Mis 25 discos nacionales favoritos de 2022, por Àlex Caballero

Volvemos a las dichosas listas, esas que sirven para revisar lo que se te ha escapado durante el año o incluso descubrir ese artista o disco que signifique algo más que una simple escucha errática y sin demasiadas ganas.

A veces hay que presentar los discos de alguna manera, acercarlos y darlos a conocer de formas distintas. Lo mío nace siempre de la pasión, de las ganas de compartir y contagiar las emociones que circulan dentro de mí con según qué discos, esa es mi única intención con mis listas. Nuevamente el mercado nacional ha conseguido ocupar muchas más horas de escucha en mis oídos que el internacional, algo que cada año aumenta su cuota considerablemente gracias a la calidad, diversidad y originalidad aportada por nuestros artistas.

El autoconocimiento y la inteligencia emocional son términos que suelen usarse en estos días para hablar del crecimiento personal y de la capacidad empática que hay que tener con las problemáticas humanas cotidianas. Pero más allá de esas premisas tan bonitas y necesarias, la educación y la percepción sobre la enfermedad mental causada por la depresión y la no aceptación del mundo que nos rodea, se convierte en la asignatura pendiente más clara de la sociedad. Cuando alguien se rompe un brazo o una pierna nos preocupamos, lo cuidamos, lo ayudamos y lo acompañamos, a veces de maneras innecesarias o sobre proteccionistas, en todo el proceso médico y de curación. Pero cuando alguien presenta síntomas de depresión, desequilibrio mental, aislamiento o culpabilidad, lo único que hacemos la mayoría es dar una palmadita en la espalda (en el mejor de los casos) para animar y decir aquello tan manido como -sé fuerte y palante- , o simplemente ignorarlo y dejar que esa persona se apañe con sus sentimientos y gestione como pueda (sin ayuda) uno de los males más endémicos de nuestra sociedad apartando y aislando (provocando una mayor soledad) a la persona afectada. El Arte De Morir Despacio es el reflejo de una de esas personas, un viaje a través de las emociones de la infancia, la juventud y la madurez trufadas de decepciones, malas decisiones, concienciación sobre uno mismo y aceptación, en el que el aprendizaje en el autoanálisis se convierte en el arma más necesaria para salir del hoyo.

Éste disco ha sido el culpable de sacar la lista con mis 25 favoritos nacionales fuera de fechas. Shockwave sale el día 15 de diciembre y mi desilusión, con respecto a su anterior Serie 5, se hizo patente en los primeros días de escucha. No estamos ante un disco conceptual, ni tampoco ante una obra que requiera de una penetración especial para disfrutarla. Shockwave es vacile puro, una colección de canciones que funcionan como singles, nunca como un todo sólido e indestructible. Sus conceptos son sencillos de abarcar, sus colaboraciones bastante notables (Tote, Cruzi, Bobby y Peke, Santasalut, Las Niñas…) y sus bases claramente hardcore, pasadas siempre por el filtro Ziontifik. Esperaba más, quería más y necesitaba más de Elio Toffana. Pero de esa primera desilusión que supuso el disco, pasé al interés, y de ahí a la adicción tratándose de Elio Toffana, tan solo había un paso. No es que haya acabado enganchado como una lapa a Shockwave, pero a día de hoy me parece un disco superior a lo que muchos raperos de la escena han puesto en circulación este año. 

Aprovechando la ola latina que tan presente está en nuestros días pero sin dejar de lado su vertiente más delicada y romántica, Ana construye un disco plagado de ritmos reconocibles y, hasta la fecha, bastante ajenos a su propuesta. Paprika es el disco más abierto a las influencias actuales que ha realizado La Bien Querida hasta el momento. Suena diferente, interesante e incluso bailable en algunas ocasiones, canciones como Esto Que Tengo Contigo, Datbay, La Cruz De Santiago o Mala Hierba, confrontan esos ritmos latinos con el sonido clásico de La Bien Querida que queda patente en temas como La Perra Del Hortelano, La Voz De Su Amo, Átame o Como Si Nada. Un disco alegre por momentos, sexual en otros, nostálgico a veces y empedernidamente romántico, que nos regala una nueva versión de Ana Férnandez-Villaverde en la que poder descubrir todo un nuevo mundo de texturas y querencias por los ritmos latinos. Como esperaba, Paprika no ha conseguido superar a sus anteriores Brujería (2019) y Fuego (2017), pero solamente por la intención de buscar nuevos lugares y salir de su duradera zona de confort, lo hace tan valioso y disfrutable que no me queda nada que reprocharle. En unos días la volveré a ver en el Apolo de Barcelona y será otra de esas noches para el recuerdo, de eso estoy totalmente seguro.

