Tired and frustration man working and using laptop at late night. Business man upset to have work

Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

La muerte de la meritocracia

Érase una vez un mundo, una sociedad, un pueblo, que anteponía los méritos al físico, el color de su piel, la religión o el sexo.

Era un grupo de gente feliz y libre, sabedora de que la única manera inteligente de conseguir algo era a base de esfuerzo, sacrificio, algo de talento propio y, sobre todo, la seguridad de que si luchabas muy fuerte por un sueño y lo dabas todo por él tarde o temprano, de alguna manera, lo cogerías y lo harías tuyo.

O quizá no, quien sabe, pero al menos nadie podría quitarte el orgullo de haber aprendido algo por el camino y saberte un luchador.

Esto que acabo de explicar es, por desgracia, una especie de linea roja prohibida de cruzar para mucha gente, incapaz de afrontar derrotas en su vida bajo pena de deprimirse, llorar muy fuerte y, desde luego, culpar a los demás por sus derrotas.

El miedo a las heridas, a las cicatrices, a ver como una costra va formándose sin tapar el recuerdo de aquello que la hizo posible, está peligrosamente caracterizando nuestro presente, uno que se niega a esforzarse porque, ¡joder!, con decir que soy gay, negro, mujer, o incluso blanco ya es motivo más que sobrado para recibir envuelto en papel brillante todo lo que quiera.

Y si no ¡ERES UNA MALA PERSONA, ¡ASÍ QUE DAME LO QUE ME PERTENECE POR HABER NACIDO ASÍ!

Podría hablar de temas políticos en los que la inteligencia y el talento brillan por su ausencia porque lo único que han necesitado estas sanguijuelas es tener una mesa con la parte inferior muy bien acolchada entre sus jefes y ellos, pero a mi editora no le gusta que hable de política, así que me centraré en el, a estas alturas, mal llamado “arte”.

Ya sea en el cine, la música o la literatura, poco a poco el talento y las buenas historias han dejado de ser importantes por una razón muy sencilla: el público tiene miedo a pensar y sentir.

Es lógico si lo piensas, sobre todo teniendo en cuenta que muchos de ellos jamás han hecho ninguna de las dos cosas, pero lo que de verdad asusta de esto es que aquellos con un cierto nivel intelectual (ya sea por miedo o porque creen que sus vidas y sustentos peligran si no les doran la píldora a estas cucarachas del sistema) y de los que dependen la calidad y la buena evolución de las letras, el cine o la música, prefieren darle el caramelo a los niños de teta que apenas saben limpiarse el culo con tal de no oírles llorar.

Es el caso, por ejemplo, de los Premios Planeta, los Oscars, los Goya, todos los premios inferiores de literatura que se dan por el voto/amiguismo popular (como el Ignotus, que si os suena eso bueno que os lleváis a casa), y ahora se ha unido un nuevo competidor en la carrera de “mayor lamesuelas de la industria”: el Festival de San Sebastián.

Como si los ejemplos de ver a deportistas nacidos hombres compitiendo con mujeres no fuera bastante, con las lesiones y las humillaciones que se están llevando féminas que llevan toda la vida luchando por hacerse un hueco y ven que de un día para otro un mostrenco de dos metros con coleta les da para el pelo, ahora toca eliminar las categorías de mejor actor y de mejor actriz, tanto en secundarios como en principales y de reparto, y unificarlo todo en Interpretación y ¡au!, ¡a casita!

Huele de lejos a mierda esto, a basura sin lógica que no solo tira por los suelos el hecho de que habrá muchas menos posibilidades para todos de conseguir una estatuita que, hasta hace uno 5 años, significaba algo, sino que además lo hacen por motivos tan idiotas como Demostrar paridad e igualdad.

Si el doctor King (Martin Luther, no Stephen) levantara la cabeza y dijera su famoso discurso en voz alta, soñando con un mundo en el que el talento iba a ser lo importante y no la apariencia de una persona, seguramente sería cancelado en Twitter y despedido del trabajo por miedo a tener manifestaciones con antorcha en mano cerca de sus jefes.

Y ahora, seguramente, mucha gente borrega dirá: ¿pero no ves que defiendes que no se tenga en cuenta el físico y al mismo tiempo quieres que se separen?, ¿cómo eres tan tonto?, y contestaré que hay una gran diferencia entre el arte que se hace de forma anónima, como escribir una novela o un guión o dirigir o pintar y donde el sexo que tengas no tiene nada que ver con el arte que creas, y algo en lo que tu apariencia es una parte primordial del mensaje o la creación del mismo.

Y me explico.

En los libros o guiones o esculturas o fotografías, un universo entero con personajes de toda índole no debería importar si es creado por un hombre o un negro o una mujer o un enano, porque ellos NO son los protagonistas ni los que deben ser juzgados por la audiencia.

El que disfrute de ese arte tiene la obligación de pasar de ese detalle y, simplemente, disfrutar de él libremente sin que la figura de su creador este por medio.

En cambio en el deporte, la interpretación, el baile, el canto, el hecho de que sea una cosa u otra el que lo crea, el que te lo hace llegar DIRECTAMENTE de mano a mano, es importante que sea separado porque, admitámoslo, somos muy simples.

Ver por ejemplo a una mujer negra haciendo de Juana de Arco o a un asiático de Obama, a un hombre de Ladi Di o una mujer de Rey Arturo es, a todas luces, algo que te expulsará por completo de la historia (a menos que sea humor, en tal caso ADELANTE).

Igual que en la música o el deporte es diferente ver a una mujer alemana o un negro ciego o un blanco con rastas o chino con el pelo rosa haciendo su tarea, porque cada uno tiene sus atributos que forman parte de su arte, como sus cosas buenas o malas, y quien es inteligente y sabe lo que le gusta elegirá libremente una cosa u otra, y listos.3

En conclusión:

Tratar de mezclar sexos o razas como si no importasen en según que aspectos solo sirven para, de un modo indirecto, hacer sentir a unos o a otros como mejores o peores a base de ofrecerles beneficios que, mucha gente cree, “merecen” por ser como son y no por lo buenos que sean.

Eso es tratar a alguien como un discapacitado para que pueda llegar a algún sitio sin esforzarse, que en el caso de los que van en sillas de ruedas lo entiendo porque de otro modo jamás podrían hacer algo, pero para gente sin taras físicas o psíquicas, pero mucha vagancia o miedo a esforzarse, se les conceda premios por una ideología que silencia cada día a millones de verdaderos artistas con talento, pues que queréis que os diga… me parece de una bajeza moral inmensa y de una falta de miras abismal.

La meritocracia ha muerto, y nadie está por la labor de aplaudir a quienes de verdad lo merecen o dejar de ponerle trabas a los que, de estar en el pasado, habrían el mundo con sus actos. Porque todos quieren esos abrazos y halagos, esos podios y esas ganas de triunfar, pero cuando se topan con la cruda realidad y la cuesta que ello conlleva deciden que es más sencillo mirarse al espejo y buscar algo que, a ojos de los moralista de Twitter, les dé más rédito y suba su número de likes.

Hay un precipicio delante, ¿queréis caer con ellos?