‘Medical Police’, la última locura de Netflix

De vez en cuando uno agradece algo que surja de la nada, con pocas y nulas pretensiones, para hacernos pasar un buen rato. A veces incluso algo estúpido es lo suficientemente inteligente como para revitalizarnos y reiniciarnos cerebralmente, y a veces aparece algo tan delirante como Medical Police, que te despierta, te hace pasar un buen rato, y deja tu rostro con una mezcla entre una sonrisa, y una cara completamente perpleja.

Hace ya unos añitos David Wain co-creaba una webserie titulada Hospital para Niños. ¿La idea? Coger todo el pastiche médico dramático de una planta de pediatría y hacer una parodia de lo que vemos comúnmente en televisión. Cuando digo parodia. Me refiero a una de las gordas, de las que ya apenas se hacen. En las que siempre tendremos una cara bajo una característica mata de pelo blanco. Descanse en paz, Leslie Nielsen.

La serie no deja de ser una lasaña muy cuca de parodias en la que cómicos de cierto renombre hacen lo que les gusta sin mucho compromiso, y tras siete temporadas, nos llega su primer spin-off, directamente a Netflix. Medical Police, es ese hijo bastardo nacido de Hospital Para Niños, y la manzana no cae nunca muy lejos del árbol.

De una forma muy sintetizada, Medical Police es tan estúpida como gamberra, y a la vez tan inteligente como absurda. Es una sucesión continua de chistes cada cual más loco mientras los protagonistas corren de aquí para allá como médicos reconvertidos a policías. ¿La premisa? Un virus que crea una amenaza bio-terrorista, y los protagonistas, dos médicos de Hospital para Niños, deben evitar la catástrofe.

¿Es buena?

Soy de los que creen que una serie debería medir su calidad, al menos de forma subjetiva, en si consigue lo que se propone, y Medical Police consigue hacerte reír varias veces a mandíbula batiente por capítulo, a veces de lo absurdo mostrado en pantalla, y otras veces, de imaginar la cara que pones al ver lo absurdo mostrado en pantalla.

El duo protagonista está rematadamente bien en su papel, Erinn Hayes y Rob Huebel tienen suficiente química como para que la pareja cause interés, y ambos son lo más gracioso de la serie. El resto del elenco se iguala la apuesta, quitando a dos o tres secundarios (especial mención a Jason Schwartzman y a su furgoneta ultra-molona). El resto de los gags actorales se sustentan en los numerosos cameos que trae la serie, siempre con un buen par de chistes bajo el brazo.

¿Su mayor problema?

La serie no destaca en nada técnicamente. Objetivamente, tiene una realización bastante sobria, y eso que tiene más pasta inyectada que cualquier producto parecido.

Todo lo mostrado, tanto discurso como apartado visual están supeditados al chiste, y eso hace que, en ciertos momentos, cueste seguir el argumento, o tomarte nada mínimamente en serio de lo que te cuentan. Esto último no es algo realmente negativo, ya que la serie no se toma en serio así misma, y su intención esta muy lejos de hacerlo.

Por otro lado, tenemos la ametralladora de chistes que es la serie. No todos están al nivel, y uno termina cada capítulo ligeramente aturdido por el exceso de participación que se nos pide para poder disfrutarlo. El humor juega un poco a la estadística. Si lanzamos diez chistes por minuto, alguno será realmente bueno al cabo de media hora.

¿En conclusión?

Es difícil recomendar Medical Police, pero no por ello evitaré hacerlo. Al contrario. Ya solo sea por rareza, merece la pena verla. Es un producto, además, muy disfrutable y de buena calidad en el que los cómicos de nuestro presente, hacen lo que les gusta. Nos hacen reír, y nos hacen desconectar el cerebro.

Sí, creo que puedo decir que Medical Police es una buena serie, y si echas de menos productos como Hot Shot, Top Secret, o alguna de las buenas películas del “hombre del pelo blanco”, no podéis dejarla escapar.