Primera referencia en formato largo de la Juicy, artista andaluza afincada en Barcelona que ya había dado muestras inequívocas de su valor con mixtapes tan especiales como No More Tearz 2 Cry (2019) y La Noche Que Me Muera (2020), y que se crece sobremanera en este PTSD para confirmarse como una de las figuras más imprescindibles, únicas y destacables de la actualidad urbana nacional. Titular a tu disco PTSD (post traumatic stress disorder) ya indica el tipo de letras y emociones que maneja la natural de Sevilla, pero más allá del amor, el sexo, al depresión, las drogas y las relaciones humanas, la Juicy deja huella en lo musical, en lo interpretativo y en la entrega. Vacilando sobremanera entre el jazz, el trap, el reggaeton, el flamenco y el pop de nuevo cuño, Cristina Vela ha conseguido fijar una personalidad única y desplegable con la que presentarse al público, y eso la ha hecho más grande, más madura, más interesante y más valiosa. Sin dejar de lado la sensualidad de su carácter y poniendo sobre la mesa una nueva etapa profesional, el concierto de presentación en la Razz mostraba a una artista con una proyección y un potencial enormes, PTSD es también una fiesta de colaboradores tanto en el apartado vocal como en las producciones.  Long Live AUTOTUNE!!!.

Después del éxito cosechado con PUTA, Zahara ha querido regalar, deconstruir y desmembrar sus propias canciones para que otros las reconstruyan y reinterpreten de manera libre y sin restricciones de ningún tipo. Todo comenzó con el remix que Alizzz le propuso a Zahara sobre Berlín. Una vez oído lo que Alizzz podía hacer con esa canción, a Zahara se le abrió un mundo de posibilidades para reinterpretar PUTA a través de otros artistas y convertirlo en un proyecto tan importante, valioso y disfrutable como es REPUTA. Contactando con gente como Rodrigo Cueva (Dolores), Carolina Durante (Joker), DELAPORTE (Taylor), Shego (Merichane), María José Llergo (Sansa) y La Oreja de Van Gogh (Médula), para llevar a cabo lo imposible, REPUTA se reformula a través de diferentes visiones de las canciones de PUTA de una manera tan bonita y reveladora que podemos decir que estamos ante un disco completamente nuevo e incluso de mayor valor artístico que su predecesor, por aquello de ser colectivo y plural. La mayoría de ellas se adscriben al pop español actual desgranando prácticamente todas sus vertientes, desde la más intensa y movida con las aportaciones de Carolina Durante o Shego, hasta la más sinuosa y desarmante como las de María José Llergo o Delaporte. Pero, como no podía ser de otra manera, la versión más petarda de Zahara sale a la luz en un segundo disco en el que su pasión por las raves y el perreo quedan patentes en los remixes de Perarnau IV, David Soler y Marcel Bagés, Pretty Pretty 2000 y Cora Novoa para petarlo al máximo con sus versiones bailables de Berlín, Taylor, Ramona y Flotante.

El componente más visible del colectivo Urano Players, Flat Erik a.k.a. Erik Urano, junto con el productor más galáctico y sintético del momento, Merca Bae, han creado uno de los discos más interesantes, originales y reconocibles del año con Qubits. Erik siempre ha sabido moldear y definir un espacio propio, una fórmula única y un estilo intransferible relacionado con esa cultura del grime y su pasión por la sci-fi más futurista e industrializada. Con esos ingredientes y la inestimable aportación de Merca Bae, un productor que se adapta, amplia y visualiza la propuesta de Qubits haciendo que la fusión de ambos se convierta en uno de los acoples musicales más épicos y contundentes de su trayectoria profesional. Bots, bits, criptomonedas, ordenadores, fábricas, robots, logaritmos, tecnología y metadatos, mezclados con una cultura de calle que nunca se deja atrás en las temáticas de Erik Urano, envueltas en unas bases absolutamente estelares, secas, industriales y trastocadas que crean un universo tan amplio e interesante, como opresivo y desolador. Si tu vida se rige por la tecnología digital, ésta es tu biblia del lenguaje binario.

