‘Jóvenes y brujas’: Las brujas glam derrotan sin esfuerzo al heteropatriarcado

Jóvenes y brujas

Las brujas glam derrotan sin esfuerzo al heteropatriarcado

por Rosa Panadero

Estamos ante una película con perspectiva de género: las buenas son brujas y el chico malo habla a su mami por Ouija

Lo que tiene abrir el corazón es que se te puede caer al suelo. Que se lo digan a los chicos malotes, a los acosadores del instituto, a los bullies que se crecen ante los vulnerables. Si cuentan el origen de su rabia, se desinflan, son osos amorosos.

Pero eso no es lo más importante. Lo que mola en Jóvenes y Brujas es la sororidad, la hermandad mujeril de las jóvenes brujas, que acogen en su seno a la nueva en clase, despistada como pocas.

Y ya con la tontería subida, lo importante es el brilli brilli: mucha brillantina y perlitas adhesivas son dos esenciales para hacer conjuros. No es lo mismo flotar en el aire sin gota de sombra de ojos, que hacerlo con un delineado fluorescente verde.

Cuatro catálogos de ropa diferentes, porque todas las tiendas tienen su cuota de mercado. Lo demás es dejarse llevar para ser bruja, muchas velitas y luces LED sobre la cama y las paredes, para ambientar la habitación.

En su perspectiva de género, además de empoderar a las adolescentes que sin magia no serían nadie, la película cuestiona al malo malísimo: el padrastro. Aquí tiramos de videoteca clásica, que nos dice que la mala malísima siempre es la madrastra. Olé por cambiar el rol. Apoteósico.

Después está el lado solidario: redimir a la oveja perdida. Vamos, que acaban con su imagen de marca, y eso es grave. Tan peligroso que hasta el malísimo padrastro tendrá que tomar cartas en el asunto. Lo del género fluido del machote de tu hijo es difícil de comprender para algunos hombres, sobre todo si son autores consagrados con obras como “Sagrada Masculinidad”.

Con eso de que las brujas no pueden usar sus poderes en su propio beneficio (lo dice en todos los libros de brujería, vaya), el mundo nunca evolucionará adecuadamente.

De momento, un pequeño rayito de luz. Pasito a pasito, ya tenemos a chicas guays que son brujas glam, a un malote domesticado y a la maldad encarnada en el patriarcado. Una película para todos los públicos que ni a la factoría Disney ni al Ministerio de Igual-da se le hubiera ocurrido.