LA WEDDING PLANNER

Dicen que el verano es la mejor temporada para celebrar una boda, pero lo que está claro es que siempre es un buen momento para disfrutar de una buena comedia francesa. El cine galo se está haciendo poco a poco con un sitio en nuestro corazoncito y La Wedding Planner de Reem Kherici ha llegado, sin duda, para confirmarlo.

El próximo 7 de julio se estrenará en nuestros cines La Wedding Plannerel último trabajo de la directora, guionista y actriz de origen ítalo-tunecino Reem Kherici.

La película cuenta la historia, en clave de comedia, de Mathias y Alexia, una pareja estable desde hace varios años, en la que por primera vez él comete una infidelidad con Juliette, una coordinadora de bodas. Cuando Alexia descubre la tarjeta de visita de Juliette en el bolsillo de Mathias, se queda estupefacta, pierde el habla… De repente, lo entiende todo: Juliette es una organizadora de bodas, lo cual quiere decir que Mathias ¡se quiere casar con ella! Ella dice bien alto: “SÍ”. Sin haberlo previsto, Mathias se encuentra entre su “esposa” y su “amante” obligado a organizar una boda, la suya, inesperada… y ¿divertida?

La directora Reem Kherici ha compartido los secretos que hay tras esta producción.

¿Cómo surgió la idea de este segundo largometraje?

Justo después de concluir París a toda costa, tres amigas mías se casaron. Estaba encantada por ellas, por supuesto, sin embargo, todos estos acontecimientos uno tras otro hicieron que me enfrentase a mi soledad y, como en otras ocasiones, la escritura se convirtió para mí en la terapia ideal.

Naturalmente, me puse a escribir sobre las muchachas de mi generación y, de manera especial, de la dificultad que tenemos para comprometernos. Me di cuenta de que había dos tipos de muchachas con problemas de ansiedad: el tipo A se corresponde con el grupo de aquellas que tienen miedo a comprometerse y que acaban solas; el tipo B, en cambio, corresponde a aquellas que tienen miedo a la soledad y se comprometen muy pronto. Juliette, la heroína de La wedding planner, pertenece al grupo A. Al igual yo misma, es un personaje que prefiere centrarse en su trabajo y dejar de lado su la vida sentimental, ya que ha decidido no creer en el amor. El problema surge por el hecho de ser una organizadora de bodas: todas las chicas para las que trabaja, para las que organiza bodas, pertenecen al grupo B.

Alexia es una de ellas. Para este personaje me he inspirado en algunas de mis amigas de infancia, de Neully: cuando era pequeña sus vidas me parecían un sueño. Al menos en apariencia, las vidas de este tipo de chicas son perfectas: viven en casas muy bonitas, los padres nunca se han divorciado, pero padecen la presión de la familia, de las amigos, de la sociedad y de los medios.

En resumidas cuentas, quería hacer una película en que una chica de perfil A se ve obligada a estar junto a otra de perfil B. Todo las separa: sus físicos, sus entornos sociales, sus sueños y sus aspiraciones. Pero Juliette tiene que organizar la boda de Alexia –a la que conoce de toda la vida- con Mathias. Antes del día señalado, los tres personajes van a tener que enfrentarse a sus miedos, a sus contradicciones y deberán tomar decisiones muy importantes que les obligarán a ser más maduros.

Al igual que París a toda costa, La wedding planner es una comedia.

El prisma de la comedia permite transmitir mensajes de una manera más ligera. Se trata de un género que se parece a mí misma. Soy una persona de naturaleza positiva. Puesto que me gustaba hacer reír a la gente, aprendí un oficio. No obstante, en este caso concreto era necesario respetar los códigos de la comedia. Respetar estos códigos es algo que impone restricciones, actúa como un corsé, al tiempo que pretendía hacer algo innovador. Tenía ganas de poner frente a frente a dos mujeres, de hablar de mi infancia, de las relaciones sociales y de las apariencias que engañan, pero me costó un año encontrar el eje del planteamiento, la razón que iba a desencadenar toda la historia. A partir de ese momento tuve que tensionar y forzar al máximo los códigos para evitar escenas demasiado esperadas. Siempre busco sorprender, pase lo que pase. Y admiro tanto a las mujeres que quería que fuesen personajes hermosos y que logran triunfar.

¿Cree que La wedding planner es más personal que París a toda costa?

Sí. El fondo sigue siendo el mismo porque quiero demostrar que nuestras debilidades se convierten en nuestras fuerzas. En París a toda costa, esa idea fue el hecho de ser extranjero, pero aquí Juliette sueña con ser una de esas muchachas perfectas cuyo nombre de pila empieza por “A”. Al igual que me ocurrió a mi, este deseo le permitió encontrar las claves para desarrollar una personalidad atípica y tomar las riendas de su destino. A pesar de ser más personal, también sentí que era más difícil de realizar. Al dirigir la primera película, estamos impulsados por algo en lo que se mezcla la frescura, la espontaneidad y la despreocupación. En la segunda película, en cambio, ya se trata de un oficio. No quieres cometer los mismos errores y, además, se intenta crecer.