Bon Calso nos ha regalado dos referencias durante el 2022, esta vez ambas en formato largo. Siendo uno de los artistas más efervescentes de la actualidad urbana, sus habilidades al micro son impresionantes y la capacidad para adaptarse a cualquier ritmo en el que se monte es impensable, Outta My Head se convirtió en uno de mis discos más escuchados durante los primeros meses del año culminando en un concierto en La Nau de Barcelona que guardaré en mi memoria para el resto de mis días. Outta My Head es un disco difícil, denso, largo, sobrecargado y sobreproducido al extremo, pero si llegas a entrar en esa amalgama histérica de toneladas de autotune y producciones desbocadas, lo siguiente que obtienes es una adicción insuperable. La segunda referencia de Bon Calso llega a finales de octubre, momento preciso para retomar la adicción una vez consumida la del Outta Of My Head. Pero claro, Bon Calso no iba a repetirse y la dirección que toma, logrando hacerlo de manera excelsa y disfrutable, no era la que yo esperaba. Afianzado con fuerza y convicción en el reggaeton romántico (o tóxico directamente), Love Me Not ofrece mucho más de lo que cabría esperar de un disco de esas características, Bon Calso sigue pasando su voz por mil piruetas de producción de la misma manera que busca los beats más diferenciales dentro de un estilo demasiado cansado de sí mismo, lo único que se le puede reprochar al artista (que no es poco) es su machismo exacerbado y la cosificación continua que hace de la mujer en sus canciones.

Absolutamente alejado de lo que está haciendo ahora mismo Rosalía pero enmarcado dentro del nuevo auge del flamenco fusión de la nueva ola, la cantaora onubense Rocío Márquez y el productor jerezano Bronquio, con la inestimable ayuda de varios colaboradores estelares y cruciales dentro del proyecto como Carmen Camacho, Macky Chuca, Luís García Montero y Antonio Manuel, han conseguido firmar el disco de flamenco más adulterado, mestizo, experimental, revelador e inspirador del año con Tercer Cielo. Subtitulando cada uno de los cortes del álbum con el palo del flamenco al que se acerca (bulerías, seguirillas, rumba, milonga…), las referencias a las obras de Federico García Lorca, Miguel De Unamuno o San Agustín son constantes en el cuerpo poético de Tercer Cielo. Expresado desde la emoción más pura, pero desarrollado desde la vertiente más desprejuiciada y adulterada del género, tanto Rocío, con sus efectos vocales, sus encantadores susurros y sus cantes embrujados, como Bronquio, con sus reminiscencias electrónicas que nos remiten al techno, al break beat o incluso al sonido UK garage, brillan sobremanera en una obra que pasará a los anales de la historia por derecho propio.

Paula Ribó, a.k.a. Rigoberta Bandini, se convirtió en la emperatriz de la pandemia gracias a hits tan virales, emocionantes y reivindicativos como la festiva In Spain We Call It Soledad, la enorme Perra, ese himno generacional del movimiento feminista en la que se ha convertido Ay Mamá o su última gesta subversiva junto a Amaia titulada Así Bailaba. Agotando entradas en todos los recintos por donde pasaba con tan solo un puñado de singles, empezando en salas más pequeñas hasta despegar sobremanera con un épico y memorable concierto en el Primavera Sound y otro en el Club Sant Jordi, su año culminó con la confirmación absoluta de que estamos ante una artista tan necesaria como entregada a la causa feminista. La Emperatriz contiene varios de aquellos singles estrenados durante 2021, pero su mejor baza es la de ser una artista capaz de construir un ideario propio, un universo único y una actitud contestataria (siempre desde la vertiente más divertida, festiva y sincera) con una obra que eleva sobremanera la propuesta de la catalana y nos regala uno de los discos más bailables, ácidos y decisivos del año. Anunciando un descanso indefinido después de la montaña rusa de popularidad que ha supuesto su vida en los dos últimos años, Paula Ribó nos ha dado todo lo que tenía para darnos y mucho más, ahora toca recargar para volver aún con más fuerza, pero para eso, todavía tendremos que esperar un poco, hasta entonces, La Emperatriz seguirá siendo nuestra banda sonora.

