‘Esta tormenta’ de James Ellroy

De la sangre y la bandera

por J. Víctor Esteban

Los Ángeles, enero de 1.942. Japón ha metido a los Estados Unidos en la guerra demostrando a bombazos que es un Imperio que ha alcanzado un desarrollo intelectual, tecnológico y militar de primer orden para sorpresa de todos los racistas del mundo y este es el escenario en el que se desarrolla Esta tormenta de James Ellroy.

La sociedad norteamericana no tiene más remedio que enfrentarse a lo que ha intentado evitar desde el fin de la Gran Guerra, el liderazgo mundial.

Una sociedad aislacionista en su base, anticomunista en sus máximos dirigentes políticos, pro-fascista en la mayoría de sus dirigentes industriales y económicos se enfrenta a su destino manifiesto, ser la primera superpotencia política, militar y económica.

Y tendrá que hacerlo bajo la bandera de la democracia liberal y la economía de mercado junto a dos socios muy diferentes, el Imperio Británico, demócrata y liberal sólo cuando le interesa y el Imperio Soviético de Stalin, ejemplo paradigmático del socialismo “realmente existente” en su versión más perversa y genocida.

Y ¿cómo es la gente que ama, vive o mata en Los Ángeles? Pues según el espectacular escribir de James Ellroy en Esta tormenta una amalgama de supervivencia, egoísmo, codicia, racismo, clasismo, machismo y ansia de poder. Es decir, una sociedad humana hasta sus raíces. Con todos sus defectos, que son muchos y algunas virtudes, muy pocas. Como la nuestra.

Ellroy escribe literatura negra retorciendo el lenguaje como si fuera James Joyce y a tiro limpio como Chester Himes. Disparos secos, asesinatos truculentos, drogas, sexo de primera calidad o breve y malo, pero con un manejo extraordinario del lenguaje.

Palabras retorcidas como corbatas colombianas y vidas a punta de pistola.

Racistas fascinados por el fascismo que todavía en estos primeros días de la guerra es para muchos el muro de contención de la barbarie comunista.

Delincuentes de todas las razas, con uniforme unos y con su piel uniformada otros. Policías corruptos que aprovechan el ardor patriótico para incrementar su poder y satisfacer su codicia.

Diletantes hollywoodienses disfrutando todos los placeres y padeciendo todos los vicios con Orson Wells al frente. Drogas, sexo, oro, poder y al fondo, ondeando al viento de los puros de corazón, la bandera y la patria. Los americanos de origen japonés fueron enviados a campos de concentración mientras se depuraban sus complicidades con el Imperio de Tojo e Hiro-Hito. Ningún americano-alemán o ítalo-americano acabó en los lager de California. ¿Por qué? Racismo, clasismo, superioridad blanca o simplemente estupor ante la demostración de que la superioridad racial es para los imbéciles.

El retrato de la sociedad angelina es demoledor pero de allí salieron los chicos que derrotaron al fascismo, contuvieron el terror comunista y expandieron la democracia por el mundo, demostrando que las mejores flores necesitan mucho estiércol. ¡Que novelón!

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