera.
Una historia del montón
En esta esquina, pesando en pura musculatura y carisma, tenemos a Dalton (Jake Gyllenhaal), un exluchador de la UFC convertido en el portero más molón de los Cayos de Florida.
Su misión: mantener el orden en el paraíso… o al menos intentarlo. Entre peleas que harían sonrojar a un canguro boxeador y dilemas morales más enredados que los cables de tus auriculares, Road House promete ser esa película que ves con los amigos para decir “¡Eso no puede pasar!” y luego recordar que, en Florida, todo es posible.
Un casting por encima de la media
Con un elenco que incluye a Conor McGregor, quien claramente se tomó muy en serio eso de actuar como si estuviera en una pelea real, y Daniela Melchior, que probablemente se preguntaba en qué lío se había metido, Road House es un festín de caras conocidas. Y sí, las actuaciones son tan buenas que casi te olvidas de que estás viendo a un luchador de UFC intentando actuar y no al revés.
La crítica ha dicho…
Las críticas son como las pizzas, incluso cuando son malas, son buenas. Y Road House no es la excepción.
Algunos dicen que es un reboot que supera al original, mientras que otros argumentan que es un festín de CGI y peleas tan falsas que hasta los Power Rangers dirían “eso es un poco exagerado, ¿no?”. Pero todos coinciden en algo: es imposible no verla.
En conclusión…
Road House es esa película que ves no porque esperas que cambie tu vida, sino porque a veces, solo a veces, necesitas ver a Jake Gyllenhaal y Conor McGregor repartiendo mamporros en un bar de Florida.
Disponible en Amazon Prime Video, esta película es el plan perfecto para una noche de fin de semana cuando tus planes más ambiciosos son ponerte el pijama y preguntarte “¿qué demonios acabo de ver?”.