Elena Nieto ya nos sorprendió en 2019 con uno de los debuts más refrescantes y enérgicos del año con aquel Just Calm Down, un disco que llamó mi atención poderosamente y evitó por poco caer en mi lista de favoritos de su año. Pero estamos en 2022 y el segundo disco de Yawners, Duplo, es tan luminoso, redondo y vitalista como el astro rey. Transitando entre el punk-rock más emotivo y el power-pop más delicioso y chicletero, Duplo es una fiesta de principio a fin en la caben tanto el inglés, como el castellano (con más espacio que en su debut) , y la enorme capacidad de Elena para desarrollar una sensibilidad pop y una cercanía absolutamente arrebatadoras. Picos de euforia juvenil, se mezclan con la emotividad patente en sus letras y unas influencias tan claras como para titular uno de los cortes del disco en favor de Rivers Cuomo. De vuelta al estudio con Santi García en los Ultramarinos y con Joan de Cala Vento a la batería, Elena ha demostrado que su creatividad y su talento están en su mejor momento. Coger un disco de pop en el que todos los temas pueden ser singles, no es algo que ocurra todos los días, y Duplo es todo eso y más.

Con nada menos que dos discos largos (Starina y KOR KOR LAKE) absolutamente opuestos entre sí, y el EP que nos ocupa, el catalán Roc Jou Morales, a.k.a. Rojuu, ha cerrado un año de éxitos y reconocimiento que lo ha llevado desde el Sónar, en una de las entradas más épicas y triunfales que se recuerdan desde que Cecilio G. entró a caballo en el recinto, hasta hacer un sold-out en la sala grande de la Razzmatazz de Barcelona sin despeinarse. Su corta edad, 19 años, contrasta sobremanera con una retahíla de discos y Ep’s que ya se cuentan por decenas, de la misma manera que lo hacen sus colaboraciones con todo tipo de artistas. Pero que nadie se deje engañar por las pocas vueltas al sol del barcelonés, Rojuu es un artista tan completo, versátil, culto y estimulante, que sería injusto prejuzgarlo por su edad. Después de ofrecernos su cara más amable y cercana con un disco como KOR KOR LAKE, en el que el artista se junta con una banda para demostrar que el indie español también puede funcionar en manos de las nuevas generaciones (de la misma manera que lo hace Cupido), Rojuu nos da en toda la cara con un disco tan diametralmente opuesto al indie como es Starina. Una cascada desaforada, excesiva y violenta en la que los ritmos del hyper-pop se ven adulterados por todo tipo de techno resultante del drum n’ bass, el breakbeat, las raves o el hardcore. Un viaje no apto para todos los corazones. Pero si hay una referencia de Rojuu que haya sido capaz de captar toda mi atención de principio a fin, ese ha sido Y3Y2 donde expone, mejora y eleva esa amalgama de glitch music, hyper-pop y trap en su encarnación artística más deslumbrante y convincente.

Después de ganar Operación Triunfo, algo que me generó cero interés, un disco debut que me dejó bastante indiferente, y una actuación sorpresa en el Primavera Sound (2019) de la que pasé olímpicamente, Amaia empezó el año con una colaboración con Alizzz (El Encuentro) que me hizo enamorarme de ella al instante y sin ningún tipo de prejuicio. Una sensación que permaneció en mi interior con la esperanza de encontrarme con un segundo disco de Amaia que me pudiera interesar de alguna manera. La cosa fue creciendo cuando ambos (Amaia y Alizzz) anunciaron que se metían en el estudio para darle forma a Cuando No Sé Quién Soy, la esperada continuación de Amaia. Formada como profesional en su Navarra natal desde pequeña (conservatorio y piano), y desarrollando sus cualidades como solista desde la composición musical, pasando por la estética y las letras, para convertirse en la artista más completa posible, Cuando No Sé Quién Soy nos presentaba a una Amaia renovada, refrescante, en terreno propio, con una personalidad única y con una calidad y una sensibilidad absolutamente radiantes. Dotada de una vitalidad y una luminosidad preciosas tanto en estudio como en directo, donde se crece sobremanera y explota de la manera más especial y bonita, su culminación llegó en el último Primavera Sound en el que ofreció uno de los conciertos más deliciosos, emotivos y memorables de esa edición congregando a un rango de público de los más amplios del Festival. El momento Fiebre de Bad Gyal al piano, no consigo quitármelo de la cabeza.

