‘Historia de una flor’ de Claudia Casanova

Saxifraga alba, la botánica reescrita por mujeres

por Rosa Panadero

Igual que Andrea Wulf nos trajo el primer tratado ecologista con la biografía de Humboldt en La Invención de la Naturaleza, Claudia Casanova nos deleita con una novela sobre Blanca Catalán de Ocón, la primera mujer botánica de España, que recopiló en herbarios la flora turolense en el siglo XIX. Toda la novela gira como una metáfora en torno a esas flores que crecen entre las rocas, donde es casi imposible hundir las raíces y que tanto alegran la vista y el espíritu de los montañeros al coronar cumbres. De alguna manera la novela trae a la memoria las peripecias de Humboldt en el continente americano cuando todavía había virreinatos, y entremezcla sutilmente las preocupaciones por los cambios que se operan tímidamente en España entre clases sociales y la invención del ferrocarril para dinamizar la economía. Lo que se pone de manifiesto es el inicio de la globalización a través de la colaboración desinteresada entre botánicos y científicos, la carrera por coleccionar todas las plantas exóticas antes de que los imperios coloniales se hundan, igual que ahora se construyen bunkers para albergar semilleros con especies para el futuro y evitar así la desaparición de especies autóctonas.

Todo ello, ambientado en una casa de campo donde las dos hermanas descubrirán la ciencia del momento, una la botánica y la otra la entomología, y despertarán a la efervescencia de la adolescencia junto a la ribera del río. Y esa liberación de las normas sociales quedará reflejada en esa flor desde el primer capítulo, la saxifraga blanca, que la protagonista lleva con ella en el –por aquel entonces– día más importante en la vida de una mujer.

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