Entrevista a Eduardo Infante, autor de ‘No me tapes el Sol’

“Cuando la vida se pone irónica, la actitud más sabia es reír con ella”

No me tapes el Sol, esa frase que Diógenes le espetó al mismísimo Alejandro Magno, debería ser nuestro mantra para afrontar la realidad sin someternos al comportamiento de rebaño de la sociedad. Eduardo Infante, autor de No me tapes el Sol, desgrana en esta entrevista por qué el cinismo posiblemente sea nuestra tabla de salvación frente a la tontería generalizada.

_ Nos ha servido el confinamiento para ser más conscientes, sentirnos más presentes en lo que queremos hacer. Incluso si la novedad era quedarse en casa, la forma de transgredir ese encierro involuntario era quedarse despierto a la luz del móvil hasta la madrugada. ¿Nos hemos vuelto cínicos?

“Toda circunstancia vital es una oportunidad para aprender y como en toda oportunidad, algunos saben aprovecharla y otros la desperdician.

Por eso, quizás sea bueno que, después de vivir unas circunstancias tan extraordinarias como una pandemia, cada uno nos examinemos sobre lo cerca o lo lejos que nos encontramos de la estupidez. Ser cínico es combatir diariamente con uñas y dientes (o más bien con garras y colmillos) contra la estupidez, y no hay mayor estulticia que desconocerse a uno mismo.  

Nuestra naturaleza es la de seres finitos, precarios, vulnerables e interdependientes. Solo desde esta verdad se puede construir, y gozar, una vida sensata y humana, tanto a nivel personal como comunitario. Pero frente a la lucidez del sabio, el estúpido se vive inmortal, estable, invulnerable e independiente.

El insensato entroniza sus deseos y apetitos como gobernadores de la realidad, y así cuando esta última entra en conflicto con los primeros, se le exige que sea ella la que cambie. A veces, pienso que vivimos en una sociedad de adultos infantilizados que creen que desear algo otorga el derecho de conseguirlo inmediatamente, con escasa tolerancia a la frustración y sin capacidad de empatía y benevolencia.”

_ ¿Qué adopta el mindfulness del cinismo, con ese mantra de vivir el presente?

“El cinismo es una filosofía del presente que refuta toda forma de idealismo que intente volcar nuestras esperanzas en un futuro dibujado por otros. El idealismo es una filosofía del sacrificio: exige a sus fieles que inmolen el presente en aras de un proyecto, que degüellen los hechos para garantizar la salvación de la teoría y que renuncien a toda forma de libertad.

El cinismo, en cambio, es una filosofía materialista y libertaria, que no teme la contingencia de la realidad, que nos relega a la naturaleza, que vacía el cielo para posar la felicidad en el más acá, que nos recuerda que la plenitud solo depende de cultivar la virtud, de nuestro valor para contrariar las costumbres de la manada y de atreverse a disfrutar de una existencia auténtica, dichosa y libre.

Una vida natural es una vida examinada a la luz de la razón, una lucha constante para no caer ni en la estupidez ni en la conducta gregaria, porque, como repetían continuamente Antístenes y Diógenes, hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse. ¿Necesitamos más cordura o más cuerda?

Diógenes afirmaba que el fin de la vida humana es obedecer a la razón en las elecciones, pero que nuestra racionalidad se pervierte y enajena, unas veces por la opinión de los demás y otras por el placer.

Por eso una vida naturalmente humana es una vida examinada a la luz de la razón. El mantra que repetían continuamente Antístenes y Diógenes de que «hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse» no es más que una formulación punk del socrático «una vida que no se examina no merece la pena ser vivida».”

“Toda circunstancia vital es una oportunidad para aprender y como en toda oportunidad, algunos saben aprovecharla y otros la desperdician.”

_ Subestimamos el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo ya que, como dice el Eclesiastés, “el número de tontos es infinito”. ¿No será que son más tontos los que se creen más listos?

