Lobos con piel de cordero
Después de un 2020 en el que nos encontramos con un Festival de Sitges a medio gas y con unas limitaciones de aforo y de seguridad que hicieron de aquel año uno de los más fatídicos y extraños de toda su historia, la casi normalidad que se respiraba en la 54ª edición de este año, ha hecho que el Festival de Sitges vuelva a ser lo que era, el punto de encuentro de miles de aficionados al cine fantástico y de terror, la tierra prometida de los paganos a la que todo fan del terror está obligado a peregrinar una vez al año, la catedral del horror que todos veneramos de manera enfermiza, en conclusión, el culto a nuestra religión.
Con un año en el que el leitmotiv del Festival ha sido La Bestia Interior, homenajeando sobretodo al hombre lobo y todas sus derivaciones, voy a concretar una lista con mis cinco favoritas de este año (de 20 películas que he visto), para reducir al máximo el tocho que os hago tragar cada año (que seguro se leen 4 personas) y hacerlo un poco más ameno y viable.
Vaya por delante que los comentarios vertidos en este espacio web son tan sólo las opiniones de un aficionado al cine en general (sobre todo al terror y al fantástico) y que nadie más que yo tiene responsabilidad sobre ellas. No me considero ningún experto, ni, por supuesto, un crítico de cine, que quede claro.
Dicho esto, vamos al lío, e intentaré no extenderme demasiado.
El orden va de menos a más, por ello empezaremos por la quinta de la lista.
THE SADNESS
La fiesta de la casquería y la sangre
Rob Jabazz / 99 min.
Precisamente fue la última película que vi este año y no pude despedir el Festival de una manera más festiva, desprejuiciada y sangrienta. Películas como The Sadness son las películas que realmente captan el espíritu del Festival, pura diversión apta únicamente para los auténticos fanáticos de los rincones más obscenos, pervertidos y depravados del cine.
The Sadness es, obviamente, una película que solamente va a funcionar a su paso por los festivales especializados, es esa película que no podrías recomendar a nadie, y si lo haces, puedes esperar una bronca de tres pares de narices por parte del depositario de la recomendación, y probablemente esa bronca tendría toda su razón de ser, hay que estar muy fuera del mundo para pretender que cualquier amante del terror tenga paladar y estómago para ver esto.
Enmarcada en plena pandemia en Taiwán, son las autoridades sanitarias las que avisan de una inminente y peligrosa mutación del virus advirtiendo a los políticos y los medios sin demasiado éxito. Pero cuando esa mutación empieza a ser evidente, todo se vuelve tan caótico como incontrolable. Siendo conscientes de ellos mismos y de sus propios pensamientos (algo que todavía los hace más monstruosos), los nuevos infectados se convierten en auténticos asesinos psicópatas que dan rienda suelta a sus deseos sexuales más bajos y depravados violando y matando (no necesariamente por ese orden) a cualquiera de los no infectados que se les ponga por delante, llegando a unos actos de pura violencia desmedida en los que el deseo sexual aumenta y se tergiversa hasta niveles de pura enfermedad.
Con una secuencia dentro de un vagón de metro imposible de superar, al menos en litros de sangre seguro que sería complicado buscarle una comparación reciente, y una escena de penetración ocular (fuera de plano) que es tan sumamente asquerosa como extrañamente divertida, The Sadness es la fiesta de la sangre y de la casquería más denigrante, desbocada y criminal que he visto en los últimos años.
Amantes del gore, de lo excesivo y de lo imposible, tienen aquí un filón con el que disfrutar en repetidas ocasiones de esas sensaciones tan poco convencionales en el cine de hoy en día, esas sensaciones por las que a más de uno lo podrían detener.
Yo la hubiera visto del tirón nuevamente nada más acabarla y os puedo garantizar que la mayoría de la sala (vitoreando y aplaudiendo con cada litro de sangre en pantalla) también lo hubiera hecho. Queremos más películas como The Sadness en el Festival de Sitges, suponen una necesaria bocanada de aire fresco entre tanto cine de autor y delicatessen atmosféricas, no hay que olvidar a lo que venimos y lo que realmente disfruta una parte importante del público fanático de Sitges.
