‘Te diré que estoy vivo’, de Isaac Pachón

Cuando el recuerdo se vuelve verdadero arte

por Manuel Gris

Hay quien piensa que hacer una reseña del libro de un colega es lo más difícil del mundo. Porque es tu amigo y, bueno, los amigos tienen que apoyarse siempre, ¿no?

Una puta mierda.

Los verdaderos amigos deben decirse la verdad ante todo, no solo por el vínculo que se rompería si se hiciera lo contrario, sino porque la sinceridad y la honestidad pueden verse seriamente estropeadas si uno opta por una tontería tan grande como apoyar a un amigo a ciegas, haga lo que haga.

¡Venga tío!, ¡sigue así, que te juro eres bueno!

¿Y si no es así?, ¿y si el mejor consejo es decirle que deje de perder el tiempo y se dedique a otra cosa antes de que alguien verdaderamente cruel le ponga en ese sitio que todos conocíamos?

Por eso no tolero la hipocresía, y menos entre amigos.

Y por eso mismo no puedo decir de la última novela, Te diré que estoy vivo (Cáprica Ediciones), de Isaac Pachón nada que no sea cercano a este adjetivo: BRILLANTE.

Porque es así, simple y llanamente: una novela brillante, escrita con talento de ese que surge de la mezcla de lo innato y de llevar tiempo pencando como un verdadero soñador, y que posee una sensibilidad y unas frases tan potentes, tan cercanas y ciertas, que una vez lo terminas te da lástima haberlo leído con tanta hambre.

Con tanto disfrute de ese que solo te dan los autores que nacieron para hacernos a los lectores la vida más hermosa.

Y sí, soy de los que prefiere novelas crudas, oscuras y sucias, de esas en las que el protagonista dice cinco tacos cada tres palabras, pero eso no quita que cuando me pongo delante de una obra de una belleza extrema, de una sensibilidad real y alejada de esas monstruosas moñadas que suelen escupirnos los best-sellers sin alma y donde tratan de hacernos llorar con muertes absurdamente falsas o animalitos heridos o perdidos, opte por devorarla con lujuria.

Porque aún tengo mi corazoncito, aunque muchos no lo crean.

En Te diré que estoy vivo todas las frases, cada una de las acciones y abrazos o besos, todo, nace de la verdad más pura que puede darnos una historia de las que no se olvidan nunca, y las que los personajes son reales, tangibles (odio esta palabra, pero es que viene que ni pintada) y que solo pueden salir de un escritor como el señor Isaac Pachón, uno de esos genios de la escritura que mucha gente cataloga como realismo fantástico (malditas etiquetas), pero que en realidad es alguien que sabe contarnos de una forma sencilla y a la vez llena de un monumental talento lo que tenemos dentro de nuestra alma.

Lo que nos hace de verdad llorar de ilusión y besar con verdadero amor.

Sé que no he hablado de qué va la novela, pero creedme si os digo que os estoy haciendo un favor.

Es mejor entrar en este mundo totalmente virgen de sinopsis, y así poder bañarnos sin miedo en la magia que sale de las letras de Isaac Pachón.

Olvidaros de los libros que os vaya a recomendar el Corte Inglés o los premios de suculentas recompensas; esta es la novela que no olvidaréis.

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