3…2…1… ¡Here we go!
La alfombra estaba lista, la purpurina bailaba en el ambiente, los focos apuntaban hacia nosotros y mis zapatillas con luz estaban cargadas al máximo para cegar a modernas y entendidos del sector. Sí, señoras y señores. Cutanda y Scab estaban sobre la pista y se iban a infiltrar en la MBMFW17, o lo que es lo mismo… en la semana de la moda de Madrid.
El día prometía, y no era para menos. Queríamos adentrarnos en ese maravilloso mundo lleno de copas, Moët & Chandon, flashes, plataformas por el día sin ser gogó, fiestas en el backstage y nieve pululando por el ambiente. ¡Qué empiece la party baby!
Aunque nuestro primer baño de realidad no tardó en llegar. De hecho, fue antes de llegar… fue en la entrada. No, no había unos focos gigantes apuntando al cielo mientras Beyoncé actuaba en la azotea rodeada de fuegos artificiales. Es más, era en el pabellón 14 del IFEMA… y en la puerta apenas nos pidieron nuestro pase para acceder. Nosotros que nos creíamos Vip’s y allí estaba hasta mi prima la de Albacete. Por cierto, buenos quesos los de Albacete.
Pero esto no bajó nuestra moral, todo lo contrario, nuestro hype por ver el interior y meternos en harina no hizo más que dispararse, para así poner tierra de por medio al bajón de la entrada (maldito cine americano, cuánto daño has hecho).
Nuestra técnica estaba clara y bien definida: aparentar ser mega VIP, andar con decisión y firmeza para que no miraran el color de nuestra acreditación (que como acabábamos de comprobar, tenía todo el mundo) y poder entrar en los espacios donde se partía el bacalao (¿Aún se dice así no?).
Pero la vida no hizo más que darnos otra lección de realidad… Y donde esperábamos fotografiarnos con las Kardashian, no había más que quinceañeras con pantalones rotos y sombreros en los que sólo faltaba el logo de ‘’frigo’’. Donde esperábamos un ejército de azafatos/as con copas de champagne, nos encontramos una máquina de palomitas, lo juro, que valía 3 PAVOS el bol pequeño. Y finalmente… donde esperábamos stands llenos de pantallas interactivas y juegos futuristas… nos chocamos de frente con una cola de más de una hora para conseguir la revista ‘’HOLA’’. ¿Nadie le dijo a esa gente que vale 1€ en el kiosko del tío Paco?
La tarde se nos tornaba gris… Aunque ¡JAH! Conseguimos entrar en una sala mega vip en la que nos prometieron champagne a cambio de sacarnos una foto con el logo del patrocinador (no lo pienso decir si no me pagan por ello, los redactores somos unos mercenarios, cuanto antes lo sepáis mejor). Hicimos todo lo que nos mandaron… y cuando conseguimos llegar a la ‘’barra’’, una camarera muy sonriente nos dice que solamente quedaban zumos y agua. Jeh… Jeh…
Al menos mis zapatillas de luz despertaron la expectación de algún que otro asistente (no es para menos), al menos habíamos conseguido atraer las miradas y pudimos tachar una cosa de la lista. Eso sí, hasta que apareció una teenager con un vestido diseñado especialmente para días muy calurosos (supongo), ella sí consiguió apagar el brillo de mis tenis y llevarse las miradas que hasta hace cinco minutos me pertenecían.
Ahora… su vestido nunca conseguirá apagar la sonrisa de mi corazón cada vez que un niño pequeño pasa por mi lado y mira mis zapatillas… ¡y se pone triste porque él no las tiene! (chúpate esa Paulo Coelho).
En fin, que sólo nos quedaba hacernos unas fotitos de honor para que vierais que estuvimos allí, derrochar un poco de glamour en RR.SS. y volver al bar del barrio a tomar una mahou para reírnos de la vida.
Esa tarde aprendimos dos lecciones muy importantes. Una. Que en un evento de moda internacional lo que se lleva las miradas son unas bambas con luz. Y dos. Que las palomitas quedan bien en cualquier contexto.
¡Ay Hollywood! ¡Cuánto daño has hecho a nuestras vidas!
P.D.: En el mail teníamos los pases mega VIP’s para acceder a las zonas donde se movía el parné y no lo sabíamos. Tercera lección de vida: revista tu mail más a menudo.