TITANE
Mi novio es un coche
Julia Ducornau / 108 min.
Llegando al Festival de Sitges con la Palma de Oro de Cannes bajo el brazo, algo que en principio no tendría porqué influir en nada a los asistentes al festival ya que nada garantiza esa Palma de Oro en Sitges, resulta sumamente curioso el apoyo que está recibiendo el fantástico por parte de un festival que se nutre sobretodo de cine de autor pedante y pretencioso. Aunque visto desde ese punto de vista, mucha gente podría considerar a Titane pedante y pretenciosa.
Para ser sincero, no salí nada convencido de lo que había visto después del pase en el Auditori, pero he tenido tanto tiempo para analizar y dialogar mentalmente con el doliente, sincero y estrafalario ideario que plantea la Ducornau en Titane, que al final me ha convencido bastante más de lo que a primera impresión me había parecido. Con una referencia clara con el Crash de Cronenberg, pero llevado a un nivel mucho más fantástico e impensable, Titane reduce su argumento a un drama personal en el que dos de sus protagonistas no acaban de aceptar su propia vida e intentan verter sus inseguridades en el otro para así sentirse útiles, amados y necesarios.
Ese sería el significado de la parte dramática de la película, con muchísimos matices, lecturas y derivaciones dentro de la parte emocional y la psique del ser humano, aquí se habla de la aceptación, el perdón, la personalidad (y la falta de ella), los miedos y la identificación, temas que la Ducornau plantea de manera brutal, honesta y compleja en algunas de sus interpretaciones.
De su ingrediente terrorífico, que dura más o menos la primera mitad del metraje y está encarnado en esa presencia amenazadora y sin sentimientos de un psicópata capaz de matar sin el menor de los escrúpulos, se disfruta sobremanera gracias a una actuación soberbia del personaje dotado de unas cualidades y unos tics fabulosos para el amante de la figura del psycho killer.
El elemento en discordia viene cuando incluimos el fantástico, que debería suponer un extra, pero que simplemente resulta en un recurso imposible de cuadrar, interpretar y mucho menos pormenorizar dentro de la película. Es un elemento que aparece en contadas ocasiones, pero que la Ducornau lleva hasta sus últimas consecuencias a la hora de cerrar la historia.
Podríamos incluso separar sus fases (drama, thriller y fantástico) y obtener prácticamente tres películas diferentes, todas ellas con una base argumental sólida, soberbiamente actuadas y magistralmente dirigidas, pero no es así, estamos ante un filme que arriesga mucho (en el plano fantástico) , perturba aún más (en el desarrollo del thriller) y enciende tu apartado emocional hasta niveles insospechados (ese drama personal tiene muchas lecturas e interpretaciones), resultando en una obra que no dejará indiferente y que a más de uno (como es mi caso) le dejará una huella que hará que su cabeza no pare de darle vueltas a lo que acaba de ver.
HELLBENDER
Encuentro mi paz en el Armagedón
The Adams Family / 86 min.
Antes de meternos de lleno en la película, es de obligado reconocimiento hablar de La Familia Adams, y no nos estamos refiriendo a la que rodea a mi adorada Miércoles (nótese que los Adams referidos escriben su apellido con una sola d). Los Adams son una familia americana que supura arte y habilidades por los cuatro costados. Compuesta por John (padre), Toby (madre), Zelda (hija pequeña) y Lulu (hija mayor), dedican sus ratos libres a producir y dirigir, además de actuar, componer la música, escribir el guión y filmar todas sus películas, obteniendo productos que, poco a poco, se van posicionando como películas a tener en cuenta y su nombre empieza a resonar de manera recurrente en algunos de los círculos más underground de los festivales especializados.