El comeback más esperado y deseado (al menos por mí) del año ha sido el de Eric Fuentes. Una de las personalidades de la escena rock independiente nacional más activas, camaleónicas e inquietas que jamás la haya transitado. Con una carrera en solitario absolutamente libre de ataduras, construida desde la intermitencia que sus colaboraciones, producciones y bandas (Mad Squad, The Unfinished Sympathy) le han permitido y dotado de un carácter tan afable como abrazable, Eric Fuentes nos entrega Hostia y Perdón, su sexto álbum bajo su propio nombre pero en el que, como siempre, no ha estado solo. Retomando sus líricas más vitales y evocadoras (fue tan sólo una ilusión, un segundo de luz, un claro de luna) y sin perder un ápice de esa punzante acidez que tan buen partido sabe sacarle Eric a sus letras (ninguna cucaracha te dará el perdón), los acabados digitales de Senén Lores se han convertido en el ingrediente diferenciador del disco. Un disco que mira hacia delante, hacia un pop diferente, orgánico y cautivador, evocador y nostálgico, pero también actual y arriesgado, valiente e innovador, original y único. La capacidad de Erik para imprimir una personalidad tan reconocible como única a sus obras sigue intacta, de la misma manera que lo está su capacidad para emocionarme, conectarme y llevarme al lugar donde quiero estar sin tan siquiera haberlo previsto. Gracias por todo Eric, gracias por tanto.

Segunda referencia de la artista catalana que mejor representa la querencia por el indie nacional, de la misma manera que no renuncia a manejar todos los tópicos de la actualidad pop. Todos Mis Novios nos presenta diez cortes en los que el amor, el desamor y las emociones más básicas y juveniles están representadas de la forma más bonita y delicada. -Soy un puto osito amoroso, y si no lo ves es porqué simplemente no te conozco- es lo que nos canta Yudi en el primer corte del disco de la forma más descarada y deliciosa. Su capacidad para concentrar unos estribillos chicleteros, con unas estrofas sencillas que se clavan a fuego en tu memoria, es una de sus armas más valiosas. Pero tampoco podemos obviar unas producciones (Yudi, Ferran Palau y B1N0) que oscilan entre la electrónica más bailable y el indie digitalizado para conseguir una sensación que tanto puede calar en la juventud más urbana, como en los veteranos de la escena pop independiente tan instaurada en nuestras fronteras. Bonito a rabiar y adictivo a niveles extremos, Todos Mis Novios es una de mis vicios más activos de la actualidad. Papallones es la única canción en catalán en el global del disco y posiblemente el tema más emocionante.

Futur Ancestral es el tercer disco del dúo formado por Carles y Guillem. Con una trayectoria que comienza a principios de la década pasada con una demo que levanta varias cejas en el ámbito underground del punk nacional, aunque lo suyo es el folk autóctono de carácter lo-fi y abrazable, L’Hereu Escampa es un combo que lo único que busca con sus canciones y sus letras es la emoción más pura con un punto de épica nostálgica que funciona como la foto perfecta de las sensaciones infantiles y juveniles más reconocibles. Eso es, indiscutiblemente, Futur Ancestral. Una recopilación de emociones en formato analógico, esas emociones que evocan las Polaroid de nuestros días y que, por el paso del tiempo, se van borrando de nuestra memoria, al mismo tiempo que de la propia foto, pero que una vez en las manos, por mucho que esa foto esté desdibujada, el acceso a la emoción a través de la foto hace que sonrías y te caiga una lágrima como un puño de grande corriendo por tus mejillas. Su capacidad para capturar esa emoción a través de las letras de canciones como Bicicleta i Natació, Perafita, Pell Daurada o Perseverança es simplemente mágica. Nunca van a llenar estadios, pero mi corazón siempre estará a rebosar de amor por L´Hereu Escampa.

Sin llegar todavía a la veintena, Lara Fernández a.k.a. Judeline, ha conseguido facturar el EP más precioso, perfecto, conceptual, delicado y poético del año con De La Luz. Una obra separada en cinco cortes que nos revela una historia de amor que empieza con la salida del sol, hasta su puesta. Cinco movimientos en los que la gaditana le canta a su tierra (Los Caños De Meca), a su faro (Trafalgar), a su luz y a sus paisajes a modo de reconciliación y elevación de un sentimiento que va más allá de las penas y las sombras, un sentimiento puro, arrebatador y precioso que se comunica a través de unas canciones tan personales como únicas. Vestido con unas bases que buscan siempre el carácter más esquivo y sorpresivo posible dentro de la vanguardia musical sin olvidarse de las raíces (punteos de guitarra, palmeos…), el estilo de Judeline podría meterse dentro del saco del R’n’B de nueva hornada a modo de introducción, pero que una vez dentro, nos damos cuenta del potencial de una artista que huye de las etiquetas convencionales para enfocarse en su propio universo. Sofisticada en ocasiones, etérea en otras y adictiva siempre, las imágenes (playa, arena, faro) que evocan sus canciones son tan vívidas y reconocibles (sobretodo si has estado allí), que prácticamente podemos oler el sudor y el salitre que se desprende de sus líricas. Llegado el final de año ha sacado dos temas extras (Tánger y Zahara) en los que siguiendo la línea del EP anterior, nos seduce con nuevos sonidos y sorpresas.

