Nadie comparada con ella

Hace unos días nos dejó una de las almas más sensibles, dañadas, torturadas y complejas que hayan vivido en nuestro tiempo. Conocida por el gran público como Sinead O’Connor, esa cantante irlandesa rapada y radical capaz de romper una foto del papa de Roma en prime time durante una actuación en directo en la televisión, acción que le costó prácticamente su carrera cuando estaba en lo más alto después de versionar (y mejorar) el Nothing Compares 2 U de Prince y convertirlo en un hit mundial, apagó su luz a los 56 años de edad.

Luchando siempre contra la Iglesia Católica y su protección descarada sobre los abusos sexuales que se han cometido (y se siguen cometiendo) contra los niños en todos los lugares del mundo, Sinead abrazó el Islam como religión (y puede que alguna más en el proceso) para desvincularse incluso de su nombre cristiano y rebautizarse como Shuhada’ Sadaqat.

Su trastorno emocional, físico y mental fue haciendo mella en la relación con sus hijos (uno de ellos muerto por suicidio el enero del año pasado), su carrera profesional (lleva años siendo carnaza de los tabloides), y la relación consigo misma (con varios intentos de suicido a sus espaldas), desvirtuando su persona y su personalidad hasta niveles imposibles. Diagnosticada con trastorno bipolar, agorafobia, depresión y tendencias suicidas, la histerectomía radical a la que se tuvo que someter fue algo que también la dañó de la peor manera posible.

Para mi, Sinead, ha sido una de las voces y unas de las personalidades que más ha marcado mi madurez y mi conciencia social, a la vez que me ha nutrido con algunos de los discos de pop más perfectos, viscerales, imprescindibles y preciosos que jamás he escuchado. Sin duda alguna su debut del 87, The Lion & The Cobra, es mi favorito entre todos, contiene una de las canciones con las que más he sentido en mi adolescencia (Troy), pero sin olvidarme tampoco del Faith And Courage (2000), el Universal Mother (1994) y el Sean Nos-Sua (2002), este último en su vertiente más folk, que me parecen también magistrales de principio a fin.

De su última etapa, y poniéndolo en el mismo escalón que los anteriormente nombrados (no consigue superar a su debut pero se queda a un paso), How About I Be Me (And You Be You?) (2012) es otra obra de una calidad, una honestidad y una claridad abrumadoras. La pasión y brutalidad que se respira en Take Off Your Shoes es algo que se puede cortar en el ambiente mientras la escuchas. Una clara candidata a competir con Troy.

Dos años después Sinead firma su último disco de estudio, I’m Not Bossy, I’m The Boss, una contundente declaración de intenciones sobre el empoderamiento femenino y la importancia del liderazgo de las mujeres a lo largo de la historia y cómo se percibe a día de hoy en el ámbito de los negocios y el escenario empresarial. Un disco hábil, disfrutable, melódico y rockero a la vez, y que resulta en una las obras más refrescantes, vitalistas y modernas de la irlandesa.

Ojalá haya una vida más allá y Sinead se haya podido reencontrar con su hijo Shane para reparar su alma y poder disfrutar de una eternidad sin problemas mentales, traumas  y luchas imposibles. Yo te voy a echar mucho de menos. Por mucho que suene a cliché, dejas un vacío que nadie podrá llenar.