Teniendo en cuenta esa capacidad multitarea que profesa la familia Adams y sabiendo que la materialización de sus proyectos se realiza siempre de manera independiente, corriéndose la voz a través de festivales y el underground del terror, el mérito es aún mayor. Dicen que el salto de calidad que han dado con su último filme, el primero que veo de ellos, es considerable en todos los aspectos comparado con el grueso de su obra anterior y, bajo mi parecer, les quedan todavía muchos más que dar ya que el potencial es enorme, pero todo depende de la manera que quieran funcionar. Por ahora nos toca disfrutar de Hellbender como descosidos y el tiempo ya dirá.
Hellbender nos relata el coming-of-age de una chica (Izzy) que vive aislada en el bosque con su madre. Al parecer Izzy tiene una enfermedad contagiosa y no se puede relacionar con nadie, o al menos, eso es lo que ha dicho su madre desde que tiene uso de razón.
Obviamente llega el día en el que Izzy conoce a un grupo de chicxs y se da cuenta de cosas que poco tienen que ver con la enfermedad contagiosa de la que le ha hablado su madre.
A partir de aquí, la pugna por la libertad adolescente y la presión de una madre que poco a poco le va descubriendo el secreto que entraña la vida de ambas, Izzy realizará un viaje que la llevará, de manera casi instintiva, a un rite-of-passage en el que, inevitablemente, habrá un enfrentamiento crucial. De cómo la herencia genética más nociva corre por las venas de nuestra descendencia sin que la podamos evitar, cambiar o moldear si el otro no quiere.
Una de las curiosidades que más gracia me ha hecho ha sido que el título de la película proviene realmente de una banda que tienen montada madre e hija en la película y de la que se extraen la mayoría de los singles cantados de la banda sonora y que además son interpretados por ellas mismas durante los ensayos que ejecutan en el sótano de su casa. Momentos musicales realmente gloriosos que además vienen aderezados con interpretación en directo y unos atuendos siniestros que cambian en cada una de las canciones. Necesito esa banda sonora como el comer. Por suerte en Spotify tenemos algunas canciones bajo el nombre de H6LLB6ND6R.
Una maravilla descomunal a la que se le perdonan los contados errores (siempre ligados a la falta de presupuesto), suplidos por una convicción, un estilo y unas maneras tan atractivas y sugerentes, que nada se le puede reprochar. A todo ello añadir que la fuerza y calidad en pantalla de Zelda Adams me ha llevado hasta unos niveles de emoción y empatía con su personaje que nadie más ha conseguido activar en mi en lo que va de año.
THE USKYLDIGE (THE INNOCENTS)
Manténgase fuera del alcance de los niños
Eskil Vogt / 117 min.
Lo primero que quiero decir es que el orden de la primera y segunda favorita cambian en mi cabeza a diario, hoy ha sido el día que he escrito el comentario y hoy es uno de esos días en los que la noruega The Uskyldige ha quedado en segunda posición, pero mañana podría ser diferente e intercambiar la primera y segunda posición otra vez.
El debut en el fantástico de Vogt (después de un largo en 2014 encarado al drama y titulado Blind que no he visto) ha llegado tan lejos como para ser una de las más sonadas del pasado Festival de Cannes y llegar a Sitges para triunfar por todo lo alto con cualquiera que la haya podido disfrutar en los pases del Festival. Y aunque haya sido Lamb la película que finalmente se ha llevado el máximo galardón, a The Innocents se le ha otorgado una mención especial por parte del jurado del Festival.
Su mezcla de incómoda realidad, niños con frustraciones, desubicados, enfermos y padres (que no madres) distraídos de su cotidianidad familiar o directamente inexistentes, con esa enorme huella puesta en el fantástico, ecos de Scanners, El Pueblo De Los Malditos o incluso X-Men son algunas de las referencias que maneja el filme de Vogt, hacen de ella una extraña, sorprendente, siniestra y grotesca propuesta a la que hay que acercarse con la mente abierta (cuidado con eso) y un indomable amor por el fantástico.