“A Facundo Cabral le escuché contar que su abuelo materno fue un militar laureado y que, aunque era el tipo más valiente que había conocido, había algo que le daba miedo: los estúpidos.

La razón es que estos eran tantos que si se unían podrían formar un ejercito invencible. Pues bien, el cínico es aún más valiente que el abuelo de Facundo Cabral. El cínico combate al tonto porque con su tontería no solo se hace daño a sí mismo, sino también a los demás.

El economista Carlo Maria Cipolla describió «las leyes básicas de la estupidez humana», que explican por qué la estulticia es la principal causa de la desdicha en nuestra especie.

Los seres humanos, a diferencia del resto de los animales, debemos cargar a lo largo de nuestra existencia con el lastre provocado por otros miembros de nuestra propia especie. Este grupo, aunque nunca se ha organizado, actúa en perfecta sintonía para impedir el desarrollo del bienestar y de la felicidad humana.

Una de las leyes de Cipolla afirma que todo ser humano entra en una de estas cuatro categorías: incautos, inteligentes, malvados y estúpidos. Estos últimos son los más peligrosos porque son aquellos que causan «un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio», algo incomprensible para un animal o para cualquier persona que no solo tenga razón, sino que además la use bien.

Los estúpidos son, además, los más numerosos, por eso Antístenes, con socarronería, a uno que le decía: «Muchos te elogian», le respondió: «Pues ¿qué mal he hecho?».

Para el cínico, la mayoría está formada por los ignorantes y viles, es decir, gente de tan poca calidad que no dista mucho de los malvados. En su actividad cotidiana, el cínico era un hombre que no toleraba la estupidez, refutaba a los necios con una total franqueza de expresión y trataba de quitarles su insensatez y encrespamiento.”

“Todo ser humano entra en una de estas cuatro categorías: incautos, inteligentes, malvados y estúpidos.”

_ Se dice que los perros tienen amo y los gatos tienen personal a su servicio. Siendo el gato más independiente y menos servicial que el perro, ¿no sería más lógico que los cínicos imitasen el modo de vida de los gatos, y no de los obedientes perros?

“Los cínicos tomaron al perro como emblema por ser este un símbolo de desvergüenza. Para los griegos, el perro es el más impúdico de todos los animales: el más desvergonzado, salvaje y libertino.

En nada comparable a las hormigas o las abejas, animales sociales y bellos modelos de civilización. Los canes, en cambio, no sienten ningún respeto por el orden social. Su manera natural de vivir supone un cuestionamiento de los valores establecidos por la comunidad y de la conducta gregaria.

El comportamiento incívico de un chucho es un ultraje a la cultura dominante. Para los griegos, este sentimiento de pudor es fundamental para la vida civilizada ya que sobre él se asientan las normas sociales.

Sin vergüenza la norma pierde su fuerza, y sin pautas no hay gregarismo. El perro vive liberado de la presión de la masa y de todo artificio alienante y represor. El can simboliza la obscenidad bestial, franca y fresca, la pura espontaneidad primitiva que permite a nuestra naturaleza manifestarse tal cual es, sin ornamentos ni imposturas.”

_ El cínico no tiene religión. ¿Tendría un equipo de fútbol al que animar?

“No, si el fútbol se convierte en religión y obliga al individuo a enajenarse dentro de una masa informe en la que pierde toda racionalidad, voluntad y autonomía.

La vida cínica es un vivir a contracorriente de la conducta gregaria; bien nos lo dejó claro Diógenes cuando entraba en el teatro mientras los demás salían y al preguntarle el porqué, dijo: «Es lo que me he dedicado a hacer toda mi vida».

Probablemente, Diógenes, hoy, esperaría en la puerta de uno de nuestros estadios para entrar justo cuando el partido ha acabado para recordarnos a empujones que nosotros somos el verdadero espectáculo: hombres libres domesticados por una pelota.”

