Reflexiones desde mi espejo

Blog de Opinión

Manuel Gris

‘Candyman’, o lávate la boca antes siquiera de tratar de nombrarlo

La industria del cine está llena de inútiles que muchas veces solamente tienen aplausos, premios o atención mediática porque a la sociedad le da miedo decir la verdad o siquiera señalarla.

Y por eso no hay ninguna otra explicación para que alguien como Jordan Peele (un tipo que se enorgullece de hacer algo tan racista en sus películas como no contratar en su equipo técnico a nadie que no sea negro) siga viviendo del cine y, además, sea poco menos que un gurú en el género del terror actual.

Un género, por este tipo cosas, que da mucha vergüenza a día de hoy.

Y mira que cuando anunciaron una continuación de la primera Candyman (clásico de 1992 basada en un relato de Clive Baker; el mismo loco que nos regaló Hellraiser) primero me pareció buena idea porque, joder, es un personaje profundo con la misma letalidad intocable que Freddy Krueger; pero entonces comenzaron a dar detalles y todo se desmoronó.

Primero fue la “gran jugada de marketing” de anunciar, como una gran gesta, que la dirección iría a cargo de una mujer (cosa que siempre me ha parecido muy machista, porque se suele señalar esto como si alguien te dijera ¡mira, el bebé a dicho su primera palabra!), pero lo peor vino cuando señalaron que la producción y el guión irían a cargo de Jordan Peele, que es a día de hoy uno de los más grandes juguetes mediáticos, y un patético farsantes, de Hollywood.

Y es que tras ese Oscar robado por el “guión” de Déjame entrar y la bazofia que fue Us, cualquiera con dos dedos de frente y sin un miedo atroz a decir la verdad sabe que este hombre no tiene talento más allá de saber dirigir alguna escena o entender de fotografía, porque cuando se le da bolígrafo y papel es tan manco, o más, como el pobre Candyman.

No os voy a hundir con todo lo aburrido y pesado que se ha quedado en el montaje final sólo para que esta película llegue a los 85 minutos (porque si cogemos las escenas útiles o con ritmo, nos quedamos en 45 como mucho), pero es de cajón detallar un par de detalles que os harán entender lo que “ofrece” esto:

– Todo blanco que sale es o idiota, o malo, o ciego, o sordo o, sin más, un atrezo.

– El prota es imbécil y no sabe hacerse el borracho.

– El cuñado del prota es inaguantable y debería haber sido el primero en morir.

– La única que dice un par de frases inteligentes sobre las bobadas de las razas y la mentalidad de los artistas en la actualidad, se la cargan sin que podamos ni verlo.

– Dos o tres buenas escenas de terror no compensan NUNCA una película que se hace por momentos INAGUANTABLE.

No vale mucho más la pena haceros perder el tiempo con esto, pero es que como amante del cine de terror y con estos ojos abiertos que me han tocado tener ante lo que significa cargarse una historia por querer poner un discurso estúpido y cobarde, mis dedos han comenzado a escribir solos; hasta ahora.

¿Qué otro nombre consagrado se atreverán a decir cubriéndolo con sus apestosos alientos de falsos intelectuales? Sólo el tiempo lo dirá…