Una familia llega a su nuevo piso en pleno verano noruego y sus dos hijas, la mayor de ellas con un acusado síndrome de autismo, empiezan a descubrir el entorno y a conocer a los pocos niños que se han quedado en casa en verano por falta de recursos. Ir al parque, hacer avanzadillas al bosque y (¡¡¡) experimentar con animales (!!!), se convierten en las rutinas diarias del grupo de niños. Todo es nuevo, diferente, atractivo y excitante. Pero la alegría de vivir y disfrutar de esos niños se verá alterada (en un principio) y truncada (a medida que se va desarrollando la historia) por diversos sucesos y acciones que pondrán a prueba a más de uno de ellos hasta que llegue la hora de escoger el bando correcto y actuar en consecuencia a dichas acciones.
Todo en ella es magnífico, fotografía, localización, banda sonora, pero sobre todo, la dirección de actores. Las actuaciones de los niños son directamente estelares, hablamos de niños que no pasan en ningún caso de los 12 años, son los auténticos y únicos protagonistas de la película llevando el peso de la trama sobre sus espaldas en todo momento con una convicción y un realismo descomunal.
The Innocents es una película que marcará a fuego a un cineasta con un potencial enorme y al que todavía le queda mucho por decir.
LA ABUELA
Nadie te quiere como tu abuela
Paco Plaza / 100 min.
Enfrentarse a una película de Paco Plaza, y además dentro del marco del Festival en el Auditori con presentación del equipo incluida, es siempre un evento importante para mí. Paco es uno de mis directores fetiches. Desde sus inicios con El Segundo Nombre (posiblemente mi favorita) o Romasanta (a la que le tengo un cariño especial), pasando por sus mano a mano con Balagueró en la saga de REC (siendo su tercera una de las fiestas zombie más descomunales que se recuerdan en el ámbito nacional) o sus últimas hazañas con A Hierro Mata (quizás la más discreta de todas) o Verónica (un hit en toda regla), todo lo firmado con su nombre me parece cuanto menos notable.
Con La Abuela, película que no ha entrado a competición y que se comenta se estrenará en salas en enero, Paco lo ha vuelto a hacer. Me ha vuelto a mover por dentro de manera inusitada y me ha hecho sentir todo ese miedo a la vida (y a la muerte) que todo humano lleva dentro de sí mismo. La sorpresa me la he llevado al enterarme de que mi amado Carlos Vermut (otro de mis fetiches actuales), es quien se ha encargado de escribirla poniendo mucho de su extraña personalidad y arte dentro de una historia que pasa del drama familiar al terror con una naturalidad pasmosa.
Si analizamos un poco sus partes, me refiero al drama inicial separado de su desarrollo fantástico, algo que podríamos cuantificar como mitad y mitad, se hace evidente que durante la primera parte de la película el que lleva la batuta es Carlos Vermut con esas dramaturgias dolorosas e incómodas a las que nos tiene acostumbrados (incluso con algún que otro guiño a su propia obra), y la segunda parte es absolutamente de Paco Plaza (en la que se empiezan a vislumbrar los tics terroríficos de la historia). Esto es algo que, por raro que parezca, le ha sentado de maravilla a la película.
Una modelo (Susana) que vive en París por trabajo tiene que volver a Madrid para cuidar de su abuela que ha tenido un derrame quedándose impedida (no habla y le falta movilidad) y no tiene a nadie más para que se ocupe de ella. Criada desde niña por su abuela, Susana vuelve a Madrid para arreglar las cosas y contratar a una persona para que la cuide y así poder volver a su rutina de modelo en la ciudad del amor. Con una serie de recuerdos bloqueados y una situación que la supera con creces, Susana empezará a recordar y recopilar información de su infancia hasta descubrir un secreto que cambiará su vida por completo y le hará sufrir unas consecuencias del todo inesperadas.
Cuando el amor, la tristeza y la dedicación por nuestros mayores, se convierte en el mayor de nuestros infiernos.