‘Emprendedoras, una revolución en marcha’

Business woman

Llegan las cebras: el fin del sándwich de mierda y del unicornio

Emprendedoras, una revolución en marcha de Naomi Ryland y Lisa Jaspers (Empresa Activa) merece dos lecturas consecutivas, la primera para familiarizarse con el cambio de parámetros y otra para hacer limpieza en la oficina.

Nuestra relación con el dinero dice mucho de nuestros sentimientos de autoestima, dicen Naomi Ryland y Lisa Jaspers. No esperas encontrarte a la última pseudo-Zuckerberg en portada ni en páginas interiores, porque la revolución silenciosa de las mujeres como emprendedoras empieza, ni más ni menos, hace medio siglo.

Lejos de relatarnos las historias cronológicas para entretenernos en plan noche temática, las autoras enfocan el funcionamiento de una empresa a partir de los valores de quien la funda. Y en este caso, eligen a las fundadoras que han puesto su ética personal y profesional por encima de los incentivos económicos si eso suponía sacrificar la cultura empresarial. Particularmente interesantes y divertidas son las explicaciones de Dame Stephanie Shirley, que firmaba como Steve Shirley para que la tomaran en serio cuando buscaba financiación.

Dinero o cultura empresarial

Todo por la pasta, tal cual, cuando el dinero es un fin en sí mismo y no un medio para mejorar el mundo, es el axioma capitalista por excelencia. También axioma comunista, porque estos existen gracias al salvajismo del dinero ganado a espuertas por unos cuantos que no son ellos, y la envidia corroe una cosa mala.

Los parámetros de la riqueza en términos de moneda contante y sonante en el PNB no miden el capital intangible que mejora la vida de las personas.

La deslocalización manufacturera hacia terceros países provoca el desempleo en las zonas de la empresa matriz. Las cifras de beneficios se contraponen a las pensiones por desempleo.

Por no hablar de la ingente cantidad de personas que pierden su trabajo porque no pueden trabajar a distancia de su hogar. Si el Covid aceleró el teletrabajo, que se lo digan a Dame Stephanie Shirley, que ya lo implantó en los años setenta (lector@: ¿ya habías nacido?).

El sándwich de mierda, OMG

Entre las opiniones y experiencias que relatan Ryland y Jaspers (no las cito sólo por el nombre porque las pobrecitas sean autoras sin colita; cuando los autores son hombres, siempre el apellido), hay una tendencia a empoderar empleados versus micro gestionar problemas.

Ya sea concediendo acciones de la empresa, o bien creando equipos de teletrabajo en casa, la gente que se enrola en los proyectos se siente dueña de su vida.

Cuando un@ decide, hay menos posibilidades de que llegue la temida reunión del sándwich de mierda: dícese de la conversación en que tu jefe te alaba, a continuación, te encarga un marrón, y cierra diciendo que eres el mejor para esa tarea. Cuando decides, no tienes miedo de admitir errores, arremangarte con los problemas y compartir éxitos.

Ficha al mejor no es lo que parece

Capítulo aparte merece la atracción de talento. Si alguien cree que al marcar “tick” en la lista de tareas de una oferta laboral es el mejor candidato, lo lleva claro.

Hace muchas lunas que la preparación técnica / tecnológica no es lo más relevante para contratar. Las autoras ofrecen una nueva manera de hacer entrevistas que, ojalá no se generalice entre los coach del mundo y creen respuestas-tipo que para vender a sus clientes como llaves maestras para ser contratados.

Ejemplo: Cuéntame algo que te hayas enseñado a ti mism@ en los últimos seis meses. Glup. ¿Y si sólo has estado tirado en el salón consumiendo teleseries hasta que el frigorífico vacío ha muerto de inanición? Incluso si has estado corriendo en la universidad, o trabajando para sacar a la familia adelante, ¿te has enseñado algo a ti mism@ en el último medio año? ¿Eres autodidacta o sólo obedeces órdenes? ¿Sabes pensar?

Está claro que los que aciertan con la respuesta y consiguen el puesto tienen una seguridad psicológica que servirá de cimiento a la empresa. La manipulación insincera también quedará al descubierto, así que ese super candidato preparado a tope, será mejor dejarlo pasar y que otra compañía cargue con el tóxico encubierto.

No estamos solas

El libro “Emprendedoras” se centra exclusivamente en fundadoras de empresas, no en mentoras ni en inversoras de riesgo. Podría decirse que la primera inversora de riesgo fue Isabel La Católica, que financió los viajes de Cristóbal Colón a las Indias. Como mentora suya y preceptora de sus hijos eligió a una mujer, Beatriz Galindo, La Latina (justo, la de la estación de Metro de la línea 5 de Madrid).

Así que en el mundo de la creación de empresa, si echas la vista atrás, te encontrarás con mujeres que, pese a la maldición bíblica de parir hijos con dolor, también han creado nuevos mundos.

Topofilia y reparto

No es la primera vez que leo sobre los ángulos muertos de la innovación, que es otra forma de enfocar la creación de riqueza a largo plazo. Desde el punto de vista del venture capital o inversores de riesgo, Ross Baird escribió hace un par de años sobre la topofilia y la importancia de invertir en lugares donde viven los emprendedores.

Que la distancia física entre emprendedores e inversores de capital riesgo sea de pocos kilómetros en Silicon Valley, no genera riqueza para la sociedad en su conjunto, sino sólo genera un círculo vicioso de dinero entre Los Ángeles y San Francisco, como distancia máxima.

Que los emprendedores recuperen Detroit y la inversión llegue allí, supone que la población del Cinturón de Óxido siga viviendo. Que el Swamp Valley de Miami tenga vida propia, significa no tener que mudarse a la costa Oeste para conseguir financiación.

Cebras, no unicornios

Todo esto para decir que no es mejor jefe o emprendedor los que tienen colita o no, sino aquell@s que son conscientes de que la riqueza se crea a largo plazo. El súper dinero de los unicornios es poco menos que una adicción fatal. Las cebras son reales. Son normales. Tienen cosas buenas y malas. Existen y son tangibles. Se protegen en grupo. Sin embargo, los unicornios, ¿alguien sabe si son gregarios? Si no llegan a ser unicornios, ¿se convierten en polvo de estrellas (estrelladas)?