A principios de año Albany nos presentaba su mixtape más sideral, digitalizada y jugona hasta la fecha con XXX. Una colección de canciones inspiradas en su faceta de otaku, en la que los videojuegos, la estética manga y la vida en el mundo digital son una parte importante de su día a día, de la misma manera que lo es para millones de adolescentes en la actualidad. Conectando sobremanera con ese universo tan propio y a la vez global, en el que predominan el glitch y el hyper-pop, los cortes de XXX están cargados de efectos, códigos, samplers y diálogos indescifrables para la mayoría, llevados hasta la saturación más excesiva de manera que la habilidad de Albany al micro se convierte en una hazaña sónica de armas tomar. Pero llegamos a finales de 2022 y Albany todavía nos tenía preparada otra mixtape de la que no hemos podido escapar. De vuelta a su formato más emo y reflexivo, Albany nos presenta Lágrimas De Un G, un trabajo con su sonido más desenfocado, oscuro y emocional, sin perder la perspectiva musical avanzada marca de la casa en ningún momento, y que reincide de manera clara y concisa en el autoanálisis, la depresión, el ego, la fama, el dinero y el barrio, terreno en el que Alba se desenvuelve de maravilla y en el que mejor sabe sentar cimientos. 

Después de ofrecer un par de sonadas colaboraciones con Brindis (2019) y Otra Vez (2020), Tote King y Easy-S anunciaban trabajo conjunto para el tramo final del año. Move. llega a finales de octubre y supone un mazazo descomunal en la escena, al menos en cuanto a estilo y calidad se refiere, estando muy encima de la media. Su problema es que lo que firman Easy y Tote es un Ep de cinco temas y poco más de 15 minutos. Entiendo que concentrar los esfuerzos de ambos para un disco largo se convierte en algo sumamente complicado, pero también es cierto que de los cinco cortes que nos encontramos en Move., cuatro de ellos son obras maestras del rap. Producido casi en su totalidad por un J.Moods más inspirado, diferente y creativo que nunca, Move. es la muestra inequívoca de que Tote es el rey del rap en España. Capaz de adaptarse, superarse y hacer crecer sus habilidades al micro de manera exponencial, algo que no le hacía ninguna falta pero que demuestra una capacidad de superación descomunal para un veterano de la escena, Easy-S tampoco se queda atrás y, ya sea por compartir barras con el mejor mc del gremio o simplemente porqué Easy ha seguido elevando su propuesta con cada nueva entrega que nos ofrece, se convierte en el contrapunto perfecto de frescura y juventud, poniéndose a la altura del Tote en más de una ocasión, en un EP que debería de hacer historia en el rap sin mayor problema. Métricas imposibles, flows asesinos y una superioridad impresionante, eso es Move. Contando los días para ver su presentación en el Apolo de Barcelona.

La conjunción estelar que se forma en la galaxia cuando LOWLIGHT e Israel B se meten en el estudio es tan cegadora, potente y abrumadora, que deja a los demás astros de la escena absolutamente anulados. Ni el disco de Natos y Waor, ni el de Fernando Costa, ni el de Elio Toffana han conseguido batir al de Orcasitas. Sin nada de promoción, cero respaldo y editando desde la independencia más absoluta, Israel B (a.k.a. La Cabra, a.k.a. El Nieto La Pili, a.k.a. Márkes, a.k.a. Single P.) ha conseguido el podio con un disco plagado de filosofía urbana, respeto de barrio, versatilidad insultante, skills extraplanetarias y una batería de flows y estilos imbatibles. Por otra parte LOWLIGHT remata la faena haciendo lo propio y elevando la figura del productor al mismo nivel que la del mc con ritmos tan variados como el de CNN (un claro collejón a la escena Drill) o el del siguiente corte titulado Al Final Del Día, en el que nos derrite con una base acuosa y sensual. Israel nos lanza todo tipo de temáticas desde su propia realidad, auténtica y sincera, a la vez que nos envuelve en una paleta de emociones y estados que van desde la furia y la rabia, hasta el romanticismo y la vulnerabilidad.

