Joker ¡La obra maestra!

Ya han pasado más 24 horas desde que vi Joker y la erección, cinematográficamente hablando, todavía no ha bajado y la verdad ojalá me dure para siempre.

Y es que, en la longeva vida del cine, siempre llega alguien en algún momento y te reinventa el género, te cambia las perspectivas de lo ya establecido y para colmo, encima lo hace sobresalientemente.

Pues esta vez, es lo que ha hecho Todd Philips, que hasta el momento había pasado sin pena ni gloria, únicamente dejando películas como la trilogía de la resaca (Resacón en las vegas, Resacón ahora en Tailandia y R3esacón) y con un golpe en la mesa, ha cambiado el género de superhéroes para poner de moda y en boca de todos, a los supervillanos, en concreto, al Joker.

Y es que Joker, no es ni más ni menos, que una magnánima obra maestra, que te va a dejar con el culo torcido, el alma abyecta de ira homicida y con unas ganas de desatar el caos, propio de cualquier maníaco grandilocuente.

¿Qué por qué?

Ahora os empezaré a dar argumentos para que lo entendáis. No voy a seguir ningún orden, todo lo que comente es importante y necesario para entender la película, nada solapa a lo otro y todo en común hacen un ejercicio coral sobresaliente.

Quiero empezar por el enfoque narrativo y protagonista de la historia; no es otro que la realidad que le toca vivir a Arthur Fleck, un enfermo mental con un trastorno que le hace reír en los momentos de mayor tensión y, por ende, es ignorado de la sociedad, la cual le convierte en un bicho raro marginado.

Nunca antes, al menos yo, había empatizado tanto con un villano llegando a entender el porqué de todas sus decisiones, incluso aplaudiendo cada una de sus acciones, hasta la perspectiva de reírte con su “humor”.

Con el enfoque narrativo que nos plantea un director desatado en el caos de su personaje, podemos ver como la realidad de los malos también ha sido humana y no ha podido encajar en una sociedad donde el mal debe explotar, debido a la incontrolable presión de las clases ricas a las más desfavorecidas.

Otro gran punto, tal vez el más importante, la magistral actuación del ya consagrado Joaquin Phoenix.

Tan solo recordar su trabajo como Joker me pone la piel de gallina.

Una caracterización perfecta, llegando a perder 25 kilos para encarnar al personaje, entregadísimo a su papel de forma magistral el cual nos deja escenas que sin duda pasarán a la historia del cine, tanto por la calidad de su actuación, como por el nivel de perturbación y conmoción que trasmite al espectador.

No se podía haber hecho mejor el papel del Joker. Solo Joaquin Phoenix podría transformar las carcajadas en tos nerviosa y hacer de la risa, uno de los primeros síntomas de una enfermedad social que se extiende más allá del propio personaje.

Tal vez sea atrevido, pero no cabe la menor duda, de que se merece algún premio por su papel como Joker.

A sí, Robert De Niro también sale.

De los aciertos más espléndidos es el uso que hace Todd Philips del universo DC, del cual coge prestado a uno de sus personajes más conocidos y lejos de hacer una adaptación (de las cuales ya estoy hasta los nakasones) crea una historia con leves matices de lo ya creado y toma el control narrativo de su historia sin dejar que la adaptación se apoderé de él.

De esta forma y con precisas pinceladas, nos vincula de una forma convincente a Batman y a todo su universo, eso sí, sin ser protagonistas en nada, solo actuando en pro de un personaje que a cada fotograma gana en peso y magnificencia.

Y claro, si el respetable Joaquin Phoenix es capaz de brillar como un supervillano, es sin duda por el meticuloso trabajo de dirección de Todd.

Decir que esta es increíble respondería a mi sensación al salir del cine, volví a sentirme niño.

Recordando al mejor Martin Scorsese, la película está compuesta por un sinfín de alardes de dirección propios del cine de mafia italiana como en Uno de los nuestros o me aventuraría a decir, El Padrino.

Usando las metáforas de las escaleras (cuando la veáis lo entenderéis) y la carcajada histérica como conductor de la mentalidad del personaje, el director nos encarrila a entender cada vez mejor al protagonista, que, en perfecta comunión con una iluminación dual entre tonos cálidos y fríos, hacen que la película cada vez gane más y más según avance.

Por último y no menos importante, la solemne banda sonora.

A caballo entre una producción sonora original y canciones de culto aplicadas de forma precisa, con un guiñito muy majo a The Full Monty, la banda sonora te hunde en el trauma cada vez más sangrante que Arthur Fleck tiene que sufrir y que a fuertes golpes sonoros van despertando a su alter ego, Joker.

Será lo último mencionado, pero la banda sonora es sin duda de lo mejor, y eso es mucho decir.

Y después de todo, entendí la polémica que ha causado. El mensaje que lanza a la sociedad, la cual está reflejada en este film de manera camuflada con el nombre de Gotham; mensaje claro, preciso, incendiario, que crea confusión y potencialmente tóxico.

Aunque no os lo llegues a creer, todo lo que ocurre en esa película y, por ende, la creación de un Joker, está basado en la actualidad.

Si, en la actualidad, en la presión mediática y económica de las masas adineradas sobre las clases bajas, la marginación de lo raro en pro de lo común y rentable, la erradicación de lo excepcional para instaurar la “normalidad” y la falta de oportunidades que la gente desfavorecida sufre a la hora de querer simplemente vivir.

El trasfondo de esta película es muy violento, dando paso a barajar el caos como una opción necesaria.

Seamos caóticos, seamos Joker.

Os podrá gustar lo que digo o me podréis odiar, cosas que también agradezco, pero lo que es sin duda una realidad, es que las películas de superhéroes ya no van a volver a ser lo que era, el género se ha reinventado y tal vez a partir de ahora hablemos de supervillanos y claro, no podía terminar sin decir:

¡Jódete Marvel