_ Se estudia más a Platón y a Aristóteles que a los cínicos. ¿Los que ganan siempre escriben la historia en letras doradas?

“Sin duda, como afirmaba Walter Benjamin, la historia siempre la han escrito los vencedores, y la historia de la filosofía no es una excepción.

El cinismo forma parte del bando de los vencidos en la lucha de las ideas, y el precio de la derrota ha sido no poder contar su propia historia, o lo que es peor, que esta sea contada por los vencedores.

El número de estudios dedicados al cinismo sigue siendo ridículo en comparación con otras escuelas filosóficas; es más, muchos manuales clásicos de historia de la filosofía ni siquiera recogen esta corriente de pensamiento.

Pareciera como si alguien hubiese sentenciado a los cínicos con una damnatio memoriae («condena de memoria»), esa antigua práctica romana con que se castigaba a los enemigos del Estado y por la que se procedía oficialmente a eliminar todo cuanto pudiera recordarlos: esculturas, inscripciones o monumentos.

En los manuales oficiales, Platón reina como arquetipo de filósofo y su idealismo se presenta como modelo de filosofía a imitar. De igual forma que en el mundo soviético las historias de la filosofía fueron marxistas, en Occidente las historias de la filosofía han sido idealistas.

De entre todos los derrotados, los cínicos han sido los que han sufrido el mayor escarnio. ¿Por qué tanto ensañamiento? Porque el cínico cometió el imperdonable pecado de burlarse de las sagradas enseñanzas del maestro.

Los cínicos se atrevieron a señalar al padre del idealismo con el dedo y gritar: «¡El rey va desnudo!». Platón nunca supo encajar deportivamente las refutaciones materialistas de Diógenes. El padre del idealismo siempre eludió el debate con el cínico con la excusa de que un filósofo de verdad no debía perder el tiempo con un loco. Desde entonces, los idealistas han emulado la actitud y la estrategia de Platón.”

_ Diógenes le dijo a Alejandro Magno que él mismo era su peor enemigo, por sus virtudes y sus defectos. Y luego, los dos van y se mueren el mismo día. ¿Sarcasmo, ironía o cinismo de la Historia?

“Cuando la vida se pone irónica, la actitud más sabia es reír con ella. El humor fue el arma que usó el cínico para desvelar lo absurdo de la conducta gregaria, para deponer a las autoridades ilegítimas y para sancionar vicios.

El encuentro, o más bien encontronazo, entre Alejandro y Diógenes. Con su sarcástico No me tapes el Sol, el filósofo evidenció su superioridad frente al tirano. Mientras Alejandro era esclavo de su codicia de gloria y honor, Diógenes vivía libre de toda ambición y poseía un poder absoluto sobre sus pasiones. El emperador gobierna a los hombres, pero es incapaz de gobernarse a sí mismo. El filósofo no manda sobre nadie, pero no conoce amo ni dueño.”

_ Le dedica un capítulo a Hiparquia, la perra feminista que desdeña los ropajes caros y los broches, y se convierte en compañera de Antístenes. ¿Qué nombre/s le vienen a la mente de alguien que haya hecho algo así, en paralelo, en la política española?

_ Los de Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán. La primera hizo activismo con su pluma, criticando la sociedad patriarcal y cuestionando el rol que se le otorgaba a la mujer de madre y esposa. La segunda denunció la desigualdad educativa entre hombres y mujeres y el sexismo en los círculos intelectuales. Ambas estuvieron a la altura de su tiempos ¿Estaremos nosotros a la altura de los nuestros?

¿Quién es su cínico favorito en España?

_ Mi madre, una mujer auténtica, hecha a sí misma, que goza a cada instante de la alegría de la existencia, que denuncia la injusticia allí donde la ve, autárquica, valiente, amante de la naturaleza, enemiga de imposturas, sencilla y a la vez noble. Una mujer empoderada que nunca conoció amo ni dueño.