Mi infierno ideal

Todos nos hemos imaginado alguna vez el infierno, incluso los ateos. Un lugar de sufrimiento eterno donde los malos son castigados durante toda la eternidad por malvados ángeles caídos que le echan más horas que los pobres autónomos de este país.

Deberíamos hablar con los demonios que se encargan de torturar a los condenados. ¿Qué jornada laboral tendrían? ¿Harán vacaciones? Seguro que tras la reforma laboral del PP y las ayudas del Gobierno tienen mejores condiciones laborales que nosotros, los españolitos de a pie. 

Bueno, al grano. Es sencillo situar en el inframundo a personajes despreciables como pederastas, asesinos o políticos de Vox, pero eso es lo fácil y no quiero ir por ahí. A continuación, os presentaré mi infierno ideal y lo haré con algo de humor negro, que es como las piernas o se tiene o no se tiene… (aunque Echenique estaría en medio, sería un híbrido).

La entrada me la imagino como la sala de espera de una clínica dental y con el mismo hedor a desinfectante barato flotando en el ambiente. De fondo musical (para tapar los gritos de los condenados) escucharíamos la pegadiza melodía del PP en bucle infinito hasta que te reventara la cabeza. Pero no pasa nada, estamos en el infierno y hemos venido a pasarlo mal, así que te saldrá otra. Sin problemas.

Varias chicas operadas situadas detrás de un mostrador te reciben intentando sonreír (pero no pueden porque el bótox las ha paralizado por completo). Intentan hablar, pero hacen cua cua como los patos. Cada cierto tiempo les explota un pecho por el exceso de silicona o se le cae el labio (el de arriba), pero no se dan cuenta y siguen trabajando. Su cuerpo está lleno de gusanos, pero como solo se fijan en el exterior, ni lo saben. ¿Nadie les ha dicho a estas pobres desgraciadas que dan grima? 

No, pues que se jodan.

Coges número, se te cuelan cinco abuelas “espabiladas” y tras esperar miles de años (son funcionarios y están desayunando), cruzas la sala de espera y accedes al primer círculo infernal (sí lo he copiado de Dante, ¿pasa algo?).

Primer círculo. Los idiotas que utilizan mal los utensilios.

Sí, sí. Todos conocemos a alguno de estos en sus diferentes vertientes. Me refiero a aquellos que se ponen las mascarillas con la nariz fuera (unos cracks), los que tienen auriculares, pero prefieren poner el reggaetón o trap a toda ostia para que los demás también lo escuchemos y los que hablan con el móvil por el altavoz como si nos importaran sus mierdas. Hay muchos más, pero no me apetece nombrarlos porque ocuparía mucho espacio. Su condena sería que se comieran TODOS los manuales de instrucciones habidos y por haber a palo seco sin agua en un bucle infinito.  A ver si aprenden la lección y dejan de fastidiar a los demás.

Segundo círculo. Los terraplanistas.

¿Hace falta decir algo de semejantes anormales? ¿Estamos en la edad media? ¿Tenéis cerebro o algo que se la parezca? Bien, me encantaría verlos correr encima de una Tierra REDONDA en miniatura por los siglos de los siglos. Si se caen, un falo gigantesco les revienta el esfínter, así que deben vigilar y no caerse. Ya que dan por c… a las personas decentes, estaría bien que la justicia divina hiciera lo mismo con ellos. A eso lo llamaría karma.

Tercer círculo. Los antivacunas.

Estos parecen los primos de los terraplanistas, pero encima con cierta superioridad intelectual. Vale, las farmacéuticas ganan mucha pasta con las vacunas, pero estas han salvado infinidad de vidas. Encima te vienen con argumentos pseudocientíficos de chichinabo con la misma credibilidad que Leticia Sabater en un concierto de música clásica. Bien, les pincharía todas las enfermedades posibles: lepra, peste bubónica, gripe española, coronavirus, nacionalismo…y dejaría una sola vacuna universal tras una mampara y me divertiría viendo cómo se sacan los ojos entre ellos para cogerla. Dios, que hermosura…

Cuarto círculo. Los gurús de la autoayuda.

¿Te echan del trabajo por culpa de las crisis del capitalismo? ¿Tu pareja te abandona y se va con alguien más joven? Es tu culpa y SIEMPRE será tu culpa porque no te adaptas al entorno y debes coger la vida por los cuernos y bla, bla, bla…GILIPOLLECES. A no ser que la hayas liado parda en al trabajo (como tirarle heces frescas a tu jefe, por ejemplo), no es tu culpa, joder porque el sistema es una mierda. Para estos gurús, el castigo sería delicioso, de verdad. Les pondría una piedra de 200 kilos encima y les diría que deben adaptarse al entorno, que se muevan, que el Universo, en su eterna sabiduría, conspira para hacerlos ¿felices?

Quinto círculo. Los sembradores de discordias.

Sí, hombre, aquellos que se lo pasan bien con el mal rollo y manipulan a los demás en su propio interés. Los podemos encontrar en la política (como esa oposición que solo sabe criticar sin aportar nada de interés), las redes sociales, el fútbol o incluso podría ser ese cuñado/a que siempre te da la vuelta con argumentos de mierda que ha cogido de interné. En mi infierno ideal los pondría por toda la eternidad compartiendo cuerpo (como si fueran siameses) con alguien de ideas contrarias: alguien de izquierdas con alguien de derechas, uno/a/e del Madrid con otro/a/e del Barça, españolistas con independentistas (o independentistas juntos que también se pelean mucho entre ellos). Sería tan divertido…

Sexto círculo. Los inquisidores de lo políticamente correcto.

¿Has leído una novela donde no hay suficientes personajes femeninos y te has indignado? ¿Has visto una película donde no aparece ni un solo miembro de la tribu de enanos desdentados albinos y esquizofrénicos del Magreb Sur? Pues muy mal. Vamos a ver, apoyemos la inclusión y rompamos estereotipos, pero no nos pasemos, joder. A estos les pondría un visionado eterno de películas de destape de los años 60 y 70. Alfredo Landa y compañía hasta que les sangren los ojos.

Séptimo circulo.  Los carroñeros mediáticos.

Si hombre, esa escoria que hacen negocio con las desgracias. Que si un pobre niño se ha caído en un pozo y hago mil programas sobre el tema, que si una mujer ha matado a sus hijos y entrevisto a la vecina del cuarto que no tiene ni puñetera idea, que si aprovecho la pandemia para regodearme con el sufrimiento de la gente…

A todos nos vienen a la mente las dos damiselas (por llamarlas de alguna manera sin insultar) que aparecen por las mañanas y cierto enano pelirrojo que va de cachas y de gracioso por las noches, entre muchos otros. Bien, imagínatelos comiendo sus propias heces durante la eternidad. A lo mejor, no es suficiente castigo, ya que es algo que están acostumbrados a hacer…

Los círculos podrían seguir casi hasta el infinito (me dejo los delitos más graves), pero como distribución infernal no está mal, es la mía. Si no te gusta, siempre puedes crearte tu infierno en plan Ikea.

 

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