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Últimas horas de enero

por Elena Rubio Viagel

Querido enero, que tengo claro que esta vez te echaré de más, más que de menos.

Llegaste sin previo aviso. Llamaste muy fuerte a la puerta y dejaste sonar el timbre. Hiciste temblar los cristales, los viste romperse y ahora le has dejado el reconstruirlos a febrero.

Enero, que me has tenido en una montaña rusa. En giros bruscos y en caídas sin fondo. En bucles y espirales. En días nublados y grises. En atardeceres fríos. En risas de un viernes por la tarde. En lágrimas sinceras. En sonrisas llenas de vaho. En abrazos que te calientan el alma incluso a tres grados bajo cero. En echarte de menos…

Enero, creo que me has dado todo lo que te has permitido y ya, ni quiero, ni puedo esperar nada más de ti. Nos hemos saturado los dos y es justo que descansemos el uno del otro.

Enero, que ya estás en tus últimas horas, gracias por las tardes de lluvia y canciones tristes, por las mañana tontas de domingo y por el café de las cuatro.

Enero, gracias, pero es hora de echarte de menos.