De Gaulle

‘De Gaulle’: “Francia no está sola. Francia no está sola. Francia no está sola”

Un biopic muy decente sobre un líder más que decente

por Rosa Panadero

De Gaulle. Difícil de imaginar a un hombre comiendo latas en un piso en Londres, capaz de transformar el mundo con tres frases: La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. La France n´est pas seule. Exactamente lo mismo que ha dicho Emmanuel Macron en Beirut: Líbano no está solo. La misma idea expresó Kennedy en Berlín en 1963: Ich bin ein Berliner.

Lamber Wilson clava el personaje histórico que mejor encarna la valentía en un momento en el que por perder, lo tenía todo perdido.

En cierto modo, recuerda la decencia de los directores de Bureau des Légendes, Oficina de Infiltrados (Movistar), cuando dimiten al errar en decisiones que ponen en riesgo la vida de sus agentes en el exterior.

Es difícil de visualizar algo así en España, donde los errores personales y las negligencias profesionales se justifican poniendo a otros en la picota y negando lo que la hemeroteca corrobora con verdades inequívocas.

En De Gaulle no sólo se retrata al estadista capaz de construir un país que sus líderes entregaron gratis a Hitler. Esboza al padre de familia, al hombre que, lejos de creer en su unicidad, demuestra que los valores intangibles son lo único importante cuando uno se va a la cama. ¿De qué sirve meterse entre las sábanas si se ha firmado un armisticio-rendición con el invasor?

Algunos dormirán mejor que otros, sobre todo si se han exiliado a un paraíso. La otra opción es más dura: ¿de qué sirve esperar el día entero en un pasillo para dar un mensaje de quince minutos en la radio, desde un país extranjero? Se duerme peor. Y uno siente que sigue vivo, que no está muerto en vida.

A día de hoy resulta difícil imaginar el éxodo de franceses por los caminos y carreteras, entre bombas y caballos despanzurrados

Una dosis de realismo, de luces y claroscuros de una época memorable. Una época de cambio que, como la misma que vivimos ahora, ensalza a los héroes y hunde en el abismo a los miserables.

Cada uno debe enfrentar su propia responsabilidad y, en un filme de carácter muy francés, cada uno es responsable de sí mismo y del que tiene al lado: De Gaulle, del país que lleva a sus espaldas; su esposa Yvonne, de los tres hijos con los que huye; sus dos hijos mayores, de la hermana pequeña con síndrome de Down; hasta la criada, liberada de su trabajo, que seguirá a su servicio a pesar de la bombas.

Sólo con serenidad se puede vivir con esa actitud. “Uno para todos, y todos para uno”, hubiera escrito Dumas.

Hace ochenta años, en junio de 1940, Francia recuperó el orgullo con un frasco de cenizas y sangre que De Gaulle presentó a Churchill como única oferta.

Inspiró para que la resistencia iniciara la reconquista, avanzó una república más (la quinta) y reconstruyó un país de la ruina (estuvo tres décadas en el poder), y todo ello, siendo declarado desertor y desposeído de la nacionalidad. Un detalle del mariscal Pétain. Ejemplos como el suyo -el de De Gaulle– hay pocos en la historia.

Francia no está sola. Francia no está sola. Francia no está sola.

De Gaulle se estrenará finalmente en España el próximo 4 de septiembre.