El proyecto en solitario de Leia Rodríguez se ha completado. Su metamorfosis es un hecho, y la desbordante sensibilidad de Leia se ha materializado en Leia Destruye. Un disco que se convertirá, para el que sepa apreciarlo, en un conjuro para el alma. Leia Destruye no es un disco al que acudir de manera rutinaria o normal, Leia Destruye es un disco que te acecha, te atrapa, y te fuerza a escucharlo a través de un ritual obligado, algo que va más allá de lo cotidiano. Jugando con lo etéreo, lo hipnótico y lo casi fantasmagórico, Leia nos regala un disco que se aparta a consciencia de lo anteriormente ejecutado junto a Mourn, para destaparse como una artista única e inclasificable y con una habilidad para buscar y una capacidad para sorprender, absolutamente arrebatadoras. En una conjunción imposible entre Najwa Nimri y PJ Harvey, sin necesidad de parecerse a ninguna de ellas, Leia nos expone una madurez, una emocionalidad y una calidad absolutamente desarmantes apoyándose en la obra poética de Marc Menéndez. El único pero que le puedo poner al disco es que varios de los singles de adelanto ya los tenía bastante escuchados (prácticamente la mitad del disco), pero he de admitir que volver a tenerlos en formato disco junto al resto de canciones es una maravilla. El disco sale bajo el mítico sello Subterfuge Records y a su lado no han faltado algunos de sus habituales como Lluis Cots, Ramón Rodríguez y Víctor García.

Que Motomami es una revolución en todos los sentidos es un hecho indiscutible. La catalana ha vuelto a reescribir su propio futuro con un disco que nos presenta a una Rosalía exultante, superior, épica y con un concepto absolutamente actualizado de las canciones, la estética y el directo. Acompañada por un grupo de artistas que ponen toda la carne en el asador cuando se trata de manejar las ideas vanguardistas y avanzadas de Rosalía, todo en Motomami, desde su original campaña de promoción, pasando por el estreno del disco en Tik Tok y la polémica de sus directos (sorprendentemente muchos se quejaron de la falta de músicos sobre el escenario), responde a una estrategia claramente estudiada, medida y calculada al milímetro para ofrecer el trabajo que más horas de debate ha generado en todos los ámbitos (coloquiales, profesionales, redes, publicaciones, telediarios, Twitter), tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, consiguiendo una visibilidad, una fuerza y un nombre que la han llevado a lo más alto de todas las listas de ventas, premios y rankings del año. Si hay alguien que se pregunte el porqué de Rosalía en un quinto puesto de mi lista, que siga leyendo (y escuchando) al resto y sabrá la respuesta.   

Cuándo Leïti sacó a mediados de verano la primera parte de lo que iba a ser Apocalipsi, un primer EP de siete cortes en el que el catalán se despacha a gusto con la pandemia, las vacunas y las criptomonedas, pensé que la jugada no le había salido demasiado bien. Siendo un artista con una personalidad única y un potencial descomunal, esa primera parte de Apocalipsi me pareció demasiado genérica para él. No de manera exagerada, pero me daba la impresión que la dirección que estaban tomando las canciones de Leïti no era la que había proyectado en sus anteriores referencias ni la que esperaba su público. Pero llegaba diciembre y Leïti nos regalaba la segunda parte del álbum, esta vez ya con todos los temas al completo, en la que el riesgo, la valentía, la originalidad y el gusto personal se imponían de manera radical y sin contemplaciones para firmar el mejor disco urbano del año con diferencia. Apoyado en los productores de la Cutemobb, siendo el poderoso Bexnil el más destacable, el flow críptico, las métricas extrasensoriales, la simbología extraplanetaria, los códigos escondidos, los efectos vocales imposibles, la jerga propia y la manera única que tiene Leïti de cabalgar los ritmos, se topa de frente con unas bases que transpiran breakbeat, jungle, afrobeat, trap, reggaeton, dub y r’n’b sin necesidad de concretarse en ninguno de ellos. Hablando de su paternidad y su fetichismo sexual por los pies, de la misma manera que nos habla de la vida, las relaciones, el cosmos y la conspiranoia, las temáticas de Leïti nos llevan a un universo tan único e intransferible (y evocador), que nada ni nadie se puede poner a su altura. Un disco que eleva el nivel en la escena en todos los sentidos (musical y lírico), y que nos expone a un artista con un potencial mayor que una supernova.