¿Qué referencias cinematográficas tenía en el caso de La wedding planner?

Sobre todo tenía muy claro lo que no quería hacer. Planes de boda, la película con Jennifer Lopez, por ejemplo, era demasiado edulcorada y reunía muchos tópicos que quería evitar. Pero en un género completamente distinto, me gustaba mucho el lado irreverente de Relatos salvajes: me inspiré algo en la escena final con el matrimonio que acaba a la deriva. El vínculo con la infancia presente en Amèlie y la manera en que ese vínculo es narrado también sirvieron para que me inspirase al escribir la voz en off femenina de Juliette en la infancia.

Usted tiene la particularidad de tener las ideas muy precisas acerca de todo los elementos que componen sus películas. ¿Cómo consigue trabajar planificando tanto?

Yo utilizo Pinterest, una aplicación que permite crear tableros de instrumentos, como si fuesen puestos de mando. Para esta película hice una fichas en las que recopilaba la información que había conseguido sobre todo: los looks, los decorados, el maquillaje, los disfraces de la escena inicial, la vajilla, etc. Todos los jefes de departamento tenían acceso permanente a toda esta información. Me gusta conseguir que el equipo sienta que se embarca en algo, como si fuese un viaje en barco, pensar que ellos tienen ganas de seguirme y de superarse para realizar la película.

¿Usted escribió pensando en los actores? 

No, para los personajes me he inspirado más bien en personajes de mi entorno, pero cuando hubo concluido el casting, sí adapté algunos perfiles a los actores que habíamos elegido.

¿En qué le han sorprendido actores o personajes?

Nicolas Duvauchelle tenía muchas ganas de trabajar en una comedia. Más allá del hecho de que me resultó halagador que eligiese mi universo para salir de la zona en que se siente cómodo, comprendí, desde los ensayos, que tenía entre manos a un actor extraordinario. Es muy instintivo y es una persona que sabe escuchar muy bien, con lo cual sintoniza inmediatamente con sus compañeros de trabajo. Al final, creo que le aporta al personaje de Mathias una virilidad saludable. Es un personaje que podría pasar por cobarde pero Nicolas desprende un tipo de masculinidad que hace imposible pensar que se trata de un cobarde. En cuanto a Julia, desde la primera vez que nos vimos me sorprendió su belleza y su elegancia. Al igual que al resto de reparto, le dije que durante el casting iba a ser necesario captar su creatividad mediante alguna improvisación. Pues bien, Julia fue tan excelente que a parte de conseguir el papel, nos permitió añadirle algunos diálogos al personaje que ella había inventado durante los ensayos. Lo que me llamó la atención de Sylvie Testud fue su gran control. Desde la primera lectura demostró que captaba todos los efectos y consiguió, de alguna manera, elevar el nivel del envite interpretativo. Al ser ella también una directora, en el rodaje no era necesario enseñarle nada. A François-Xavier Demaison ya lo conocía de París a toda costa. Es un actor que me gusta mucho por la generosidad que le confiere a sus interpretaciones. En este caso, gracias a su físico y a su complicidad con Nicolas Duvauchelle, ha conseguido que Ben resulte un personaje culto. En cuanto a Chantal Lauby, había pensado en ella desde que escribí el guión. Su personaje está muy inspirado en mi madre, pero la energía que le ha conferido es la suya propia. Lleva la comedia en la sangre. Cuando se olvida de los diálogos, es capaz de tomar impulso de una manera increíble y hace propuestas de improvisación.

¿Fue importante para usted volver a trabajar con actores de París a toda costa?

Sí, porque por naturaleza soy una persona fiel y me gusta mucho volver a trabajar con personas con las que ya he participado en un rodaje. Philippe Lacheau Shirley Bousquet, Stéphane Rousseau o Lionnel Astier pertenecen al grupo de los que aceptaron trabajar en mi primera película, que me han apoyado desde el principio, y con los que me sentía en la obligación de proponerles participar en la película.

Interpretar un papel en su propia película, ¿resulta natural o es algo esquizofrénico?  

Es a la vez fácil y difícil porque solo puedo mostrar sorpresa, por ejemplo, si mi pareja de réplica me lo permite. El lado fácil es que tengo un interlocutor menos que gestionar, y cuando se trata de un papel principal, eso me permite descansar. Pero resulta frustrante no tener la mirada y no ver la aprobación de un director. Por suerte, podía contar con la mirada y la aprobación de mis productores, Eric y Nicolas Altmeyer. Estoy en deuda con ellos. Ellos me dieron mi primera oportunidad como director, me presionan para que escriba guiones de éxito y saben ponerme en mi lugar. Se trata de auténticos padres, verdaderos jefes.

¿Por qué ha elegido como lugar de rodaje las gargantas del Verdon?

Desde que tuve 14 y hasta que tuve 30 pasé ahí todas mis vacaciones, y conservo recuerdos maravillosos. Es un lugar encantador, todavía poco conocido y que sigue siendo muy francés: estoy orgullosa de mostrar la belleza de mi país.

Así que ya sabéis La Wedding Planner en el cine a partir del 7 de julio, para disfrutar de buen cine francés.