El autor de ‘The Boys’ vuelve a darnos duro con ‘The Pro’

Ahora que Amazon Prime Video le ha echado “un par” para llevarnos a televisión The Boys, puede que el nombre de Garth Ennis empiece a tener cierto renombre, pero os aseguro que para muchísimos, es un nombre cuya fama ya le precedía antes de que sus personajes fueran encarnados por actores de carne y hueso (y sangre, sobre todo sangre).

Si tras ver la serie te has quedado con ganas de más, siempre puedes leerte el comic, pero si eres de los que se zambullen poco a poco, The Pro puede ser la forma perfecta para introducir solo los dedos de los pies, y comprobar si el agua está a tu gusto.

Vivimos en la era de la auto-explotación complaciente, pero no es que sea nada nuevo, y ese es, en realidad, el jodido problema.

Hablamos de los superhéroes con Disney tocando las campanas para contar de qué color serán las mallas del próximo mamarracho al que le toque salvar la galaxia y escuchamos pletóricos mientras se engrudan ambos extremos de nuestro aparato digestivo, pero lo cierto es que no es nuevo. No lo es.

Ya lo tuvimos con aquellas novelillas de tamaño bolsillo hablando de western ligeros y romances cuando la televisión no tenía un número detrás que atestiguara su calidad, y aún se podían fumar en los colegios, compartiendo un pitillo con el profesor de ética y civismo.

Luego tuvimos el género de aventuras, luego fantasía, y ahora tenemos superhéroes hasta en la sopa, respondiendo a la llamada del marketing, que ahora, además, cuenta con las redes sociales.

Una nueva era

No me quejo en realidad. Hay una temporada para todo, y aunque me lo paso bien viendo adultos vestidos en colores chillones dándose de leches en la gran pantalla, no soy excesivamente fan de los Supers, y por norma general, siempre me han gustado más sus deconstrucciones como Watchmen de Alan Moore, The Boyso incluso The Pro de Garth Ennis.

Hoy voy a escribir sobre este último, pues si bien la serie de Amazon Prime Video reproduce bastante bien el espíritu, The Pro solo necesita unas pocas páginas para sintetizar su punto de vista nihilista con dosis de humor negro desde otro prisma. No necesita una larga colección de volúmenes con grandes giros de guion para zanjar su discurso.

Como ya dije en la introducción, puede que muchos conozcáis a GarthEnnis como el demonio de Tasmania de lo políticamente correcto.

Siempre me lo he imaginado como un señor que cuando alguien (la sociedad, un editor, o tal vez su última obra) le señala donde se encuentra el techo de lo que la sociedad puede aguantar, se pone un casco, se mete entre pecho y espalda una pinta stout de Guiness y luego se introduce en un cañón que apunta en vertical. Suyas son obras como Predicador, The Boys, o el brutalismo de Crossed, y suyo es también The Pro.

Una historia especialmente sucia

Con dibujo de Amanda Conner y tinta de Jimmy Palmiotti, Ennis nos cuenta en apenas una centena de páginas la historia de una prostituta que sobrevive a base de cincuenta dólares la mamada para darse de comer así misma y a su retoño.

Un día, una entidad intergaláctica se apuesta que cualquiera con superpoderes puede ser un héroe, indiferentemente de su procedencia o educación, y deciden darle a la protagonista poderes con los que “hacer el bien” según los cánones establecidos por el universo heroico.

Luego aparece La Liga de la Justicia… ejem, perdón, La Liga del Honor”, con todas las parodias a los Supers los componen (Superman como El Santo, El Caballero El Escudero como Batman y Robin… os podéis hacer una idea), predispuestos a enseñarle a la nueva heroína lo que significa salvar el mundo y la galaxia de los malos malísimos.

Lo primero que llama la atención es la sutilidad del dibujo. Mientras nuestra protagonista tiene un tono sucio y trazos estilizados a juego con esa mirada cansada, enrojecida, y las infecciones que cubren su piel, los Supers tienen un aire limpio y sin fallas, con unos contornos más cercanos al dibujo animado que a la realidad.

Un lenguaje bastante explícito

No es solo en su dibujo, también en su lenguaje. Es algo sutil, pero a la vez notable, porque ese es el punto central de la cuestión.

Nuestra protagonista es zafia, cínica y deslenguada, mientras que los Supers son altos, diplomáticos y esbeltos.

Por supuesto. Ellos no han tenido que hacer una felación a un desconocido en un coche que, a la hora de meterse la mano en el bolsillo para pagar, sacó una pistola en vez de la cartera. No han tenido que desenganchar a un familiar de la heroína, ni han tenido que verse en la situación de tener que trabajar 12 horas por un salario ridículo en cualquier tugurio dispuesto a contratar a quien se deje sodomizar por el tratado del trabajador.

Realidad Vs Ingenuidad. Cinismo Vs Candidez. En una sola palabra “Esperanza”, para él que la tiene, y el que hace lustros que entendió que solo eran letras unidas a un ideal cuya única finalidad es evitar que nos tiremos desde un cuarto piso.

La premisa dramática

Ni buenos ni malos, solo un humor muy grosero y divertido que se dan de la mano para que Ennis, pueda ser Ennis, y nos muestre con su mala leche habitual (incluyendo un par de momentos gore que acompañarás con carcajadas) que nada es tan Super como parece, y que cuando una buena obra no tiene moraleja, dejará preguntas para que el lector reflexione. No hay superhéroes en el mundo real, donde escogemos lo que queremos ver, y vemos el prisma de nuestro contexto social y vital.

Se distancia de The Boys. El trabajo de “los chicos” habla sobre corrupción en una cruda miseria humana en el que cualquier tarado con super poderes hará lo que cualquier tarado normal, pero lo hará con super poderes. Habla de sociópatas con ínfulas de Dios que se ven intocables, pero The Pro habla de que la suciedad del mundo no se limpia con ingeniosas réplicas, y desde luego, no se hará vistiendo un pijama.

Puedes salvar la humanidad de un extraterrestre, de un meteorito, o de una extraña plaga, pero no los salvaras de ellos mismos, por que la mierda rezuma cuando llega al cuello y está a punto de entrarnos por los oídos, y esa mierda la hemos parido nosotros mismos.  

Lo recomiendo. Debería ser lectura obligatoria, añado.

Bruto, grosero, escandaloso, y sumamente divertido. Puede que no esté ni cerca de ser lo mejor de Garth Ennis (Predicador tiene ese puesto, de forma indiscutible), pero es una introducción estupenda para asomarnos a la visión del delirante escritor.

Perfecto para esa tarde de domingo en la que piensas que si tuvieras un botón rojo con una pegatina DIMO que pusiera “aniquilación”, le darías palmadas hasta desconcharlo.