El tontipop de aires festivos, reivindicativos (porque el tontipop también lo puede ser), adolescentes, bailables y desprejuiciados (porque el tontipop siempre lo tiene que ser), ha vuelto de la mano de María, Alicia y Paola, las Cariño, para quedarse. Cuatro años después de su debut Movidas para el sello Elefant Records, un disco que las puso en el panorama pero que no acabó de impulsarlas a primera línea, llegamos al 2022 con un nuevo contrato discográfico, esta vez con la escudería de Sonido Muchacho, y un nuevo trabajo autotitulado, que sí encuentra su sitio en el pop independiente nacional consiguiendo sonar en los auriculares tanto de fans adolescentes, como en los de los fans indies de toda vida. Con un sonido actualizado y unas temáticas que pasan claramente por las inquietudes juveniles de sus protagonistas, Cariño han conseguido parir el disco de pop (tradicional) más perfecto, redondo, bailable, disfrutable, coreable y fresco del año. No hay canción aquí que no se te enganche como un chicle derretido al sol (de esos que cuesta media vida quitártelos de encima), de la misma manera que no hay ritmo o letra a la que no sucumbir sin remedio. Cariño demuestran que son el trío más imaginativo y brillante del momento, con el disco más accesible y adictivo del año.

El disco de Hoke y Amoeba era un secreto a voces en el underground de la escena rap nacional. BBO ha tardado, ha creado expectación, ha madurado y ha triunfado sobre todo lo demás con una contundencia y una evidencia aplastante. Amoeba ya nos había puesto en alerta con la producción de Last 2 People On Earth de Ébano en el 2020, poniendo sobre la mesa una capacidad de adaptación y unas skills en la producción, absolutamente superiores, algo que ya nos hacía presagiar que su conjunción junto a Hoke los iba a llevar a lo más alto del escalafón. Plagado de rimas deportivas, cultura de calle y “humo de derrape”, Hoke y Amoeba exponen en BBO una manera de hacer rap única, conectada con una generación que ya sobrepasa la mitad de la veintena y que exige una calidad y una concentración en la cultura rap que omite lo adulterado, fusionado y mestizo de manera tangencial y sin remilgos, pero que también demanda una actualización del estilo sin concesiones. Rap puro, rap actual, rap real, rap de calle,  rap de calidad, rap imaginativo, rap social, rap reflexivo, rap deportivo, rap competitivo, pero siempre rap, nunca otra cosa. Eso es lo que nos ofrece el tándem más incendiario, necesario y superior del momento. Si con tan sólo unos singles del disco puestos en circulación durante el pasado año ya consiguieron cerrar una mini gira nacional colgando el cartel de sold-out por todas las salas por donde pasaban, con la confirmación de BBO como el disco de rap del año, las salas se han doblado en público, los festival van locos por tenerlos en sus filas y las publicaciones especializadas se han deshecho en elogios con ellos. El trono ya tiene dueños. Olimpiadas en el barrio, cogiendo cardio.

Luna es la única persona de la escena urbana que parece entender de la misma manera el mainstream y el underground desdibujando sus límites y haciendo de su disco el testimonio perfecto de una era (incluso más concretamente de un año, el 2022) que ha marcado a toda una generación de jóvenes tanto para bien como para mal. CL34N nos presenta a una persona no binaria, fruto de la generación Z, que responde a unos códigos muy concretos, tanto estéticos como sociales, y que ahonda de la misma manera en la depresión, la desubicación, el amor tóxico, las drogas, la violencia y la salud mental, como lo hace en la fiesta, la sexualidad, la alegría, el hedonismo, el disfrute y la pasión por la vida. Conceptos opuestos que tienen cabida en el universo de Lunaki porque Luna nos habla siempre desde el corazón, desde las entrañas, desde el cuerpo y desde la mente sobre sus propias experiencias, sobre su vida, sobre sus convicciones y sobre sus dudas. Esa es la idiosincrasia de la generación Z, preocupados por todo lo referente a lo social, pero muy poco preocupados de ellos mismos, lanzados a un mundo en el que las redes, la exposición y el posicionamiento se convierten en armas de doble filo y empujan a muchos de ellos a la depresión, la autolesión e incluso el suicidio. Pero Lunaki no se pone ni moralista, ni tampoco en modo teacher, Luna simplemente nos muestra todo eso para decirnos que se puede aprender, entender, reconstruir y equilibrar la vida sin necesidad de dañarnos más a nosotros mismos. Las heridas existen, están ahí, pero tenemos que cicatrizar y reconocer en nuestras cicatrices nuestro aprendizaje. De eso nos habla CL34N y su valor, tanto reflexivo como recreativo y creativo, van de la mano.