‘American Gods’, turbulencias en Amazon Prime

Si hay algo que ha destacado el serial de Amazon Premium, American Gods, es el de las turbulencias. Al igual que hoy no es “jueves” (un pequeño guiño que los lectores de la novela entenderán), no hay por donde coger la cantidad de rayos y centellas que han salpicado la producción. Y, sin embargo, parece salir airosa a pesar de las idas y venidas de sus principales Showrunners, y ahora con la tercera temporada al aire, (y no exenta de polémica) te puedes plantear si merece la pena.

Para empezar, si eres nuevo en esta serie, puede que te interese, ¡pero advertencia para navegantes! Si bien la serie toca un tema sumamente atractivo, hablamos de una ficción que se cuece, no ya a fuego lento, sino que llama “ansiosa” a una crockpot.

Empecemos por el argumento:

Sombra Moon, (O Shadow Moon, como le quieras llamar) es un tipo que está a dos días de salir de la cárcel por robo. A fuera le espera su esposa, su única luz en un mundo en el que no le queda nada. Dicha esperanza se trunca cuando le permiten salir antes de su puesta en libertad para acudir al funeral de la esposa; que se estrelló con el coche, junto al mejor amigo de Sombra.

La cosa ya pinta gris para nuestro protagonista, y en el viaje de ida al funeral, conocerá a un extraño tipo, muy charlatán, que dice llamarse Miércoles, y tiene un trabajo que ofrecerle.

Sombra se acaba introduciendo así, casi sin quererlo, en una guerra entre dioses, los antiguos y los nuevos; la mitología contra la sociedad moderna. En un mundo de ateos donde las personas depositan su fe en internet, sus smartphones, y la televisión, los antiguos dioses ven menguadas sus fuerzas, y quieren recuperar el pastel.

Y en gran medida, de eso va la serie. De la fe. De nuestra fe. Y de la disputa que hay entre medias.

La trama/argumento, que viene de la mano del grandísimo Neil Gaiman y de su novela con el mismo nombre, ya es de por sí una trama que amplía su visión de la “magia realista” que le caracteriza, y en su primera temporada, Bryan Fuller, decidió tocar su propia sonata, alternando los pulsos de la novela. El resultado (Su resultado) dio una temporada que era pura poesía visual, y a la vez, lenta como el caballo del malo. Pasan 8 horas antes de que Sombra llegue, por ejemplo, a la Casa de la Roca (Algo que sucede en las primeras cien páginas de la novela), y aunque a mi personalmente a mi me pareció una temporada visualmente hermosa, mística, y llena de metáforas, podía resultar demasiado pesada para el confort del público medio.

Y eso no es malo. Las quejas tenían cierta razón.

El resultado fue un ajuste del presupuesto, salidas del showrunner y actores de la serie, y unos tiempos entre su primera y segunda temporada que olía a “cancelación” desde el Valhalla.

El cambio de rumbo, a la hora de comunicar la historia de Gaiman, se notó en esta segunda llegada de American Gods. Aunque el nuevo showrunner, Jesse Alexander, tratará de enmarcar una sucesión de pulsos más acusada, la serie sigue teniendo un desempolvo lento que no moleste a la base de fans conseguida, a la vez que trata de adquirir nuevos. Alexander contó con el beneplácito de Gaiman, lo cual era bueno para la productora, pero resultó ser controvertido con la productora, ya que el resto de guionistas y actores, querían respetar la visión creativa de Fuller y Green, los creadores de la serie antes de su despido.

El resultado dio con retrasos, guiones que se rescribían, actores que hacían de guionistas para sus personajes, y dinero que perdía a raudales, a pesar de que la razón de la marcha de Fuller y Green, era meramente económica de cara a las nuevas temporadas.

La segunda temporada se estrenó, y aunque se nota cierta pérdida de calidad, también se ve un resultado final bastante bueno para las turbulencias del viaje. Y aún con todo, en esta tercera temporada, que en palabras de Gaiman, han conseguido reconducir el argumento a mejor: ha resultado en más rayos y centellas para la productora Starz, que siendo su campo normativo el de los Reallity Shows, con esta serie parece haber construido su propio campo de minas.

Una vez más, cambiamos de Showrunner. Ahora la dian… digo, el punto de mira, lo tiene Charles “Chic” Eglee.

¿Y que tal está la tercera temporada?

Hasta el momento tengo sentimientos enfrentados, y eso que ya salimos del ecuador de la misma.

Y el problema reside en la chapa que os he dado con su tormentosa producción.

Por un lado, tenemos un reparto que se siente a gusto ya en la piel de sus personajes. Se mantiene la producción visual, y se acelera (levemente, o eso he sentido) el ritmo de la serie. Hay diálogos buenos, y los personajes ganan carisma (En especial en los villanos). Se dibuja al fin una línea de acción, y las cotas de calidad, en general, son lo suficientemente altas como para hipnotizar al espectador.

Y en lo malo, tenemos el problema de la producción. Y es que no queda del todo claro a donde quiere ir la serie. Tiene una ruta, pero también la tenía antes de cambiar (dos veces) de showrunner.

Estamos en una temporada que se reconduce con la novela y, sin embargo, no queda claro si quiere ser el escrito de Gaiman, o tal vez algo más.

Tampoco ayuda las idas y venidas de los actores importantes. Personajes que cambian de actor, o que desaparecen directamente para mantener la atención sin que el espectador lo piense demasiado.

No sé… Supongo que si alguien me hubiera preguntado en 2018, si merece la pena darse el atracón de una serie tan densa y lenta, le habría respondido: Sin dudarlo. Hazlo.

A día de hoy, lo único que tengo claro, es que toda Jenga que se juega en mitad de un terremoto, está abocado al desastre.

Espero equivocarme.